4. Creo que me gustas.

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Alguien tocó frenéticamente la puerta de mi habitación y dijo: —Abre, que soy yo.

—¿Adán? —dudé al reconocer su voz gruesa, me apoyé en mis codos.

—Obvio, quién más —bufó, fui a abrirle la puerta blanca y me regresé corriendo a mi cama.

—Me hubiera gustado que Chris Hemsworth —repliqué irónica a medio camino.

—Vamos a una fiesta de la UAM —declaró Adán González cuando entró a mi cueva. Me jaló los pies e intentó sacarme de mi cama en contra de mi voluntad, pero no lo logró.

Le tiré almohadas y suspiré derrotada. —Que lamentable que solo me visites para tomarme como compañera de fiestas, la que te cuida cuando te pones bien ebrio y evita que llames a tu ex a las dos de la madrugada.

—Alguien anda en sus días, ¿no es así? Eso es bueno, al menos no estás embarazada, la putería sí que es peligrosa —replicó sentándose en la orilla de mi cama, me senté e hice contacto con sus bonitos ojos casi negros.

Adán era un chico sumamente apuesto, con un cabello café lleno de rizos, parecía un modelo con su delgadez y altura ideal, y ni hablar de sus rasgos finos. Éramos muy buenos amigos y salíamos de vez en cuando, desde que fuimos asignados compañeros de pupitre al inicio de clases ese año en una clase general.

—Con costo y tengo sexo, o bien, tenía, ya terminé con mi fuente de placer —bufé sarcástica. Había pasado una semana desde que había discutido con Lenin, mi prima se lo hubiera tirado y mi polo opuesto declarara que me destruiría y así conseguiría enamorarme.

No había vuelto a hablar con Lenin y nos evitábamos mutuamente, Callie seguía sin hablarme y yo seguía ignorando al pobre de Zedler, porque no hay nada más que volviese loco a una persona, que alguien quien le ignore o le sea indiferente, ante su masoquismo natural de desear lo que no puede tener. El interés incrementa y buscará las maneras de conseguirme.

Al menos, lo haría desesperarse un poco. Quería que experimentara la fase inicial del enamoramiento, cuando no dejas de pensar en esa otra persona y anhelas verla lo más pronto, provocando reacciones físicas el día final. Entre ellas muestras de nerviosismo.

Desde entonces, los sietes días habían sido aburridos saliendo con un par de chicos en citas aburridas, tener que presentar exámenes y que mi trabajo de medio tiempo se volviera exigente ante la ronda de fama que había adquirido el lugar porque estaba ubicado al lado de un campo vacío que fue arrendado recientemente por unos juegos mecánicos, me apunté mentalmente ir con alguien algún día antes que se fueran.

—Entonces vamos a la fiesta para que consigas a una nueva fuente de sexo, y ya está —contestó Adán, se recostó en mi cama y enterró la mitad de la cara en la misma.

Consideré su oferta de ir a una fiesta, pensé en que debía alegrarme por un rato, y beber para olvidar. Un clásico.

Por lo que le tiré otra almohada y me levanté, a lo que él agregó: —Y claro que sos la mejor compañera de fiestas, te mantienes sobria la mayoría de las veces, así que, quién te manda a ser una aburrida.

—No soy una aburrida, me gusta bailar —protesté al estirar mis brazos. Vivir sola con mi prima me volvió más responsable, a pesar de solo ser mayor un par de meses, yo llevaba la cabeza la casa y a veces resultaba agotador, con las cuentas a pagar, mi trabajo de medio tiempo, mantener las apariencias en cada visita social y ni hablar el tener que mantener notas sobresalientes para que no me quitaran la beca mensual que recibía de parte de la universidad.

A pesar de ello, no me quejaba, y asumía el ser responsable con todo el gusto del mundo.

—Pero no te alocas con el alcohol, así que tendrás que vivir con las consecuencias de tus actos, y, agradece que te saco sin pensar en que quiero cogerte, y no es porque seas fea, pero ya sabes, prefiero a un buen chico de ojos negros y buen culo, vos sabes —contestó guiñándome un ojo y sonriendo con picardía.

Te Romperé y Me AmarásWhere stories live. Discover now