Capítulo I: Manifestaciones

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Corría, ella corría sin cesar, cada vez lo hacía más rápido y aunque el cansancio iba apoderándose de su cuerpo, no se detenía. El eco de sus rápidos pasos resonaba en las inhóspitas calles de Newcastle junto con el jadeo de su respiración. Aunque ya la noche estaba avanzada, el calor persistía agotándola aún más.

Ocho cuadras dejó atrás hasta que, sin estimarlo, se detuvo posando sus ojos miel firmes en la acera; estaba taciturna y pensativa. Dio media vuelta y retomó el camino, transitando las mismas cuadras y llegó al punto de partida. Observándolo, se desplomó sobre las rodillas cayendo y golpeándoselas en el duro suelo de la vereda, y comenzó a llorar sin contención. Sola lloraba observando lo que había sido su hogar. Aún no llegaba a comprender cómo había sido que esas gigantescas llamas de fuego invadieron toda la casa, ni mucho menos entendía cómo, de repente, en el momento que su padre iba a soplar las velas, porque era el cumpleaños, se incendió todo matando a sus primos, a sus tíos, a sus dos hermanos y, peor aún, a sus padres. Llorando y fregándose el cuero cabelludo con las manos, fue recordando lo acontecido, "-¡Samy, ve por los cerillos, por favor!- le dijo su madre. Así es que fue hasta la cocina, pasó un dedo por uno de los arrollados salados que habían cenado y que ahora quedaba posado sobre la mesada, se chupo el dedo, y tomó veloz la caja de cerillos para regresar al living donde todos aguardaban ansiosos. -¡Ay!- exclamó lanzando la caja a la mesa, ¿qué ocurre?- preguntó su hermana mayor desde el comedor después de haber oído su corto alarido, -no sé, la caja de cerillos se calentó...-. Todos la miraron de reojos, ¿cómo una caja de cerillos iría a calentar?, y para probarlo su madre la tomó al instante, la caja estaba como de costumbre.

- ¡Por favor Samy, déjate de payasadas! ¿Encendiste la hornalla para preparar el café?- dijo su madre.

- ¡Uh, no!- dijo ella dándose media vuelta con un saltito.

- ¡Vamos, vamos, qué el pastel se echa a perder!

Volvió a la cocina. Buscó uno de los encendedores que a veces dejaban, lo tomó, giró una perilla y rodó el encendedor. Y al instante, una llamarada enorme se presentó de forma súbita, y sin sentir dolor alguno se percató de que tal llama nacía de su propia mano, de la que agarraba el encendedor.

- ¡¿Qué es esto?!- exclamó al aire.

A modo de acto reflejo, agitó la mano y, sin querer hacerlo, llenó la cocina de llamas. Muy asustada, corrió hacia el living; ya era el momento en que su padre soplaría las velas, lo hizo. Mas eso desató lo peor... extendió la mano que sin fuego estaba en el mismo instante en que su padre había soplado, para alertar a su familia de lo que estaba sucediendo, entonces, las pequeñas llamitas de las velas se convirtieron en un fogonazo que fue cubriendo a cada uno de los presentes. Sin dar respiro, todos se quemaron, todos menos ella que sin poder evitarlo un sin fin de llamas emergían de sus inocentes manos. El hogar ya ardía por completo, por eso, para poder sobrevivir, huyó despavorida hacia la calle. Corrió sin cesar, el fuego de sus manos ya no estaba".

Samy fue cesando poco a poco el llanto y, aunque shockeada, se incorporó y miró hacia el cielo, estaba amaneciendo en Newcastle, ciudad a la que sus padres y tíos hermanos de su padre habían decidido migrar poco después de su nacimiento en León, porque las cosas en Nicaragua iban en decadencia año tras año y rumores de mejor vida llegaron a los oídos de su madre cuando los visitó una gran amiga de la infancia. Entre charla y charla, ella le había comentado lo bien que la había pasado en Australia, y lo bella y pintoresca que era la ciudad de Newcastle. Y después de seis meses laboriosos, juntaron el dinero y emprendieron el gran viaje. No fue sencillo comenzar, pero pasado un tiempo sus tíos y padre ya estaban trabajando en el puerto de la localidad. Con respecto a su hermana mayor, fue la única en oponerse, ya que dejaba todas sus amistades al otro lado del océano. Luego de cuatro años, su hermano nacía y transcurridos dos, los tíos eran padres.

El Gran Sueño - #I La BúsquedaWhere stories live. Discover now