La cocina del Zar

184 38 22
                                    



Victor escribía por primera vez desde hace mucho tiempo una nueva receta y se sentía libre al fin. Los sabores venían a su paladar y trataba de recrearlos en una armónica perfección, como un compositor que escribe una nueva melodía o un coreógrafo que imagina los nuevos pasos para su siguiente presentación.

Nada era al azar, incluso esos arrebatos por mezclar picante con dulce, era importante cada detalle. Ese era una de sus más grandes virtudes y defectos, el ruso era demasiado perfeccionista y exigente consigo mismo, lo cual le había traído todo el éxito en su vida. Pero lamentablemente el éxito puede dejar de lado dos cosas tan importantes como: "Love & Life". Victor no sabía que era disfrutar en forma sencilla, todo tenía que ser enorme y magnifico, pero eran los pequeños momentos los que se le estaban escapando sin poder alcanzarlos. Él estaba feliz con su vida, pero envidiaba un poco a las personas que podían gozar con algo tan mínimo como ver una puesta de sol.

Hasta ese momento no había tenido problemas para crear un plato nuevo que sorprendiera a todos. Era un artista y bien sabida era su mágica improvisación que lograba mezclar los sabores más extraños en un solo bocado.

Pero de un tiempo a esta parte sentía que ese don se estaba diluyendo. En un principio pensó que era algo pasajero, pero lo cierto es que los meses ya eran cada vez más duros y las chispa de inspiración no aparecía por ningún sitio. Estaba preocupado y no quería perjudicar en su trabajo, pero es difícil aparentar todo el tiempo con una falsa sonrisa cuando por dentro se sentía vacio.

Le gustaba evocar emociones nuevas y recuerdos olvidados en sus preparaciones. Cada plato era especial y único. La primera vez que vio a un comensal llorando gracias a uno de sus platos, pensó que algo malo sucedía, pero por el contrarío esas lagrimas eran el sabor de la niñez para ese hombre. Aquel desconocido termino siendo un crítico muy famoso e influyente y que al escribir su reseña, dejo a Victor como la mejor promesa culinaria del nuevo siglo. Desde ese momento Victor no solo cocino porque amaba los olores y vapores de la cocina, él quería ver la risa y los llantos de quienes probaban sus creaciones. Todo se volvió un espectáculo del cual no podía escapar.

Pero nuevamente se sentía como en su juventud, donde todo era posible y el único limite era el infinito. Las cosas fluían en su interior y fuera de él, gracias a esa aparición repentina en el aeropuerto de San Persburgo. ¿Quién diría que ese extraño con rasgos asiáticos se convertiría en la chispa que estaba faltando para explotar todo lo que estuvo siempre en su interior?

Yuuri a pesar de su timidez era alguien agradable, simpático e incluso gracioso si se lo proponía, pero por mucho que lo intentará, seguía existiendo una barrera enorme entre ambos y por mucho que lo intentará, parecía que no podía destruirla.

Las últimas semanas había pasado mucho tiempo con él, donde estuvieron practicando y degustando ingredientes nuevos para su plato. No era cosa sencilla, porque el japonés tuvo que probar diferentes variedades de productos picantes que lo llevaban derecho al baño a tomar litros de agua y luego litros de leche para bajar el picor.

A Victor le gustaba la perseverancia de Yuuri, le gustaba ver como se esforzaba y estudiaba nuevas formas de cocinar un mismo ingrediente. Al de cabello plata le parecía muy interesante esa característica y trataba de entenderlo, entender como aquel joven era tan especial a sus ojos. ¿Qué hacía a Yuuri distinto de todos los que había conocido antes? Porque él había viajado a diferentes países, incluido Japón, pero había algo que no sabía explicar y que lo atraía de forma natural al azabache.

Finalmente decidió que no debía explicar nada, ese era su problema, porque Yuuri era inexplicable.

El día de la competencia había llegado y en la cocina del Stammi Vicino se encontraban ambos Yuris concentrados acabando los últimos toques en sus platos y los ojos de sus compañeros no se despegaban de ellos ni por un segundo.

La Receta Perfecta (Yuri on Ice)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora