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17 y 19 años.

— ¿Podrías mostrarle a la audiencia cómo funciona?   El eco resonaba de manera exagerada por toda mi cabeza. Claramente podía escuchar las voces de un aburrido infomercial repetitivo acerca de un producto nefasto para la cocina.

No quería abrir los ojos, mis párpados se sentían más pesados que nunca y mis extremidades parecían no querer responder. Sólo atiné a mover un poco el ojo izquierdo, permitiendo que sombras de colores se hicieran paso hasta mi cabeza que se encontraba todavía dormida; Después de un minuto comencé a distinguir los objetos nítidamente y me quejé internamente al ver mi ventana con un gran orificio en el medio. No estaba consciente del todo, pero una cosa tenia en claro: Iba a matar al imbécil de Taehyung.

— Quita esta cosa de aquí.— Intenté gritar con ira pero mi voz salió como un calmado susurro y gruñendo quité por mi cuenta el pie que se encontraba incrustado en mi estómago. Mi espalda comenzaba a doler y mis piernas picaban, al parecer estaban entumecidas. Definitivamente la tina no era el lugar mas cómodo pero tomando en cuenta que no recuerdo ni un pelo de lo que paso hace horas, no tenía siquiera el derecho a quejarme.

Levanté un poco la cabeza, eramos tres personas en esa cavidad blanca de mármol. Por la sudadera color rosa pude saber que SeokJin se encontraba justo en medio, no pude evitar darle un manotazo en el pie que hasta hace poco estaba lastimándome y como se encontraba en la posición opuesta, logré ver su expresión quejumbrosa aún entre sueños. Sonreí de manera socarrona unos segundos.

Volteé hacia la silueta que se encontraba plácidamente dormida, mostrándome su cabellera negra y su tranquilo respirar. Piqué su hombro con mi mano, tratando de brindar un toque gentil que de manera discreta dijera "Despierta y largo de mi casa". Se removió un poco y acomodó los brazos cruzados en su pecho, pero insistí más y comencé a sacudirlo.

SeokJin movió su pierna. El chico volteó su rostro hacía mi dirección, aún sin despertar y mágicamente mi mano se desvaneció cual gelatina por su hombro hasta llegar al frío material de la tina. Su lechosa piel me fascino tanto que no pude hacer nada contra el sentimiento de querer posar mis ojos sobre cada centímetro cuadrado de ella, y de partirme la cabeza pensado en cuan suave sería a mi toque. Mi boca se abrió apenas, queriendo expulsar en un murmuro lastimero su nombre; Sus pestañas largas y negras se entrelazaban en sus ojos cerrados, las venas que eran visibles en sus párpados se veían tan pulcras y hermosas, como recordaba, él siempre fue un chico precioso.  

[ N/A: Lamento si la trama es algo confusa, sólo quiero recalcar que pasaron unos años en la historia y eso conllevo a muchos cambios  (que pronto especificaré ). ¿Captaron de dónde saqué la pose que ellos tenían en la tina?  ]

softness, jimsuWhere stories live. Discover now