¿Qué estaba ocurriendo?

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Desde el primer día, había desconfiado de Derek. Su forma de actuar era muy siniestra, y su historia estaba marcada por terribles sucesos. Pero algo estaba cambiando. Él jamás se había portado bien con él. Nunca. De hecho, todo lo contrario. ¿Qué había cambiado ahora?

Se fue antes de que el equipo llegase, y quedó con Scott más tarde. Aún tenían que hablar sobre los cazadores, y además, había oído a su padre decir aquella tarde que había un nuevo cuerpo.

-Los cazadores ya se habrán enterado. No tardarán en salir por las noches para ver qué está pasando.
-Esta semana hay luna llena. Tienes que tener cuidado.
-Poco a poco voy controlandolo. Derek me ayuda… y Allison… cuando pienso en ella, todo es más fácil.
-Es tu ancla.
-Si. Me hace recordar mi lado humano. Por cierto, ¿cómo está tu tobillo?
-¿Eh?
-¿No te lo habías torcido?
-Ah, sí. Está bien. Con el agua caliente se me ha pasado.
-Menos mal, este finde hay partido.
-Scott. Yo nunca juego. Estaré en el banquillo observando como marcas desde la mitad del campo.
-Eres un exagerado.-sonrió.- Lydia estará allí.

Lydia. Se había olvidado de ella. Pero normal, con todo lo que estaba pasando, apenas tenía tiempo para pensar en otras cosas.

-Oh… bueno, de todas formas no se va a fijar en mí,
-Puedes al menos aprovechar y hablar con ella. Le diré a Allison que te eche un cable.
-No necesito un cable con ella. Necesito que venga el mismísimo Jesucristo y me ayude.-dijo, volviendo a su ironía típica.- Creo que ni siquiera sabe quién soy.

No mentía al decir aquello. Al fin y al cabo, Lydia Martin era una batalla perdida. Ocho años enamorado de ella, sin ningún avance. Desde entonces ya había perdido la cuenta de con cuántos tíos había estado ella. Y tal y como estaban ahora las cosas, no era el mejor momento para juntarse con ella. Demasiados problemas, no quería contagiar su mala suerte.

Durante aquella semana fue al instituto, no le quedaba otra. Las clases de química parecían eternas. Aun después de lo ocurrido, el profesor seguía actuando como si nada en clase. Pero siempre al terminar, le miraba deseoso, como si aquello no hubiera acabado allí. Sabía que de momento gracia a Derek no intentaría nada, pero estar en su clase hacía de su vida un calvario. Rememoraba una y otra vez el abuso que le había hecho, y notaba su corazón acelerado cada vez que lo nombraba en clase. ¿Y si delataba a Scott? Aún seguía ese miedo. Tenía que hablar con Derek, él lo amenazaría y conseguiría mantener a su beta a salvo.

Fue a su despacho y llamó a la puerta.

-Adelante.
-Soy yo.- entró cerrando la puerta.
-¿Cómo estás? ¿Cómo llevas…?
-Estoy bien, ya no duele.-dijo rápidamente.- Tengo que pedirte que ayudes a Scott. Él… él sabe todo.
-No te preocupes. Está arreglado. No dirá nada. Ya tenía todo planeado así que no tienes que martirizarte más.
-Oh. Vale.-se sorprendió. Se levantó de la silla y fue a la puerta.
-Stiles.
-¿Sí?

Otra vez aquella sensación. Derek volvía a encontrar tremendamente atractivo al chico. Hoy vestía una camisa roja, y pantalones negros. Estaba muy sexy. Además se estaba empezando a dejar crecer un poco el pelo, y eso le favorecía demasiado. Desde aquel encuentro, llevaba toda la semana pensando en él.

-¿Jugarás el partido?
-Estaré en el banquillo. Estar, estaré. Pero de jugar ya…
-Bien…

Stiles abrió la puerta y se fue. ¿Derek interesándose por él? Hacía mucho que alguien que no fuera Scott o su padre le preguntaba algo así. Tal vez no era tan mal tipo después de todo. Además , le quedaba bien tener un despacho, se le veía mayor y verle en ropa formal despertaba una sensación atractiva hacia él.

El dichoso partido del sábado fue como siempre. Scott, capitán del equipo de Lacrosse, fue el primero en salir al campo. Stiles no dudaba en que les metería una buena paliza. De hecho, aunque él fuera un paquete, disfrutaba sabiendo que su amigo era el mejor.

El lobo y el corderoWhere stories live. Discover now