Premonición

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  La muerte no es la mayor pérdida en la vida. La mayor pérdida es lo que muere dentro de nosotros mientras vivimos - Norman Cousins

Capítulo 2: Premonición

Otro parpadeo, y los dos hermanos se hallaban volviendo en dirección del bosque. Christopher no pudo evitar mirar la enorme base metálica que habían dejado atrás. Observó que, en realidad, su estructura parecía una especie de nave gigantesca. No estaba seguro, pero ahora que lo pensaba con detenimiento era semejante a las naves que estaban en sus videojuegos de Star Wars. Claro que era un pensamiento propio para un chico que pasaba tiempo jugando con una consola y que le gustaban aquellos juegos de ciencia ficción y que no había terminado el colegio, aunque se sabe que esto no es determinante; Pero él era uno de esos. Le fue imposible no tener aquella observación en un momento que ameritaba más seriedad.

Sin tiempo de meditar en su propia tontería, percibió que a su alrededor no era el único que corría, pues decenas, o tal vez centenas de personas vestidas de blanco, se apresuraban para alejarse de aquel sitio. Las vestimentas eran parecidas a los pacientes de atención psiquiátrico, lo que le daba un ambiente mucho más deplorable. En el rostro de cada uno de ellos se reflejaba el pánico, terror y desespero, como si sus vidas dependieran de ello. Y eso lo hacía más escalofriante.

Estaba seguro. Era el mismo semblante que ellos, Ransell y Christopher, llevaban. Apartarse de aquel sitio significaba la supervivencia de ambos, y el cumplimiento de mantener a salvo a su hermana, quién parecía no estar preparada para morir. Él, no obstante, estaba listo para reencontrarse con su madre.

Entre tropezones y saltos para esquivar las raíces, troncos y cuerpos de personas muertas y desmayadas sobre el suelo, los dos chicos observaron un enorme árbol con un tamaño, tan descomunal, que posiblemente debía de tener cientos de años creciendo, ya que la anchura del tronco era mayor de tres metros cuadrados y su longitud no se alcanzaba a ver con la mera vista. Lo extraño, es que se trataba de un árbol que era imposible que creciera en un lugar como ese: era un árbol de mostaza. No solo su tronco se veía fuerte, sino cada una de sus ramas. El verdor de sus hojas era tan vivo y brillante, que parecía ser el árbol más radiante y lleno de vida de su alrededor. Y por algún motivo, su sola sombra podía hacerte sentir confiado. No sabía qué hacer exactamente, pero no podía moverse de ese lugar. Lo sentía.

"Trepa", volvió a escuchar. "No les queda tiempo".

¿Pero para qué exactamente?

Christopher no pudo evitar agarrarse la cabeza. Estaba desesperado. ¿¡Qué tenía qué hacer!? Trepar no era una opción. Ese árbol no se podía subir al menos que fueras un insecto, un lagarto o tal vez un felino con enormes garras y fuerza, o un simple mono.

Sin respuesta alguna, solo miró a su hermana y colocó sus manos en los hombros de estas para que se enfocara en lo que tenía para decir, por muy loco que sonara:

—Debemos trepar este árbol.

Los ojos de Ransell se le iban a salir de las comisuras por lo descabellado que sonó aquello.

—Sube tú... yo estaré detrás de ti —volvió a insistir.

—¿¡De qué diablos hablas, Christopher!? ¿Acaso me veo como un mono o algo parecido?

"¡Que lo haga!"

—Solo hazlo, demonios —gritó ahora él.

Ella suspiró. Estaba a punto de cuestionar su cordura, pero decidió hacerlo para demostrar lo absurdo de lo que le pedía. Colocó la primera mano, luego la segunda, seguido del primer pie, y se halló que, en realidad, podía subirlo. Sentía su cuerpo realmente sujetado a la superficie de la corteza. Aquella escena, para ustedes, sería como ver la escena de Spider Man cuando trepó el muro de uno de los edificios en un callejón de Nueva York. Lo que para ambos hermanos era una locura.

Código Genético: El Inicio [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora