Capitulo 3... Me encantaba besarla

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En nuestro escondite teníamos de todo, mantas, sodas prohibidas (que algunos de los campistas de Hermes podían conseguir si sabes con quién hablar) galletas azules por supuesto, golosinas, cómics para mí, libros de arquitectura para Annabeth, armas.

 Nos encantaba pasar el tiempo aquí,  pero no es lo que piensan, no todo era besos y caricias, no necesitábamos eso, nos escondemos para poder disfrutar uno del otro sin que nadie nos moleste y sobre todo sin que nos sacaran fotos. Ustedes me entienden (o tal vez no) pero nuestro tiempo en el tártaro cambio quienes somos.

Yo, por ejemplo, ya no soy el niño tonto y débil que llegó al campamento hace unos años, no diré que ya no soy tonto porque lo sigo siendo pero sin duda soy más fuerte. ¡Zeus! a veces digo y hago tales tonterías que no sé cómo Annabeth sigue conmigo. Tal vez por eso me besa cada vez que lo hago.

Una vez Grover me dijo-Perce, Annie te ama créeme y claro que eres un tonto pero a ella no le interesa, además siendo hija de Atenea tiene bastante inteligencia para los dos.- Créanlo o no eso no me hizo sentir mejor.

Annabeth tampoco es la misma chica que me intimidaba y que me dijo-Babeas cuando duermes-(¿les he dicho que me encanta su romanticismo?)La primera vez que me vio. Se ha vuelto más fuerte, más amenazante y mucho más sabia después de tantos años de lucha. La verdad es que sigue intimidándome pero nunca lo admitiría delante de ella.

Yo podía quedarme ahí por horas recostado en su regazo o besándola (lo que hace que mi cerebro se derrita) olvidarme de todo, problemas, monstruos persiguiéndonos, dioses que quieren matarme o convertirme en delfín (si, lo digo por el señor D) pero ella no. Siempre que nos quedábamos más de lo que podíamos se levantaba de un salto y corría arrastrándome hasta regresar al campamento.

Déjenme decir que además de romántica mi novia es delicada y cuidadosa ya que atravesaba el bosque sin ningún rasguño, desafortunado para mí porque cuando jalaba de mi mano no le importaba que yo saliera con ramas y hojas en el pelo, rasguños en brazos y piernas y con la nariz sangrando. (Fue solo una vez) no vi el árbol que ella esquivó y me estrellé de frente a él. Primero tuvo que levantarse y parar de reírse para ayudarme a llegar a la enfermería.

En fin esta vez fue una de las que hacen que salgamos del bosque con sonrisas que duran todo el día (y los labios irritados). Llegamos y nos sentamos en la manta, Annabeth tomó una soda y comenzó a hablar acerca de lo disciplinados que eran los romanos, pero yo no la escuchaba, igual que esta mañana en el desayuno solo podía mirarla, sus ojos me hipnotizaban y siempre terminaba con la mirada en sus labios. Aquellos labios delgados y rosados que me encanta besar (yo también tengo mi lado romántico).

-Percy-

-Percy ¿me estas escuchando?-

-¡Sesos de alga!- exclamó golpeando mi brazo.

-¿Qué?-no pude evitar mirar sus labios de nuevo

-Estoy intentado tener una conversación contigo-dijo un poco molesta

-¿Por qué me miras así?-Porque eres hermosa, pensé.

Pero lo único que salió  de mi boca fue-Eh...eh... ¿yo?-

-¿Conoces algún otro sesos de alga?-

-No....yo eh....lo siento Annabeth- se quedó mirándome un momento, a veces odiaba eso de ella, sus tormentosos ojos grises te estudiaban de una manera que te hacía pensar que eres más tonto de lo que creías.

-Descuida, no era tan importante-. Dijo

Se acercó a mí y puso su brazo alrededor de mi cuello. Deben pensar que después de cierto tiempo de que Annabeth fuera mi novia la fase de ponerme nervioso cada vez que se aproximaba a mí había terminado. Se equivocan. Mis mejillas me traicionaban cada vez que ella estaba tan cerca de mí.

Solo su sonrisa me tranquilizaba (un poco). Puso su otro brazo sobre mi cuello y cerró los ojos al mismo tiempo que juntaba nuestros labios. Me encantaba besarla.

El beso fue suave al principio pero luego de que pusiera mis manos en su cintura ambos lo profundizamos  y ella se movió hasta quedar sentada en mis piernas.

A cada segundo que pasaba mi cerebro se derretía más y más hasta que mis impulsos me controlaban. Nuestras lenguas comenzaron una batalla interna por el control y la falta de oxígeno se hacía más importante. Ella jalaba mechones de mi cabello al tiempo que mis manos acariciaban su espalda y cuando ya no pude más,  me separe de ella en busca de aire.

-Te amo-dije juntando nuestras frentes.

Antes de que ella me respondiera, escuchamos una fuerte explosión.

-¡Demonios!- dijo Annabeth mientras sentíamos un fuerte olor a humo y se oían gritos en el campamento.

-¡LEO!-dijimos al mismo tiempo.

NOTA: ningun personaje me pertenece, son del Tio Rick


Percabeth....Tal vez no sea  suficiente para ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora