EL PELUCHE

39 10 5
                                    

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


¡Lo odio! Ni dios sabe cuanto lo odio. ¡Maldito oso de peluche! Me observas desde lo alto, con esos ojos negros y ese estúpido rostro, sosteniendo un corazón rojo con palabras que prefiero no mencionar.

Testigo de otro amor, de otro tiempo, de otro que supo hacer brotar sonrisas de tus hermosos labios.

Reconozco que jamás me atreví a indagar quien te lo obsequio, ni tampoco es mi intención. Lo importante es que él existe, y eso me perturba.

Cuando lo menciono sonríes diciéndome que no es nada más que un recuerdo. Dices que no tiene valor. ¡¿Y entonces por que lo conservas?!

Discutimos por su culpa y sé que él lo disfruta, lo sé por esa horrible mueca de sonrisa que expone irónicamente. Trato de tomarlo y arrojarlo por la ventana pero te pones en mi camino, lloras como una niña, no me reconoces y tampoco lo hago.

El nos observa. Me pides que te prometa que nunca le haré daño y yo acepto, jamás mis manos lo estropearán.

Me abrazas y colocas tu hermoso rostro sobre mi pecho. Pero mis ojos y los del muñeco chocan desafiantes, él cree q ganó, pero no sabe quien soy.

Mi boca busca la tuya y se hacen una. Mis dedos recorren tu adictiva piel y viajan por las curvas de tu cuerpo, la pasión nos envuelve. Te hago el amor en su presencia, para que él enfurezca.

Nos dormimos abrazados entre sonrisas, dibujando sueños en el aire que serán las metas que forjarán nuestras vidas. Y previo a que viajes al reino de Morfeo, te invito que abandones tu casa, que de una vez te mudes conmigo. Sonríes. Dices que todavía no es tiempo y cierras los ojos.

El fuego me rodea, te busco pero no estás. Las llamas trepan por mi cuerpo, me queman y, por más que intento, no logro escapar. Estoy atado a la cama, grito con desesperación llamándote pero no apareces. Todo es una locura, nada tiene forma, las llamas lo devoran todo, incluyéndome.

De repente, todo se congela, el fuego, el humo, el aire.

Una carcajada resuena tan fuerte que toda la habitación vibra. Es él, desde su altar, observándome con un encendedor en la mano. El fuego regresa a la vida y grito tu nombre, pidiendo tu ayuda.

Me despierto agitado, tú me calmas como a un niño, me dices que todo fue una pesadilla; mis pupilas lo buscan y lo ven actuar como un simple adorno, pero yo sé la verdad.

De nuevo nos abrazamos y dormimos. Las pesadillas regresan una y otra vez a saborear mis sueños y en todas ella está el engendro del muñeco, quemándome vivo, hasta que la molesta alarma del despertador me arrastra a la realidad.

Mis manos te buscan y no te encuentran, como de costumbre, te has ido a trabajar en silencio para no despertarme.

Abro mis ojos y lo primero que ven es a él, sobre esa repisa junto al retrato de tus sobrinos, de tu difunto padre y recuerdos de viejos viajes.

La idea infecta mi cabeza como una pandemia: Mis pesadillas, la solución a todos mis problemas, pero el que se quemará será él.

Me aseguro que no estés en la vivienda, reviso cada rincón, te llamo dando fuertes gritos, no respondes. Me dirijo al botiquín, tomo una botella de alcohol y rocío todo el dormitorio. ¡Doy vida al infierno!

Las llamas recorren veloces la senda invisible que les dibujé, como si fuera el resultado de un embrujo. Se extienden en todas direcciones y comienzan a crecer. El calor, hiere mi piel, pero permanezco allí. Observo la escena, esperando que el fuego lo engulla. Cumplo mi promesa, mis manos no lo dañan.

Imagino nuestro futuro, no tendrá más remedio que mudarte conmigo, vendrás llorando y el molesto muñeco será un recuerdo.

El humo comienza a asfixiarme, mis ojos ya no logran verlo, ni siquiera ven la salida. La luz se cortó, el calor es insoportable, el aire me falta, mis manos buscan a tienta un camino que me saque de este lugar. Me he quedado más tiempo del necesario, y mi pesadilla se hace realidad.

De pronto, veo un haz de luz penetrar por la ventana, corro hacia ella con mi último esfuerzo y descargo todo mi peso destrozando el vidrio. Acto en el cual pierdo mi teléfono.

Me coloco de pie con dificultad, lleno mis pulmones con el aire fresco del exterior, y huyo hacia mi hogar, con una tonta sonrisa arraigada en mi rostro.

Estoy impaciente, esperándote, actuando mil rostros de asombro, combinando innumerables palabras para calmar tu dolor. A partir de hoy existiré solo para tí amor y nada nos separada.

El sonido de tres golpes sobre la puerta, se dibuja en el aire. Corro a ella... corro a ti. La abro con lentitud para disimular mi impaciencia, después de todo, tú me darás la sorpresiva noticia.

Pero no te encuentro. En tu lugar está tu madre con la mano estirada entregándome mi teléfono móvil. Sus enormes ojos se clavan en los míos y sus labios comienzan a moverse muy despacio.

_¡No volverás a ver a mi hija! _dice seria.

_Yo puedo explicarlo _ digo como un inocente niño que termina de ejecutar una simple travesura.

_¡No tienes nada que explicar! _dice algo confundida _ ¡Ella nos ha dejado! Su casa se quemo... y murió en el incendio.

Las palabras retumban en mi cabeza, como pronunciadas por mil voces. Mi pecho se contrae, mis ojos se humedecen, el mundo se calla y cae con todo su peso sobre mí. Mis piernas tiemblan y mi boca se mueve sin emitir sonido alguno.

_Según los bomberos y testigos, regresaba de la panadería y, al ver la casa envuelta en llamas, entro gritando tu nombre y nunca salió.

_ ¡Imposible!_grito lleno de furia y dolor _Ella debía estar en el trabajo, seguro esta allí ahora.

_ ¡Hoy es feriado! _ dice tu madre con temor y compasión _Hoy no tenía que ir a trabajar.

Siento como si alguien apretada mi cuello, estoy paralizado. Me limito a ver los movimientos de aquella mujer frente a mí. Sus mejillas son recorridas por torpes lágrimas, mientras busca algo en el bolso.

_Toma _dice reprimiendo el llanto y sus manos me entregan al horrible oso de peluche, al cual las llamas no han dañado_ Ella lo atesoraba con alma y vida. Fue el último regalo que le dio su padre, días antes de morir.

_ ¡¿Su padre?! ¡¿No un antiguo novio?! _pregunto pero mi mente se niega a escuchar la repuesta.

Mis fuerzas abandonan mi cuerpo, caigo de rodilla y lloro por el peluche. El maldito después de todo, logro separarnos, para siempre.

Y es en ese maligno momento, cuando la risa se deja oír...




.............................................................

¿Alguna vez peleaste con tu pareja por un regalo de un viejo amor? ¿Qué era?

Dejame tu experiencia u opinión del cuento en los comentarios. 

Maten a CupidoWhere stories live. Discover now