Capítulo 6

11.6K 1.1K 115
                                    

Fue una sorpresa para Thomas, ver a Ethan ser tan travieso, incluso cuando sabía que no era el efecto que él pretendía. Comprendía que quería que pensara que él estaba al mando y se sentía perfectamente feliz al dejarlo actuar como si estuviese llevándolo con una cuerda corta.

Pero Thomas estaba contento de que hubiese echado a sus amigos. Cierto que le gustaba la fiesta constante y la sensación de que vivía en una casa con chicas en bikini en su piscina y una infinita cantidad de comida y bebida a mano. Pero a veces aquello lo hacía considerarse un poco viejo.

A veces quería quedarse solo por un tiempo, sin sonrisas, sin juegos y escapar de la presión de ser juguetón con las chicas. Si fuese un hombre legal le diría a Ethan que no se había acostado con Cindy o sus amigas, pero le gustó verlo celoso. Le gustó aún más advertir el trabajo que le costaba esconderlo y fingir que no le importaba con quién se acostara.

¡Oh sí!, a Ethan le importaba y estaba extremadamente contento con eso.

No pasó demasiado tiempo sintiéndose mal consigo mismo o deseando ser una persona diferente, era inmune a los insultos desde hacía mucho tiempo. Crecer con un borracho en casa le hacía esto a un tipo. Pero, de alguna forma, cuando Ethan dijo que él era despreciable, le molestó. Solo lo suficiente para que lo notase.

Cierto, Ethan era solo una pasión juvenil que se había hecho más importante porque no lo había visto nunca más después de la noche que habían pasado juntos. Eso sin mencionar que era el único hombre con el que se había acostado en toda su vida. Pero aún quería impresionarlo. Y no con su coche, su casa o su cuenta bancaria. Eso no sería suficiente. No para alguien como Ethan.

Thomas quería llevarlo a su santuario privado bajo su casa. Nadie, —salvo los hombres que lo habían construido—  había estado en el sótano de su garaje.  Thomas lo había proyectado y amueblado personalmente para satisfacer todas sus necesidades los días en que no quería fiesta.

— Entonces, —dijo Ethan—, ¿Dónde podemos sentarnos y empezar a ver tu nueva agenda? Necesitamos llamar también a tu agente.

Ethan estaba mirando a la gran mesa del comedor, probablemente pensando que podía sentarse en un lugar mientras Thomas lo hacía en el otro.

No tuvo suerte.

— Tengo el lugar perfecto —Thomas, casi se rió cuando vio que Ethan estrechaba los ojos en respuesta.

Siempre había sido muy inteligente.

— Sígueme.

Caminaron por la casa y el espacioso garaje. Entonces Thomas tocó un botón en la pared y una sección de un metro del suelo se abrió para revelar una escalera de mármol.

— ¿Estás bromeando? —dijo Ethan echándose hacia atrás con horror— no voy a seguirte ahí abajo.

Thomas se rió.

— ¿Qué piensas que voy a hacerte? ¿Cortarte y almacenarte en mi congelador?

— Claro que no, pero...

Las mejillas de Ethan se ruborizaron tras sus pensamientos y Thomas llenó el espacio en blanco en su cabeza.

— Pero puedes besarme y me puede gustar y entonces podríamos acabar desnudos. Nuevamente.

En algún momento necesitarían discutir sobre su pasado. Habían pasado muchas cosas que no debían ser ignoradas para siempre. Pero era demasiado pronto. Ethan era como un caballo arisco, siempre a punto de correr, y felizmente Thomas estaba más que dispuesto a ser él quien le susurrara.

Ethan bajo las escaleras y Thomas encendió las luces y él se quedó sin aliento, en estado de shock.

Estanterías de madera oscura rodeaban la sala y los gruesos volúmenes en cuero parecían muy usados, con las páginas arrugadas, como si hubiesen sido leídos más de una vez.

EntrégateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora