Capítulo 6 - Cabalgata

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Narración Lali

    Cuando Eugenia me presentó a su hermano, me quedé petrificada. Nunca imaginaria que el hombre con fuerte olor a alcohol y que se reía de mi fuera en verdad, el futuro conde de Barcelona. Él notó mi vergüenza al instante en que Eugenia nos presentó. Sabía que disfrutaba al verme sufrir, ya que ayer no había perdido la oportunidad de insultarle. Después del divertido baile, fui a por una bebida y entonces vi Eugenia llegar.

— Dónde te habías metido? – pregunté mirándola. – Tuve que bailar durante mucho tiempo con tu hermano!

— Y no me digas que no disfrutaste? – sonrió – Míralo, es el caballero más guapo que hay aquí. – dijo mirando al gran salón y yo le acompañé con la mirada.

    Obviamente había muchos hombres lindos y para todos los gustos pero, Lanzani se destacaba en medio de ellos. Era el de pelo castaño en medio a tantos rubios.  Alto, delgado pero definido - ya que le había tocado los brazos mientras bailábamos – ojos verdes, una nariz fina y puntiaguda y por último, esa maldita sonrisa. Puedo decir que me quedé toda la noche mirando su boca y esos lunares que tenía en las mejillas le daba un toque misterioso y a la vez, divertido. Era guapísimo. Lo admitía. Pero admitirlo a Eugenia? Nunca.

— No cambies de tema! – dije mirando a cualquier parte del salón menos a ella.

— Pero mírate, eres tu quien está cambiando de tema! – se rió – Está bien, no quieres admitirlo por que tienes miedo que se lo diga, pero puedes confiar en mí.

— Y tú en mí – la miré – Quien es ese caballero de la melena rubia que te secuestró por tanto tiempo?

— Oh – me miró – Es...

— Catarina mi tesoro – escuché Lucía detrás de mí – te quiero presentar el Duque de Toledo! – dijo con demasiada alegría y cuándo me giré, él sonrió y agarró mi mano.

— Es un placer conocerla, señorita Basset. – dijo y entonces besó mi mano – Si me permite, debo resaltar lo hermosa que es!

— Emm... Gracias mi señor – respondí – Esta es mi amiga, Eugenia Lanzani.

— Sí, ya tengo el honor de conocer a la señorita Eugenia. – dijo sonriéndome – Su hermano y yo somos amigos.

— Lo siento excelentísimo señor – dijo Eugenia dando un paso adelante. Madre mía lo tenía que llamar así? – Pero creo que te equivocas. – sonrió – Mi querido hermano y usted, eran amigos. En pasado. Ya no lo són. – resaltó con ironía pero con una amabilidad a la vez que me confundí.

— Equivocarme, yo? – sonrió el duque y me miró – Yo nunca me equivoco, señorita Lanzani. Eso son  aguas pasadas, su hermano y yo ahora tenemos la mejor de las relaciones.

    Ahí había algo. La forma en que la cara del duque cambió cuando Eugenia lo corrigió delante de las personas, aunque supo manejar la situación, no le fue de buen agrado. Lucía estaba igual de confundida que yo; pero en seguida aprovechó la oportunidad para empujarme a otro hombre más.

— Excelentísimo, este es el baile de presentación de mi querida hija. No tendría la amabilidad de sacarla a bailar? – dijo con esos ojos de perro abandonado y el Duque extendió su brazo y me miró.

— Aceptaría bailar conmigo? – preguntó galanteador.

— Sí. Sería un honor. – dije apoyándome en su brazo y él me guió hasta las otras parejas que bailaban.

    Para mi vergüenza, la música era lenta. Sentí que él apoyó una de sus manos en mi cintura y la otra, en mi mano. Su toque era firme. Yo apoyé mi brazo en su pecho y él nos guió a un ritmo perfecto al de la música.

En Otra ÉpocaWhere stories live. Discover now