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El retortijón que sentía en el estómago no parecía querer irse. Usualmente, cuando se sentía así, era a causa de los nervios. Tal vez muy nervioso por una tarea, o por una de las pocas sesiones fotográficas que hacía para su padre —siempre a la fuerza— y que tanto detestaba. A veces se preguntaba si Adrien también se sentía así, pero no servía de nada pensar en ello: no podía ayudarse a sí mismo, mucho menos podría ayudar a su hermano.

Hermano. Era un pensamiento demasiado irónico mas siempre presente. Había crecido con él. Lo había protegido de todo cuanto pudo menos de sí mismo, y ahora Adrien era su propia persona. ¿Y Félix? Bueno, él... Él era él, aunque no tenía idea de lo que podía significar. Mucho menos ahora que descubría tanto y tan poco de sí mismo.

Miró aquellos papeles una vez más, frunciendo el ceño.

Por medio de la presente se notifica que el bebé, sexo masculino, de nombre Félix, correspondiente a la descripción de pelo rubio, ojos azules, nacido de siete libras, es hijo de Gabriel Agreste y...

Ni siquiera podía avanzar más allá. Sabía de qué se trataba, pero...

Había encontrado algo más. Una foto. 

 

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Era un salón que él no había visto antes, con mucha luz amarilla, cosa que su padre detestaba. Sin embargo, en ella figuraban él y la mujer de la pintura, parecía estar a punto de comenzar alguna gala, y en el reverso de ésta rezaba: "Con mi querida Aixa, 1990". En ella se veía un Gabriel Agreste rebelde, por decir algo. Su cabello largo y peinado de forma holgazana, y hasta con una perforación en la oreja. Félix nunca había notado eso, quizás porque desde que su madre se marchó él había dejado de prestarle atención a cualquier acto bueno o malo de su padre.

Pero era tan curioso.

Para empezar, ¿quién era esa mujer y por qué le decía "su querida"? ¿Fue alguna mujer antes de su madre? ¿O fue durante su madre? Sabía que aventurarse de nuevo en ese armario no sería cosa buena, pero la verdad no le había importado. Siempre había sabido que él era diferente, pero...

Todo era un endemoniado "pero".

Soltó un suspiro ruidoso y miró el reloj de pared de su habitación. Eran las 6:05 pm. Bridgette no había ido a la cafetería. ¿Por qué? Últimamente no iba, cosa que le dejaba un mal sabor en la boca. Si ella dejaba de ser ella, no sabría qué hacer. Era contradictorio, pero él pensaba que ella era inteligente. Estúpida e inteligente. No. Estúpida no, más bien demasiado ingenua, demasiado inocente. Académicamente inteligente, sentido común deficiente.

Guardó los documentos en su morral otra vez, soltó una maldición por lo bajo cuando salió del edificio... y contempló el caos. Los edificios estaban sucios, enlodados o con pintura esparcida a diestra y siniestra por todos lados. Los botes de basura estaban volteados y... ¿lo que veía era un grupo de chicos tratando de subir a un árbol?

¿Quién es Chat Noir? [#2]Where stories live. Discover now