Comida Casera

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"Ah....soy un estupendo desastre. Logré ser despedido en mi primer día, debería celebrar este nuevo record personal"

Yuuri llevaba todo el día tirado en la cama, no había comprado nada para comer y luego de ver horas de series deprimentes y películas donde todos sus protagonistas morían, evitando a toda costa contestar los mensajes de su amigo y su familia, decidió que era suficiente de autocompasión que no solucionaría nada de lo sucedido.

Bajo luego de horas donde la interacción social fue nula y se dirigió a una tienda cercana en búsqueda de ingredientes de buena calidad para cocinar y así pasar las penas. Si había algo que lo animaba verdaderamente era preparar katsudon, su plato favorito.

Puso música y con los ingredientes listos comenzó a preparar su festín personal. Amaba cocinar y más si se trataba de katsudon, porque lo llevaba a su hogar y con él podía saborear nuevamente su niñez.

"Bueno, si Stammi Vicino no funciono buscare otro sitio. No es tan malo ¿Cierto? Digo...trabajar en comida rápida también es un trabajo digno..."

Tenía un plato humeante hasta arriba de deliciosa chuleta de cerdo y los vegetales que lo acompañaban. Pero cuando estaba en proceso de meter los palillos dentro de su boca la puerta sonó con tres golpes secos y firmes.

"¿Quien será? Debe estar equivocado, que yo sepa pague todo antes de llegar...¿Olvide algo? Espero que sea algo rápido, quiero comer"

Se levanto de forma perezosa mientras los golpes a la puerta no se hacían esperar, pero como la mirilla era tan antigua y opaca fue inútil ver de quien se trataba, mas al abrir la puerta no sin cierto resquemor a un asesino en serie, la mandíbula se le desencajo completamente luego de ver a su flamante invitado.

-¡V-Victor!

-Hola Yuuri -dijo sonriendo abiertamente solo como él sabe hacerlo-

-¡¿Q-que haces aquí?! Oh, no me digas que debo regresar a pagar los daños que provoque anoche -dijo con sufrimiento- Ah, no debías venir aquí. Si envían la cuenta la pagare en cuanto tenga el dinero.

-¡Oh no! -exclamo Victor frenando al japonés- No es nada de eso, vengo a entregarte esto.

Yuuri recibió en sus manos lo que parecía su estuche de cuchillos que al parecer había olvidado completamente luego de salir avergonzado del restaurant. No lo había notado porque había usado los cuchillos que ya tenía el departamento con tal de cuidar mejor los suyos.

"Soy un idiota, gracias vida" Pensó molesto consigo mismo.

-Esto, gracias por tomar las molestias de venir a entregarlos. -con una cuota de sorpresa e incomodidad-

-No es molestia alguna, para ser sincero fue la excusa perfecta para venir a verte.

-¿Qué?...-pregunto ladeando la cabeza y pestañeando rápido sin comprender-

-No quiero molestar, pero aquí afuera hace algo de frio ¿No lo crees? -dijo Victor tratando de ser lo más sutil posible-

-E-esto...¡Lo siento! ¡Pasa por favor! -cayendo en cuenta de su mala cortesía-

Cuando Victor entro al diminuto departamento muy distinto a su enorme loft, pudo percibir un exquisito aroma proveniente de la vieja cocina a gas y supo que su decisión de ir en búsqueda del japonés era absolutamente la mejor que allá tomado.

-Veo que llego en un mal momento -dijo Victor con tono juguetón- ¿Estabas a punto de comer?

-Sí, esto...bueno...-sin saber cómo hilar ideas por tener en su casa a Victor-

-¿Qué es? -pregunto curioso acercándose a la olla-

-Se llama katsudon.

-¿Katsudon? -pregunto extrañado- No había oído de este plato.

-Bueno, es algo tradicional en Japón. No es tan famoso, pero a mí me gusta mucho.

-¿Puedo probar?

-¡¿Ah?! ¿Quieres probar lo que cocine?

-Claro, no le veo nada de malo probar algo que cocines tu.

-Está bien -dijo tímidamente-

Era una situación algo incomoda para Yuuri, tenía en su casa a su más grande ídolo y le iba a servir un humilde katsudon en comparación a las increíbles preparaciones a las cuales debía estar acostumbrado Victor. Un evento paranormal e insólito que Yuuri solo atribuyo a la alineación de los planetas o alguna clase de hechicería.

-Lo siento, no es muy buena la vajilla aquí -se disculpo Yuuri-

-No importa si la vajilla es linda o no, lo importante es lo que contiene y las intenciones que se tengan.

-E-está bien.

Yuuri se sentó frente al ruso expectante al primer bocado, pero jamás pensó que Victor reaccionaría con un efusivo "¡бkýcho!"

-¡Qué delicia! ¡¿Esto es lo que come dios?!

-Me alegro que te guste. -dijo extrañamente bien y avergonzado-

-¡Yuuri! ¡Esto es delicioso! ¡No puedo creer que el idiota de Yakov te haya dejado ir así de simple!

Aquellas palabras en serio sorprendieron a Yuuri que no esperaba ni en sus mejores sueños comer en la misma mesa con Victor y menos que este alabara una de sus preparaciones. Estaba demasiado feliz como para recordar que todo lo que ahí sucedía era idílico, sin embargo su invitado de pronto puso una expresión algo seria y eso lo alerto.

-¿Yuuri tú sabías quien era yo en el aeropuerto? ¿Cierto?

Directo como una flecha y sin vueltas Victor toco el tema que Yuuri quería evitar a toda costa.

-Sí.

-Y sin embargo no aceptaste mi invitación.

-Tienes razón.

-¿Puedo preguntar por qué?

En serio no tenía una respuesta clara para eso, simplemente se sintió abrumado al estar tan cerca de Victor y aun se mantenía esa tensión que lo martirizaba. Una cosa era ver a su ídolo en revistas y la televisión, otra muy distinta tenerlo de frente sin ningún filtro que los separara. Era demasiado chocante, como mirar directo al sol sin lentes para protegerse. 

-Simplemente no creo que no era necesario -contesto finalmente- Después de todo fue un accidente sin intención.

-Interesante...-dijo Victor colocando su dedo índice en la punta de sus labios-

-¿Interesante? -pregunto Yuuri sin comprender a lo que se refería Victor-

-Yuuri -dijo con seriedad- ¡Serás el nuevo chef en el Stammi Vicino y yo te ayudare a lograrlo!.

-¡¿Quueeeeeeeé?!

Aquel grito se pudo escuchar en todo París haciendo volar a más de una bandada de palomas asustadas. Sin dudas el camino de Yuuri estaba a punto de dar un giro mientras el pánico se apoderaba de su cuerpo y alma con aquel dios ruso que había bajado hasta la tierra solo para hacerlo enloquecer.

-¿Qué dices Yuuri? ¿Tu y yo cocinando juntos en la misma cocina?

Victor tomo la mano de Yuuri entre las suyas y como quien busca respuestas lo miro directo a los ojos con un brillo indescriptible que el japones no sabía que significaba.

-Y-yo... 

No podía hablar si Victor lo miraba así, no podía moverse mientras las manos de Victor tomaban las suyas y simplemente dejo que el tiempo diera su veredicto final.

La Receta Perfecta (Yuri on Ice)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora