Capítulo 5

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Dedicado a: CallmeJane3

Nikolai miró de reojo a su nieto, quien miraba las nubes con expresión distraída. Aún estaban en el avión.

-Yuratchka. -Habló con voz suave. El niño rubio giró la cabeza y miró con ojos sin brillo a su abuelito. -¿Cómo te sientes, hijo?

Yuri lo miró meditabundo; sus labios formando una tensa línea. Nada quedaba del niño feliz que había llegado a Japón y que Katsuki Yuuri habia logrado mantener con el mismo ánimo.

-Triste. -Respondió. -Volver a casa es volver a recordar todo. Quiero... yo... Quiero... -Sus ojos verdes se llenaron de lágrimas. Nikolai sintió que su viejo corazón se partía en mil pedazos.

-Dímelo y te lo daré, Yuratchka. -Le dijo, determinado a ver la sonrisa de su adorado nieto, quien de un día para otro, había perdido todo lo que amaba.

-No puedo. Sería algo muy egoísta. -La temprana muerte de sus padres había hecho que un pequeño niño de cinco años empezara a pensar como un adulto.

-No te preocupes por eso, hijo. Lo que quieras, lo tendrás. -Intentó.

-Yo... -Su voz tembló. -Sólo quiero... estar con mi cerdito. -Lo miró con los ojos llenos de lágrimas. -Ya no quiero llorar más, ni odiar a Viktor... pero si estamos en casa, no podré evitarlo.

Nikolai miró con los ojos abiertos como platos a su nieto. No pudo resistirse, lo envolvió en un cálido abrazo.

-Sé que no puedo reemplazar a tus padres, Yuratchka. Pero puedo... puedo hacerte feliz, hijo. -Su voz de pronto tenía un tinte de agonía.

Yuri asintió.

-No me hagas caso, abuelito. Estaré bien. No tenemos que ir a Hasetsu.

Nikolai cerró los ojos con pesar.

-Sí tenemos que ir. -Respondió, sintiendo que su nieto se quedaba estático de repente. -Hiroko-san ya me lo ha propuesto. Tú y yo, en Hasetsu. Yo trabajando con mis amigos y tú con tu cerdito. ¿Qué dices?

Yuri sintió que su pequeño corazón latía desbocado.

-¡Sí! -Casi gritó, con una enorme sonrisa en los labios y los ojos verdes brillando.

Nikolai supo que irse sería lo mejor para todos. Sobre todo para Yuri.

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Yuri no entendía por qué se sentía de esa forma. En su pecho reinaba la desesperación, el miedo, la pena y un sentimiento de estar siendo traicionado.

Llevaba una hora vagando por Hasetsu, había caminado por todos los lugares que eran atractivos turisticos donde Yuuri podría haber llevado a Viktor.
Pero no estaban en ninguna parte.

Se sentía estúpido por sentir que un nudo se formaba en su garganta. Tenía ganas de llorar.

Pero es que... ¡Era su culpa! Si hubiera dejado su visita a Yuko para otro día y si hubiera comprendido mejor a Yuuri en la hora de almuerzo... nada de esto estaría pasando.

Yuuri. ¿Dónde estas cerdito?

Sólo entonces recordó la existencia del celular.
Con toda su desesperación había olvidado algo tan simple como llamarlo por teléfono.

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