4.- Necesito tu perdón.

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Cristal.

Meses atrás.

Tres años con el hombre que amo, Taka. Fue tan cliché nuestro primer encuentro, él iba pasando y yo iba distraída con un montón de libros en mis brazos y él me empujó y se cayeron todos al piso, como buen caballero me ayudó y ahí comenzó todo.

Hoy era nuestro aniversario. Habíamos llegado a su casa para una cena que me había preparado Taka.

—Sabes lo que quiero primero— susurró en mi oído.

— ¿Que cosa? —traté de seguirle la corriente.

—El postre —dijo sensual.

Comenzamos a besarnos dulcemente, el paso sus manos por mi cintura y me atrajo a su cuerpo. Me empujó suavemente al sillón, se abalanzó en mí, no ocupando todo su peso para no lastimarme.

Me besó lentamente y sonreí por eso, tocó mis hombros lentamente e hizo un camino de besos desde mi mandíbula hasta mi cuello, causándome un cosquilleo en todo mi cuerpo.

Taka me tomó de las caderas y me elevó hacia él haciendo que enrollase mis piernas en su cadera.

— ¿Vamos a la habitación?— dijo con la respiración agitada.

Asentí en sus brazos y nos dirigimos a su habitación.

Se lanzó conmigo en brazos ligeramente a la cama y comenzó a sacar mi ropa poco a poco, empezando por los pantalones, sólo dejándome en ropa interior, mientras pasaba sus cálidas manos por mi cuerpo, todo esto me hacia sentir bien.

— ¿Quieres continuar? —me preguntó un poco por mi cara, no puedo negar que estaba muy nerviosa, pero la verdad es que no quería que parara en este momento.

—Claro —lo tome de la camisa y lo atraje a mi para besarlo, sonreí y comencé a desabotonar su camisa lentamente, y también mirándolo cada vez que desabrochaba cada botón.

— ¿Por qué me haces esto? —dijo cuando saque su camisa y me dirigía a sus pantalones para sacarlos completamente.

Me abrazó, desabrochó mi sostén dejando al aire mis pechos, me miro de vergüenza y sólo quería taparlos, pero él tomó mis manos y me lanzó suavemente hacia atrás para sacar mis bragas, acarició mis piernas hasta llegar a mi muslo y gemí. Sabía que ya no había vuelta atrás.

Sacó sus bóxer y lo frotó un poco, no sabía que hacer, pero el sólo me beso.

— ¿Tienes protección? — pregunté preocupada.

—Claro Cristal, en el cajón tengo — alargó su brazo y sacó uno— Seré gentil —sonrió e introdujo lentamente su miembro en mis sin dejar de besarme.

Mi respiración se corto en ese momento y gemí.

Estuvo unos segundos sin moverse dentro de mí, mientras controlaba mi respiración.

— ¿Estas bien? —acarició mi rostro.

—Lo estoy — le dije sonriendo.

La verdad es que dolía un poco bastante, pero él había sido muy amable conmigo y muy delicado, así que le pedí que se moviera.

Se movió lentamente al principio, ya que me quejaba mucho, pero al tiempo aumento el ritmo de sus embestidas, acariciándolo mis senos y dando uno que otro beso.

Aquel dolor que sentía de convirtió en placer y en un cosquilleo, cada vez sus embestidas eran más rápidas y en la habitación se escuchaba el sonido de nuestros cuerpos chocando y nuestros gemidos.

Sentí algo tibio y salió despacio de mí.

— ¿Te hice daño? — preguntó acariciando mi mejilla, mientras yo me acomodaba en su pecho.

—No — me sonroje —Fue algo nuevo para mi.

—Me alegro, y espero que después no te arrepientas.

—Claro que no, tu serás el primero y el último —me beso tiernamente.

Él se sacó el preservativo, y su cara se deformó.

—¿Que pasa Taka?

—Se ha roto —susurró.

Miré alarmada y claramente el preservativo tenía un orificio.

— ¡Ay no! — tape mi cara con mis manos.

—Tranquila Cristal, me lo he sacado de un tirón, fue sólo eso, no te preocupes, además esta la pastilla —me abrazó.

—Tienes razón — me besó mi frente.

Nos quedamos un rato más en la cama disfrutando.

Realidad.

Esos pensamientos de esa magnífica noche me vinieron como golpe. Fue tan delicado y tierno. Pero todo eso lo estropeó cuando le dije que estaba embarazada.

Realmente me dio mucho miedo su reacción, pensé que me golpearía. Sólo me dijo que abortara.

Es un pendejo, hay que dejarlo. Es un cabeza dura. Con suerte escucha los consejos de los demás.

—Cristal ¿podemos hablar?

En frente mío estaba Taka, con una expresión de arrepentimiento en su cara.

—Depende —contesté ordenando mis cuadernos en el casillero.

—Es sobre... —se quedó en silencio —Nuestro hijo.

Se escuchaba tan linda la palabra.

—Me parece.

Entramos en un salón vacío. Nos sentamos en los primeros asientos.

—Sé que fui un estúpido al decirte que abortaras, fue algo que me encontró de imprevisto. Nunca me imaginé ser padre tan joven. Es sólo que tenía miedo —su voz resonaba en la sala— Perdón —susurró.

Tomé su cara entre mis manos.

—Tienes mi perdón. Yo también estaba asustada cuando lo comprobé. Pero tener un hijo de la persona que amas no se compara con nada —le sonreí.

—Eres perfecta — me abrazó y me susurro al oído.

—Recuerda, lo perfecto es aburrido.

—Te haz estado juntando demasiado con Juliet.

Con Taka reímos y salimos del salón con nuestras manos entrelazadas.

Condones Rotos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora