Capítulo 25

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Capítulo Veinticinco: Preciousconstellations.

"—Nunca comprendí los finales felices en las historias, se escapan mucho de la realidad."
—Liam Ponce - Pensamientos Torturadores.

Liam.

Una semana después.

Era un Sábado completamente aburrido. Me encontraba en mi habitación encerrado, me las había ingeniado de mil maneras para que mi madre no observara los golpes que había recibido en el transcurso de la semana gracias a Jhonny. Valentina se había vuelto un problema para mí. Gracias a ella mis sentimientos estaban confusos, ella y Victoria chocaban de manera continua en mi cabeza, y por último estaban las humillaciones de Jhonny.

Últimamente mi mamá ha tocado la puerta de mi habitación muy seguido, no tengo planes para salir, no tengo planes de platicar con alguien, simplemente quiero ahogarme de mil maneras en este oscuro cuarto, comprender que todo aquello demostraba que la vida no estaba destinada para de una u otra manera, si, comprendo que ante otros ojos mi manera de hundirme es algo absurda, poca cosa, pero... ¡Joder! No se que hacer, mis pensamientos se habían vuelto mis peores enemigos, en ellos ya no reposaban aquellos poemas, aquellas palabras que plasmaba en mi viejo libro.

Poco a poco todo se esfumaba, se perdía al pasar de los minutos, días, semanas... Meses. Me puse de pie y comencé a deambular por mi habitación, mientras meditaba que era lo  que tenía que hacer con mi vida, si embargo lo único que miraba dentro de mis pensamientos era una hoja en blanco, una hoja que mostraba absolutamente nada, no había razón alguna por la cual hacer un intento de seguir hacia adelante.

Mientras caminaba, mi vista se centró por milésima vez en la carta que escribió Victoria, me acerqué a ella, la sostuve en mis manos y la miré con furia.

—¿Sabes cuanto me estás torturando?— Mis manos comenzaron a temblar —No sé que hacer, Victoria... Estoy hecho pedazos, mi autoestima a muerto más de lo que ya estaba hace mucho tiempo— Una lágrima cayó sobre la carta —¿Sabes? Nadie amó mi frialdad más que tú, nadie intentó comprenderme más que tú, lo irónico de todo esto es que te conocí mucho después de conocer a Keneth y Sofia— Solté una risita acompañada de resentimiento —Pues a ellos poco le importaba mi frialdad, de alguna u otra manera aceptaron en su círculo social... Sin embargo tú, tu luchaste por descongelar mi corazón— Presioné la carta y esta se arrugó un poco —¿Pero de que sirvió? Te fuiste, todo volvió a ser como antes, recuerdo que era frío excepto contigo, Keneth y Sofia... Pero ahora esto generalizó mi mundo, pausó completamente mi felicidad, pausó mi vida.

La puerta sonó y seguido se escuchó la voz de Caleb.

—¿Liam?

No respondería, aunque este fuese el mejor hermano del mundo.

—¿Liam?— Se escuchó una vez más su voz. Esta vez su voz se escuchaba un poco quebrada.

—Quizás está dormido— Apenas logré escuchar el susurro de Martín.

—Te quiero, hermano— La voz de Caleb se escuchó demasiado apagada. Recuerdo que lo única cosa que hacía que sus ánimos se apagaran era que mi madre se perdiera en el trabajo durante todo el día mientras yo lo cuidaba, pero ahora era mi culpa.

Mis lágrimas se habían detenido, la carta estaba completamente arrugada, la volví a poner en la mesa y regresé a mi cama. No quería preocupar a mi familia, pero tampoco me creía capaz de salir y enfrentar los retos de el diario vivir, suficiente había hecho la vida conmigo, el positivismo ya no formaba parte de mi, había desaparecido con el único objetivo de desplomarme de un solo golpe y perderme en la depresión.

En ese momento no quería correr a los brazos de la autolesion, estoy seguro que ni aquello eliminaría la angustia que cargaba, después de todo, sólo sería algo temporal, claro está, la ley de la vida específica que todo tiene que morir en algún momento. Mi sentir estaba un poco bipolar, se sentía importante por seguir aferrado a la depresión, mientras que por otro lado se sentía como un completo estupido que se aferra a alguien que nunca volverá a ver. Me recosté.

•••

Me había quedado dormido, y su la computadora no hubiese dado el aviso de que una videollamada estaba entrando quizás seguiría sumergido en el placentero sueño, me giré un poco hacia el mueble para coger mi teléfono y mirar la hora pero estaba descargado, razón principal por la cual siempre tardaba en contestar los mensajes de mis amigos, realmente poco me importaba si mi celular se perdía. Abrí la computadora y era una videollamada por Skype, era un usuario extraño por lo cual dudé en contestar.

preciousconstellations— Susurré —¿Quien será?

Miré la hora en la pantalla de la portátil y marcaba las 10:09 PM. Decidí contestar, la pantalla se iluminó. La videollamada de inmediato se cortó, pero después de unos segundos cayó un mensaje.

PreciousConstellations: ¿The Colder Boy, he?

La curiosidad me comenzó a invadir, no  tenía idea alguna a quién pertenecía aquel user, pero al parecer aquella persona que estaba trás la pantalla me conocía perfectamente y tenía ganas de conocerme aún más por lo que decidí contestar a aquel mensaje.

TheColderBoy: Y... ¿Tu eres?

Respondió demasiado rápido.

Preciousconstellations: Creo que está bien que no sepas mi nombre. ¿Por que no me cuentas un poco sobre ti?

Thecolderboy: ¿Por que respondería preguntas a un/a completo/a desconocido/a?

Preciousconstellations: Para liberar culpas, destruir a esas voces que torturan tu mente, exterminar el caos que invade tus sentimientos.

Me había detenido a analizar aquel mensaje, ¿Por que hablaba como si me conociera? Las únicas personas con las cuales usaba está red era con Keneth y Sofia, nadie más. Mis teorías no podían salir a flote por lo cual opté a seguir la corriente de aquel usuario.

Preciousconstellations: ¿Que pasó?

Thecolderboy: ¿Que te hace opinar con mucha libertad sobre mi?

Preciousconstellations: Haces preguntas que no tienen mucha importancia, ¿Sabes?

Thecolderboy: Te daré la razón por el simple hecho de que siento curiosidad sobre tu curiosidad, irónico, ¿No te parece?

Preciousconstellations: Es Probable. ¿Privas tus sentimientos?

Thecolderboy: Si...

Respondí aquel mensaje con desconfianza. No podía soltar mis verdades a un completo desconocido, ¿Que hay si solo era una trampa de Jhonny para seguir humillandome? ¿Que hay de todo aquel que me como el payaso de su vida que para ellos era un completo circo?

Cerré la computadora de golpe. Veré su mensaje mañana, si es que no me hostigaba con su videollamada de atención.

—Jesucristo, no más — Susurré y cerré los ojos.



Más Frío Que La Nieve | Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora