CAPÍTULO 2: UN ENCUENTRO INESPERADO

92 15 3
                                    

- ¡Lo siento! No era mi intención, ¿Te encuentras bien? - se disculpó el chico con el que tropecé y yo suspiré de alivio al ver que no se trataba de quien temía.

- Tranquilo, estoy... bien - le respondí limpiando mi rostro con las manos, en un intento de ocultar todo lo que estaba sintiendo, y me dispuse a seguir caminando, pero para mi sorpresa y angustia, el joven siguió mis pasos.

- ¿Puedo ayudarte en algo? – preguntó con una extraña y evidente preocupación.

- No, no puedes ayudarme... – expresé con enojo. - Nadie puede hacerlo. - declaré con un hilo de voz y empecé a caminar de nuevo, pero él me tomó del brazo con cuidado y con firmeza, hasta acercarme a él.

- Ven, acompáñame, prometo que estarás mejor. – ofreció con dulzura.

- Yo no voy a ninguna parte contigo, ¡Suéltame! - le respondí angustiada y temerosa, pensando seriamente en gritar para pedir ayuda. – No me sigas, ya te dije que no puedes hacer nada por mí. – le recalqué.

- ¿A qué le temes? Solo quiero ayudarte, intento ser amable contigo – expresó con mucha ternura, la cuál yo no podía comprender.

- No necesito que lo seas, no necesito tu ayuda. – insistí con determinación y desdén.

- Para mí es evidente que no estás bien – declaró, mirando fijamente mis ojos y pude sentir cómo una extraña punzada atravesaba mi corazón. – Y yo sólo quiero ayudarte, no temas, prometo que no te lastimaré como ell...- carraspeó. - Puedo hacerte compañía un rato, sólo si tú me lo permites, respetaré tu decisión, te lo aseguro. - confesó con atisbos de pesar.

La verdad no entendía nada, y me costaba pensar con claridad por el estado en el que me encontraba. Así que puse mis ojos en blanco, sin creerle ni una sola palabra y decidida a marcharme, le di la espalda, pero de pronto sentí que todo a mi alrededor daba vueltas, y un fuerte dolor de cabeza me atacó.

Respiré profundamente, en lo que fruncía el ceño y reevaluaba mi decisión. ¿Qué posibilidades hay de que sobreviva esta noche, sola en quién sabe dónde? ¿Qué pasaría si llego a desmayarme? Quizás cuente con suerte y ese chico sea una buena persona, ¿Y si no? ¿Qué más da? Ya no tengo nada que perder.

- Ok... - susurré volviendo a caminar, pero más despacio esta vez.

- ¿Eh? ¿Eso es un sí? – preguntó con evidente satisfacción.

- No busques que me arrepienta - le respondí y él rio, apresurándose a seguir mis pasos hasta posicionarse a mi lado.

GRACIA ©حيث تعيش القصص. اكتشف الآن