Parte 81

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A la salida me encontré con la persona que menos me apetecía ver: Pablo. Estaba en la puerta principal del instituto. En cuanto me vio me dirigió una mirada esperanzada, deseando escuchar buenas noticias.


Negué con la cabeza mientras caminaba hacia él.


—He suspendido. —Dije con tristeza. Él me tocó el hombro, intentando reconfortarme.

—Bueno, no te preocupes. No es el fin del mundo. ¿Cuánto has sacado?

Le confesé la nota, realmente avergonzada.


—Te has quedado a las puertas. Seguro que en el próximo remontas.

—Eso espero...

—Además ya sabes que cuentas con mi ayuda. —Me miró serio, mientras el cierzo removía ligeramente su pelo castaño—. Y por supuesto tienes una cena de consolación.

—No creo que la merezca. —Reconocí—. Y en todo caso creo que debería ser yo la que te invitase y no al revés, por la clase del sábado.

—Infructuosa clase del sábado. No hay mal alumno, sino mal maestro. —Frunció ligeramente el ceño, atribuyéndose una culpa que no tenía—. ¿Qué te parece esta noche?

—Ya tengo planes. —Le dije, e hizo una mueca de decepción. Debo reconocer que no me hacía especial ilusión, pero el chico era guapo, simpático y estaba intentando animarme en ese momento de bajón—. Pero podemos quedar el domingo, si quieres. —Propuse, guardando la noche del sábado libre para no dejar solo a Diego, si es que decidía salir.

—Genial. —Recuperó la alegría—. ¿Te paso a buscar a eso de las nueve?

—Vale. Apúntate la dirección. —Creo que me ruboricé. Ningún chico que no fuese Diego había pasado a buscarme por casa.

—No hace falta. Sé dónde vives. —Avanzó unos pasos caminando de espaldas, sin retirar la vista de mí—. Hasta entonces. —Levantó la mano para despedirse, y yo le sonreí. Se dio la vuelta y comenzó a andar calle arriba. No había dado ni dos pasos cuando se giró de nuevo para sonreírme.


Me fui a casa mucho más contenta de lo que había salido esa mañana. Tenía una cita, la primera de mi vida.

FRÁGILWhere stories live. Discover now