Capítulo 5 - El baile

561 35 15
                                    

Narración Lali.

Mi pié aun me dolía. La verdad es que no sé que tenía en la cabeza al ponerme a saltar sobre las piedras con tacones y con el viento fuerte que había. Menos mal que apareció aquél hombre y me pudo ayudar. Su olor fuerte a alcohol no me pasó mucha confianza cuando se acerco a mí, pero sus recomendaciones fueron útiles. Ahora tenía el pié sobre tres almohadas y la verdad que poco a poco se deshinchaba. Tenía a "mi madre" dando vueltas por mi habitación, mientras Eugenia estaba sentada en un sillón a mi lado.

—    Pero que desgracia! – lamentaba mi madre – Como bailarás mañana con este pie tan hinchado? – me miró – Míralo, parece que tienes cuatro pies en vez de uno! Pero que hacías en el jardín mientras toda la sociedad estaba en el comedor?

—    Necesitaba un poco de aire – la miré – Sabes que no estoy acostumbrada a estas fiesta, querida madre. – sonreí con ironia – Mañana estaré mejor.

—    Sí señora Basset, he pedido a la criada que le haga un té de hierbas que curan y mañana tendrá sus bonitos pies para bailar como un ángel! – respondió Eugenia.

—    Eres un sol, querida! – dijo mi madre agarrándole las manos – Me hace muy feliz que seas amiga de mi hija. Sé que es una persona difícil pero después le coges cariño.

Lucía después de que se enterara de que mi amiga Eugenia era la verdad Eugenia Lanzani, hija del conde de Barcelona, casi se puso a lamerle los pies delante de todos. Todo lo que Euge decía, mi madre lo aprobaba. En todo le daba la razón, y eso me pareció genial porque gracias a eso, mi madre me dejó dormir en la habitación de Eugenia, junto a ella. Al principio le pareció horrible; dijo que tenía que tener una habitación para mí sola, que seria presentada a la sociedad y que los demás hablarían, pero como os dije, al enterarse del apellido Lanzani que acompañaba Eugenia, de pronto todo le pareció genial.

—    Eres muy amable señora Basset! – respondió Eugenia mirándome de reojo. – Catarina es una mujer estupenda! Me hace muy feliz tenerla aquí!

—    Eres un sol, querida! – dije imitando las palabras de mi madre; que me miró mal y Eugenia prendió la risa.

—    Si me disculpan, voy a descansar en mi habitación. Todo esto me dejó muy cansada! – dijo Lucía – Que tengan bonitos sueños y comportaos! – dijo mientras salía de la habitación.

—    Es muy...

—    Intensa? Agobiante? – la miré – Lo sé. – sonreí

—    Me siento culpable en haberte dejado sola en el jardín! – dijo Eugenia mientras de iba atrás del biombo a quitarse la ropa.

—    No te preocupes, amiga mía. No fue tu culpa, yo que soy muy testaruda. – sonreí – Menos mal que aquél hombre pasaba por allí. Aunque se riera de mí.

—    En serio? – dijo poniendo su cabeza en una lateral mirándome – Qué tipo de caballero haría eso?

—    Por eso. No era un caballero! – nos reímos.

—    Mañana si está en el baile, me lo muestras que le daré unos consejos de como tratar a una dama!

La mañana siguiente el castillo estaba a "todo vapor". Los criados corrían de un lado al otro, con flores, platos, cortinas, comida... Y como si no fuera suficiente, Lucía a las 6h de la mañana ya estaba en mi habitación dándome órdenes. Decía que tenía que comportarme, qué familia tendría que ser de mi importancia y cuál no. Mientras Lucía hablaba miré por la gran ventana de mi habitación y sonreí al mirar que desde allí se podía ver el sitio dónde me había caído la noche anterior. Se podía ser más tonta?

En Otra ÉpocaWhere stories live. Discover now