Belleza en la sencillez

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Will estaba intentando recordar lo que había ocurrido la noche anterior.

Abrió los ojos lentamente y sonrió al encontrar a Helena durmiendo a su lado profundamente.

-Mmm...

Iba a despertarla, pero se veía tan cómoda dormida que la dejó tal y como estaba.

Le acarició el cabello suavemente.

Sabía que había algo que preocupaba a su novia sobremanera y quería saber qué. Suponía que era algo privado y que por eso ella no quería decirle, pero no entendía qué podría ser tan malo como para preocuparla así.

Suspiró.

Si ella no quería decirle, tampoco estaba obligada a hacerlo, él no la iba a forzar, era su asunto.

Pero eso no quitaba que estaba muy preocupado por ella y que deseaba verla sonreír otra vez.

Se le ocurrieron varios posibles problemas, pero ninguna explicación convenció a su mente inquieta.

Mejor sería no pensar en ello, ya que Helena no iba a decírselo y él no quería incomodarla.

Will acarició la frente de la pelirroja y la besó suavemente.

De verdad la amaba. No podía creer que ella hubiera accedido a ser su novia. Ya eso significaba mucho más de lo que Will creía posible.

Era hermosa pero además era la mejor persona que conocía.

Siempre ayudaba a Will si lo necesitaba y lo consolaba cuando se sentía mal.

Will la miró.

Otra de las cosas que la hacían especial era que ella misma no se consideraba hermosa.

Y lo era. Era muy bonita.

Él sonrió.

Helena no era delgada. Era solamente normal. Y a Will eso le encantaba. No tenía problemas con el cuerpo de su novia. Solamente la consideraba perfecta tal y como era.

Además, había otras cosas que beneficiaban el peso... Cosas en las que Will no quería pensar para no cometer ninguna idiotez.

Acarició la mejilla de Helena con el dorso de uno de sus dedos.

Pensó en el rostro sonriente de ella cuando estaba despierta, y en sus hermosos ojos azules.

Tal y como Will le había dicho, él quería que la chica con la que saliera fuera Helena, no otra

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Tal y como Will le había dicho, él quería que la chica con la que saliera fuera Helena, no otra. La quería tanto que a veces le dolía el pecho por la brusquedad de los latidos de su corazón.

-¿Will?

Él se sobresaltó al escuchar su voz.

-¿Estás despierta?

Ella giró un poco para verlo y sonreír.

Una rosa falsa [Willena]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora