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Decir que lo que aconteció fue una cita estaría muy lejos de la realidad, fue un momento agradable, al regresar a mi casa no pude evitar sentirme feliz. Habíamos charlado de varios temas, me había sentido bien en ese diminuto lapso de tiempo, había reído demasiado para mi vida cotidiana. No era un día usual, ese suceso lo había cambiado todo, me tiré en el colchón mientras pensaba en las cosas que habían sucedido.

Llegué al lugar casi al mismo tiempo que él, nos saludamos, sus labios en mis mejillas siempre lograban despertar una bella sensación. Obviamente mis ojos la opacaban, pero no parecía importar, nos sentamos y comenzamos a hablar. "-¿Qué piensas hacer este año?-" me había preguntado con curiosidad, era frecuente que dejara de cursar por mis problemas, siempre mantenía un ritmo al rendir las materias libres pero me agotaba física y mentalmente. "-Creo que haré un esfuerzo por promocionar en lugar de abandonar-" le respondí mientras observaba su reacción. "-¿Y si apostamos?-" me preguntó cruzando sus brazos, era muy competitivo y no aceptaba las derrotas. "-¿Apostar?-" repregunté sin saber que cosas pondría en juego, conocía bastante bien sus apuestas, era capaz de apostar cualquier cosa. "-Si abandonas este año, me enviarás una foto cuando quiera, si promocionas tu decides tu premio-" era algo osado, era frecuente que abriera los mensajes luego de ducharme, incluso sin vestirme, pero no quería que al volver a oírlas esas voces me llamaran cobarde. "-Acepto-" respondí segura, para luego darme cuenta de lo que aceptaba, oír su risa y reír con él. "-Espero que no pierdas-" comentó antes de que nos sirvieran el café.

El resto no salió de lo común, compartimos varias charlas sobre la vida de cada uno, siempre evitando mi problema. Llegué a preguntarme si él ocultaba ciertas cosas, era curioso pensarlo, siempre se mostraba tan abierto y sincero que llegué a plantearme que estaba siendo paranoica. Aunque esa duda siempre permanecerá abierta en mi cabeza, no creo que toso los humanos puedan ser sinceros, siempre ocultarán algo para protegerse a ellos mismos. Comencé a explorar mi habitación, mi madre todavía no había regresado, seguramente estaba haciendo horas extras como era habitual en ella. Tomé mi diario y comencé a escribir, algunas lineas que se volvían borrosas con mis lágrimas, terminé aquella oración y lo volví a ocultar. Nadie debía leerlo, abrí la PC y noté unos mensajes sin leer.

"-Parece que estás ocupada hoy, esperaré por si te conectas.

-Se me hace tarde, debo irme a trabajar, luego te hablo.

-Si lees esto, buenas noches, ya es tarde para mí.
Ultima vez 20:32"

Quizás debí mencionar que debido a mi problema, mucha gente suele dejar de hablarme, por lo que conseguí a varios por internet. Uno de los mas cercanos es este chico, es muy serio y a veces hasta parece no tener emociones. Pero si lo llegas a conocer es una persona muy dulce y amable, aunque siempre le hablo aquel día debido a la crisis que había tenido a la mañana no pude hacerlo. Me sentí culpable por hacerlo esperar, escribí un mensaje de disculpas rápidamente y prometí hablarle al día siguiente. No quería que se preocupara demasiado, a pesar de que mi circulo más cercano no lo sabía, el conocía perfectamente lo que sufría, o al menos una parte.

Mientras cenaba en soledad las voces volvieron a mi cabeza, debía tomar otra pastilla con la cena, pero hasta que su efecto se hiciera evidente aquellas molestarían. "-Ignoraste a tu amigo-" clamaba una de ellas mientras que la otra respondía con seguridad "-Solo le interesa ella misma-" se formulaba una discusión, clamaban que yo debía morir y desaparecer. Solo servía para empeorar las vidas de los demás y arruinar las pocas oportunidades de amistad, cerraba mis ojos y se apretaban tan fuerte que las lágrimas caían sobre el mantel. Me tapaba los oídos, comenzaba a rogar que aquello se detuviera de una vez, en años anteriores había llegado a herirme por culpa de la desesperación.

Mi madre me encontró sufriendo, se acercó mientras trataba de ayudarme, estaba agotada lo notaba en su rostro y aún así seguía cuidando de que nada me ocurriese. Las voces no me dejaban oírla, pero podía leer en su expresión que no me dejaría sola, finalmente pude calmarme lo suficiente para darle una bienvenida. Poco después ambas fuimos a dormir, esperaba que mis sueños no se repitieran, pero siempre se volvían peores y más con un ataque tan fuerte. Sabía que sería una noche larga y tortuosa, estaba dispuesta a soportar ese castigo, cerré la puerta con llave para que nada interrumpiera el sueño de mi madre y me desplomé en el colchón, sin tiempo para cambiarme.

VocesWhere stories live. Discover now