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Nino Lahiffe era muchas cosas, entre ellas algo confiado y despreocupado, y también muy crédulo. Durante casi un año escuchó todas las teorías de Alya Césaire sobre quién podría ser Ladybug y las creyó todas —prefería creer que era porque Alya las había elaborado bien y no porque creyera todo lo que ella le dijese—. Cada vez que Alya le pedía un favor alocado él no pedía razones, con que ella simplemente le dijera que era para algo importante y que no podía dar detalles, él le creía. Lo mismo sucedió cuando conoció a Adrien: Nino realmente no pedía explicaciones, creía todo. También con Marinette, cuando la encontraba en situaciones extrañas. Con que la azabache tartamudeara una respuesta era más que suficiente.

Nino no era un chico que buscaba problemas, quizá por eso no pedía explicaciones; quizá por eso los problemas siempre lo encontraban.

—Puedo explicarlo —dijo Adrien rápidamente.

—¿En serio quieres inventarte una excusa a que eres Chat Noir? —dijo Nino.

—Patético, ¿verdad? —ahí fue cuando Nino se fijó en la criaturita negra que revoloteaba por la habitación.

Nino gritó. Plagg siguió revoloteando, traspasó la neverita de Adrien y salió comiendo camembert. Nino volvió a gritar.

—Por favor, Plagg no es tan feo —dijo Adrien.

—Yo no soy feo —replicó Plagg.

—Bien, definitivamente necesito una explicación.

Sentía la boca seca y estaba esperando que en cualquier momento Adrien le diera una bofetada, despertándolo porque se le hacía tarde para clase.

Se sentó en la cama —ya no confiaba en la silla— y esperó. Adrien comenzó a contarte todo con rapidez, Nino trató de captar todo. Le contó de cómo obtuvo su Miraculous, un anillo que le daba la capacidad de transformarse en Chat Noir, gracias a la criaturita flotante —llamada Plagg— que le otorgaba poderes. Le explicó lo de Hawk Moth y los akumas. Cuando terminó Nino se quedó quieto, procesando.

—Oh, Dios —dijo luego de un rato—. Te dije que no podías amar a Ladybug, pero tú eres Chat Noir. Tú la conoces mejor que nadie.

—Eso no es cierto —dijo Adrien—. Hasta hace poco ni siquiera sabía quién era.

—Qué me importa. Estaba equivocado. Soy tu mejor amigo y traté de borrar tus sentimientos.

—Sí, eres un terrible mejor amigo.

—Oh por Dios, ¿debí haberlo sabido antes? El hecho de no haberme dado cuenta hace que me sienta...

—Nino, basta. —Adrien se escuchó cansado—. Esto es mi culpa. No deberías saberlo.

—Debería. Los mejores amigos deben. Yo...

—Nino, no te lo hubiera dicho, siquiera hubiese mostrado indicios de eso.

—Pero...

—Está de más decir que es peligroso —dijo Plagg—. Por algo le dicen identidad secreta. Si la revelas, deja de ser secreta.

—Al menos no estabas solo en esto —dijo Nino luego—. Al menos tenías a Plagg y a Ladybug.

—Plagg no es una compañía espectacular.

—Me gusta recordarle que es un idiota —dijo Plagg.

Nino rió. —Lo es, ¿verdad?

—Gracias —dijo Adrien con mala cara, dejándose caer en el sillón, cómo dándose por vencido.

—Uno tremendo —afirmó Plagg.

—Lamento no haberte dicho —dijo Adrien.

—Está bien —dijo Nino—. Lo entiendo. Todos tenemos secretos, Adrien.

¿Quién es Chat Noir? [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora