Rey de la selva.

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| Otto en galería |



Después de haber rapado su cabello, Otto se sintió más que libre. A penas ocupaba acondicionador, no tenía que ocupar la peineta llena de cabellos de su hermana e incluso la brisa que sentía era agradable. Tal como cuando empezó a correr por todo el pasillo de la escuela, tomado de la mano de Cleo. La mirada de los demás era de confusión ante aquella pequeña escena. Aún nadie podía asumir el hecho de que el famoso Otto, aquel Otto insensible y con una expresión nula, estuviera con Cleo, aquella Cleo que era como una muñeca, y sumamente intrigante. 


Cuando el chico llegó al destino que quería, volteó a ver a la oji-azul. Tenía la respiración entre cortada y una sonrisa gigante que gritaba el saber que hacía ahí. Otto apuntó con su cabeza al casillero que estaba frente a ellos.



  — ¿Tu casillero? — preguntó Cleo, con el ceño fruncido — ¿Me has traído aquí a ver tu casillero? 


  — No, Cleopatra — negó, así dando paso a abrir le casillero por el mismo. Cleo aún no podía entender  — ¿Qué te he dicho de hablar sin antes investigar? Échale un ojo. 


La chica alzó sus cejas al ver el interior del casillero. No había nada más que garabatos en todas partes, libros nunca ocupados y una botella de agua. Supuso que se trataba de la botella. ¿Por qué querría mostrarle libros inútiles? 


Tomando la botella, lo observó —Gracias, Otto. Justo moría de sed.


Al notar el sarcasmo en sus palabras, Otto no se dio por vencido y negó una vez más —Anda, toma un poco.


Así fue como Cleo, sin mucha curiosidad, abrió la botella y tomó un sorbo. Un sorbo que hubiera deseado el no ser tan largo y hubiera deseado el no haberlo tragado tan rápido. Rápidamente hizo una mueca y limpió sus labios con la manga de su suéter.  


  —Otto, ¿qué me diste?


  — No te hagas la que no sabes — mencionó, tomando la botella y dando un largo sorbo — Es alcohol. Creo que la única manera de beberlo en la escuela es gracias a este camuflaje.


— ¿Estás loco? 


Cleo tomó la botella y la escondió entre sus brazos, mirando a su alrededor alarmante. Ella sabía que Otto era algo loco, pero aquello hizo confirmarle sus sospechas.


— Loco por tí, quizás — diciendo eso se aproximó a darle un corto beso en la mejilla a su chica. Cleo sonrió y soltó una pequeña risa.


A pesar de todo, Otto siempre lograba hacerle sonreír. 


  —  Llévate esta botella, Cleo. Yo ya tengo la mía — ya tenían que entrar a clase y puesto a que iban en diferentes niveles, sus caminos se separaban. Se acercó a su oído — Ya sabes donde encontrarme si se te acaba.

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⏰ Last updated: Jul 31, 2017 ⏰

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1990.Where stories live. Discover now