5. Siempre esperas a que te hagan daño.

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—Tenemos tanto en común, que crees que te comprenderé como nadie y a la vez disfrutarás mi compañía, porque teniendo los mismos gustos es más fácil, pero, en definitiva, no estás enamorado de mí, propiamente, sino de una versión idealizada ante mis pasatiempos y forma de pensar que coinciden con los tuyos porque terminamos siendo iguales, eso no es amor, es una ilusión de algo tan perfecto que terminará aburriendo al ponerlo en práctica.

—Sabes, con solo decirme que no quieres ser mi novia estaba bien para rechazarme... —respondió el chico de cabello negro y ojos oscuros con el que había salido un par de veces cuando estaba aburrida y buscando como distraerme de mis pensamientos.

Cuando me preguntó: «¿Quieres ser mi novia?», me tomó desprevenida, estábamos en la sala de juegos en un centro comercial, donde habíamos pasado una tarde agradable, yo no podía negarlo, más que todo porque resultaba fácil hablar con él, era un chico comprensivo y dulce, demasiado inteligente y sincero, teníamos mucho en común respecto a gustos, lo que generaba más de qué hablar y tuvimos platicas interesantes, siempre hablábamos de cualquier cosa en nuestras citas, excepto de nuestros sentimientos.

Yo sabía que le gustaba, o al menos le atraía, siempre me buscaba y estaba ahí para mí, pero yo no le prestaba demasiada atención, y si era oportuno simplemente aceptaba sus invitaciones cuando necesitaba distraerme.

Con él lo lograba, pero nuestra relación no era demasiado profunda para pensar en algo serio, o desarrollar ciertos sentimientos. Como cinco citas y no nos habíamos besado, se basaban en puros coqueteos, bromas y conversaciones.

¿Cómo podría despertar mis sentimientos por él?

Realmente, ¿Cómo podría despertar sentimientos por alguien?

Y me regañé mentalmente por siquiera considerarlo, ¿Por qué lo estoy considerando?

Un momento de debilidad, sí, eso debe ser, me sentía tan mal respecto a Lenin y tan confundida cuando pensaba en Zedler que el pensar en otro chico disipaba la realidad.

«Wilton, tan oportuno como siempre», pensé mientras dejaba escapar un suspiro.

Deposité la pistola de plástico en su lugar, su pregunta me había distraído e hizo que perdiera en el juego de mata zombies que jugábamos con anterioridad.

—¿Por qué arruinarlo todo con etiquetas y nombres? —pregunté en cambio, sin voltearlo a ver.

—Para tener la certeza que, por el momento, su corazón se enfocará solo en ti, por así decirlo, como una promesa de que no existirán terceros en la relación —respondió suavemente. Podía sentir su oscura mirada sobre mí, expectante.

Todos esperaban, todos, siempre, tenían al menos una expectativa que querían que yo cumpliera.

Y yo era especialista en decepcionar... Porque no me regía por lo que ellos querían, no, me regía por lo que yo quería, y eso lo tenía demasiado claro casi todo el tiempo.

«Zedler», pensé, mordí mi labio y enfrente al chico dulce para romperle el corazón.

—Fue una mala pregunta, no me molestaré en siquiera responderla, ¿sabes una cosa? Es una lástima, me agradaba pasar el rato contigo, pero ya lo arruinaste, así que me temo que tocará despedirme...

—Se me escapó, por favor, ¿podrías hacer como si no dije nada? No quise arruinarlo, se me metió un impulso de idiotez, sigamos jugando —me interrumpió Wilton, con un tono herido. En ese momento quise decir que la vida era cruel, que el amor dolía y que una etiqueta no asegurará que existan terceros, en un mundo de corazones solitarios y mentes libres que no querían anclarse a un puerto y preferían seguir navegando en el mar buscando el puerto indicado, que, en realidad, nunca existirá.

Te Romperé y Me AmarásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora