Capítulo 8

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Yuri y Yuuri se encontraban en la playa de Hasetsu. Ambos sentados en la arena, en silencio.

El rubio se dedicaba a mirar el mar frente a él y el japonés estaba sumido en sus pensamientos. Le preocupaba la reacción que tendría Yuri cuando intentara hablarle sobre Viktor.

¿Lo mejor sería decirle en seguida para qué lo había invitado o pasear? ¿O disfrutar un rato de su compañía? Pues hace mucho tiempo que no salían solos. Siempre Yuko estaba con ellos.

Yuuri se sintió un poco egoísta al pensar lo último.
Pero aún así... quería estar con Yuri. Aunque luego quedara con el corazón  destrozado por las despreocupadas palabras de amor que soltaba el ruso dirigidas hacia Yuko.

-Oi, cerdo. -El rubio lo sacó de sus pensamientos con su característico tono impaciente. -¿Por qué me trajiste aquí?

-No esperaba que me preguntaras eso tan pronto. -El de anteojos suspiró, y decidió guardarse por unos minutos más la verdadera razón de haber traido a Yuratchka a la playa. -¿Tiene algo de malo que quiera estar contigo un rato? Eres mi mejor amigo, y... estos días... siento que hemos estado un poco distanciados. -Como siempre, llamar a Yuri "mejor amigo" le dolía un poco.

-No tiene nada de malo. -Dijo el rubio, sin mirarlo. -Y es tu culpa que hayamos estado distanciados. Tú eres el que anda detrás del viejo calvo todo el tiempo.

Yuuri suspiró.

-Lo siento. -Dijo, jugando con sus manos.

-Aunque... reconozco que también es mi culpa, cerdito. -Yuri por fin giró la cabeza y los ojos verdes y achocolatados se encontraron al fin. -He estado actuando de manera muy inmadura. -Dijo chasqueando la lengua. -Y el día que Viktor llegó... fui tan mal amigo contigo... por no entender tu silencio... En serio lo siento, Yuuri. Pero es que la idea de verte sufrir... hace que quiera destrozar el mundo.

El corazón del japonés dio un vuelco dentro de su pecho.
Pero procuró no ilusionarse con las palabras de su amigo.

-Algún día te contaré por qué estaba así ese día. -Prometió Yuuri. -Pero ese día, me odiarás. ¿Aún así quieres saber?

Yuri frunció el ceño y llevó su mano a la nuca del japonés. Sostuvo algunos mechones y obligó al castaño a mover su cabeza hasta tenerlo a un par de centímetros de rozar sus narices.

-¿Cómo podría odiarte, Yuuri? -Los ojos verdes taladraban a los achocolatados. El japonés no se quejó de que le doliera un poco los tirones de Yuri en su cabello, porque el rubio no tardó en soltarlo (su cabello), para comenzar a acariciarlos. -Yo...

Yuri cerró sus ojos y se acercó hasta que su frente y la de Yuuri se encontraron. -Yuuri. -La desesperación del día anterior volvió a nacer en él.

Tenía que decirle al chico lo mucho que lo quería. Por más extraño que pareciera viniendo de él.
Tenía que hacerlo. O al final Yuuri terminaría alejándose de él.

-¿Eh? -Susurró el japonés, torpemente y con las mejillas sonrojadas.

-Yuuri. -Tomó aire y se llenó se valor. Sintió arder sus mejillas. -Yo te quiero mucho. -Se sintió con un peso menos sobre los hombros. -Y no quiero que te alejes de mí. Así que... por favor. Por favor no me dejes por Viktor.

Katsuki estaba totalmente en shock. Yuri jamás le había dicho algo como eso. No podía evitar que su corazón danzara dentro de su pecho y que sus estúpidas esperanzas revivieran.

-Yo... -Dijo con voz temblorosa, mientras llevaba sus manos hacia la nuca de Yuri, imitando las caricias que el chico la brindaba. -Yo también te quiero mucho, Yuratchka. Y jamás te dejaría. Jamás. -Prometió, sintiendose terriblemente nervioso y feliz. Parecía una confesión de manga shoujo.

Celos Delatores Where stories live. Discover now