Capítulo 32

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No importaba como Thomas intentaba llenarlas, había demasiadas horas en el día. Se levantaba temprano para sudar sus demonios en el gimnasio, permanecía hasta tarde con los nuevos grupos de niños del campamento de fútbol de Carl, y corría kilómetros a lo largo de los acantilados cercanos a su casa.

Durante el tiempo que había estado con Ethan en su casa, le dijo al personal de mantenimiento que las fiestas diarias se habían acabado, dejando la casa vacía y silenciosa como una tumba. Ya no podía con la idea de invitar a sus amigos de nuevo y tener un montón de mujeres en bikini en su jardín. Y definitivamente no podía ir al garaje sin revivir el poderoso primer beso, lo que demostró que cinco años no habían diluido en lo más mínimo la pasión de uno por el otro.

Gracias a Dios los entrenamientos empezarían el próximo lunes. Solo necesitaba seguir haciendo lo que hasta ahora durante el resto de la semana, entonces podría enterrar sus sentimientos en el fútbol, compresas de hielo y sesiones de estrategia. Durante algunos días, consideró realmente hacer los anuncios de Buzzed Cola, pero el rencor y el orgullo eran razones estúpidas para que defendiese algo que despreciaba. También sabía que si aceptaba hacer los anuncios todos los esfuerzos de Ethan de llevarlo por el buen camino se irían por la borda, y a pesar que las cosas no hubiesen acabado bien entre ellos, no quería hacer algo para dañar la reputación profesional de Ethan. Cerró los ojos para hacer la próxima serie en el banco, cuando los abrió se dio cuenta que Frankie —un veterano de los Gians, retirado hacía varios años debido a una lesión— estaba de pie tras él.

— Levantar boca arriba ciento treinta kilos no es la mejor cosa del mundo para hacerlo solo. —dijo Frankie.

— Necesito prepararme para la pre—temporada.

Frankie balanceó la cabeza.

— Realmente me alegra que estés aquí. Me gustaría hablar contigo un minuto.

Thomas se arrastró del banco y la barra.

— Dispara.

— He oído cosas sobre tu agente. Realmente hace ya tiempo.

Thomas deseó que pudiese decir que estaba sorprendido, pero no lo estaba. Había retrasado enfrentarse con Logan durante mucho tiempo.

— Probablemente sea hora de encontrar un nuevo agente.

Frankie asintió.

— Buen plan.

Hizo una pausa un momento, entonces encontró los ojos de Thomas en el espejo tras las pesas.

— ¿Me avisarás si necesitas cualquier cosa, verdad? No quisiera que te cayeran 130 kilos en las costillas.

Thomas apreció la oferta no tan sutil de Frankie.

— Te avisaré —dijo dirigiéndose a las duchas. Era hora de ocuparse de algunos asuntos pendientes.

~***~

Todo lo que Ethan quería era una tarde—noche tranquila para ocuparse de su correo electrónico, prepararse una taza de café, colocarse su pijama más cómoda y sentarse en el sofá con el ordenador en su regazo para limpiar la bandeja de entrada. Acababa de poner la cafetera, cuando el teléfono sonó. No iba a contestar pero cuando vio el número de su madre su noche productiva voló por la ventana. Su madre solo la llamaba por una única razón: porque estaba enferma por la bebida y nadie más estaba dispuesto a ayudarla.

— Oh, Ethan estoy tan contenta de que estés en casa. De nuevo me duele el estómago y Stella no se puede quedar esta noche.

Ethan escuchó a la asistente de su madre al fondo diciendo:

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