Chase Yorke

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La sirvienta de la casa de los Yorke, escuchaba atentamente la televisión mientras arreglaba la cocina

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La sirvienta de la casa de los Yorke, escuchaba atentamente la televisión mientras arreglaba la cocina. Lo que decía la conductora era lo siguiente:

—Y lo que algunos expertos han intentado definir como algo de ciudad solamente, se sabe que no. Se registró un nuevo asesinato en un pueblo alejado en Silver City, no fue algo establecido. Una sirvienta asesinó a sus patrones, toda una familia, para ser exactos. Los pueblerinos dicen que fue por problemas por dinero, sin embargo, el capataz de la hacienda confirmó que el dueño era padre de aquella empleada. Así que... ni aunque ella lo hubiera sabido, ¿Otro caso del famoso club de hijos asesinos? Cada caso nuevo es una tortura para el oficial McElfatrick, quién está siguiendo este caso. Seguiremos informando.

Del otro lado, las paredes eran muy suaves, así que se pudo oír perfecta y claramente las palabras de esta mujer. En una habitación oscura, fría, húmeda y deprimente se encontraba el chico de la casa, pero... ¿Por qué estaba encadenado?

El señor Nicklaus Yorke llegó a su casa como siempre, su hija Mary se dirigió rápidamente hasta su habitación, ella había tenido una larga sesión fotográfica que no la podía mantener mucho tiempo de pie, así que no dijo ninguna palabra y procedió a descansar. Así que Nicklaus llegó al cuarto anteriormente mencionado y miró las manos adoloridas de su hijo.

—Estoy harto, ya no he hecho nada por ti está vez. No volverás a la puta escuela, siempre es lo mismo contigo... Chase—susurró completamente enojado.

Y así estaba su hijo mayor, atado a unas cadenas viejas y oxidadas, había sido tanto el tiempo que permaneció ahí, que salían terribles marcas alrededor de sus muñecas, suspiraba, pero no decía ninguna sola palabra.

—No más putas escuelas para ti, no sé qué diantres vas a hacer con tu vida de ahora en adelante, tarado, pero créeme cuando te digo que yo no te voy a mantener. Lo que hiciste con Tamika Montanan realmente no fue nada grato.

La oscuridad era presente, pero todavía se podían escuchar las pequeñas risas emuladas por Chase al recordar la manera en cómo violó a la joven Montanan.

—Alégrate que la familia aceptó mi dinero, pero es la última vez que vuelvo a salvarte el pellejo—estableció Nicklaus y caminaba hasta dónde se encontraba su hijo—, ya te lo había advertido... ¿O no?

Nicklaus tomó un látigo que se encontraba en la esquina del horroroso cuarto de tortura, las ratas presentes se fueron corriendo al escuchar sus sonoros pasos. Era obvio lo que pasaría, tan obvio que Chase ya ni siquiera se asustaba, solamente se escuchaban las exhalaciones complicadas que él hacía, sin embargo, su padre ya no tenía ningún interés de querer cuidarlo:

—. ¡TE LO ADVERTÍ! —gritó al mismo momento en que empezó a darle latigazos sobre su rostro y cuerpo— ¿O no? ¡Ellos dijeron que ya no querían que acosaras a su hija! ¡Te di la orden, y desobedeciste! Siempre es lo mismo contigo... ¡Siempre! Pero ya no, no más... así que ve pensando que diantres harás con tu vida de mierda, ¡Ya no voy a estar para salvarte!

El club de los hijos asesinos Where stories live. Discover now