Tú eres mío.©

29.

La clase de Cívica había terminado, todos salían del salón de clases, yo también preparaba mis cosas para salir antes de quedarme sola con el maestro. Me apresuré, pues era la última en el salón de clases, puse la mochila sobre mi espalda, caminé y hacia la puerta.

— Lau... — volteé. Era la voz del maestro. — Ven Laura — sabía que era lo que vendría, así que con todo el valor del mundo negué con la cabeza.

— ¿Por qué no? — dijo él.

— T-tengo q-que... — comencé a tartamudear de los nervios cuando vi que él caminaba lentamente hacia a mi, siguió caminando hasta la puerta, se asomó y después la cerró. Mi respiración se agitó.

— ¿Tú y el profesor Sebastián tienen algo que ver?

¿Cómo lo sabía? ¿Acaso éramos tan obvios?

Negué con la cabeza difícilmente. Estaba sudando.

— ¿Entonces por qué los he visto tan cercanos éstos últimos días?

No respondí.

— He visto la manera en que se miran y como hablan, ¿tienen algo que ver?

— No — afirmé. Y eso dolía más que una ruptura amorosa.

— Entonces, si no tienen nada que ver, no te afectará esto — acercó su rostro hacia el mío, me acarició la cara y besó mi mejilla, después mi cuello, me acariciaba la espalda, después la cintura, subió hasta mi pecho y en ese mismo instante besó mis labios muy lentamente.

Yo me separé y él me tomó nuevamente, me rehusé y el siguió besándome. Yo sentía coraje, mucho coraje.

Él me tocó, recorría mi cuerpo con sus manos, yo sólo permanecía ahí, parada y llena de furia.

— Si dices algo, toda la escuela se va a enterar de que tienes algo que ver con Sebastián y él se va a dar cuenta de lo fácil que eres — dijo en un susurro.

No pude evitar soltar una lágrima.

Él siguió besando mi cuello, yo sólo permanecía en silencio. Amaba tanto a Sebastián para soportar esto. 

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