CAPÍTULO 7: IMPOSIBLE DE OLVIDAR

37 10 0
                                    


- Cassie, eres nuestra princesa, te amamos con todo nuestro ser, y justamente queríamos evitarte este trago amargo, queríamos evitarte este dolor, que también es nuestro. Queríamos cuidar tu corazón, mi niña – expresó mi papá, tomando mi rostro en sus manos, secando cada una de mis lágrimas. – Odiaba tan sólo pensar en que él podría lastimarte, quería protegerte, porque eres lo más preciado de esta casa junto a tu hermano, pero él sabe defenderse sólo. Nuestra mayor preocupación eras tú, y aunque nos duele lo que estás sintiendo, no podemos negarte el alivio que nos da el saber que ya no hay nada entre ustedes dos. Gracias a Dios, te diste cuenta a tiempo, antes de que ocurriera una desgracia. – Dijo sacudiendo la cabeza y entonces me llené de remordimiento.

- Si, mi Cass, créeme, dejarlo fue la mejor decisión que pudiste tomar, no te imaginas cuánto hemos orado tu papá y yo para que Dios te abriera los ojos. Pero ya, por fin. – Expuso mi mamá y yo tragué en seco.

- ¿Crees que Dios me perdonará algún día? – le pregunté con mis ojos cristalizados.

- Claro que sí, mi niña, si nosotros te amamos tanto y somos capaces de perdonarte, ¿Cuánto más Aquel que formó cada partecita de tu cuerpo en mi vientre? ¿Cuánto más Aquel que entregó su vida en sacrificio por ti? – Expresó con mucha ternura mientras tomaba mis manos entre las suyas y les daba un apretón. Pero mamá no conocía la profundidad de mi pregunta, no podía dimensionar la grandeza de mi error... Si lo supiera, no me diría las mismas palabras, estaría de acuerdo conmigo en el hecho de que no hay perdón para mí por haber rechazado a Cristo y haber caído tan bajo, por mi desobediencia.

El remordimiento que de por sí, ya sentía, ahora se había intensificado, me sentía terrible por haberles ocultado la verdad, pero no tenía el valor para decirles tal cosa, me pesaba tanto en el alma que decidí escapar de ese momento, ofreciéndome a hacer las compras en el súper.

Con mis ojos cerrados aspiré el aroma frío del lugar y apreté con fuerza el manillar del carrito para iniciar el trayecto entre los pasillos. Tomaba las cosas de la estantería a medida que leía la lista hecha por mamá y las introducía en el carrito, luego de revisar la fecha de vencimiento. Giré en dirección a otro pasillo, pero lo hice tan rápido que no me percaté de la presencia de alguien saliendo de dicho pasillo y sin querer, lo golpeé.

¿Wayne? Me pregunté y mi corazón revoloteó al pensar en dicha posibilidad, pero cuando el joven levantó su mirada, mi sonrisa se desvaneció, no era él, sólo era un desconocido.

- Lo siento – expresé avergonzada y él asintió sin problema, así que seguí mi camino hacia los alimentos congelados.

En cuanto deslicé la puerta, percibí un olor fétido que me provocó fuertes mareos y náuseas, por lo cual, la cerré inmediatamente y apoyé mis manos sobre el vidrio, sintiendo que me iba a desvanecer. Pero... de pronto, una mano cálida me sostuvo con firmeza y mi piel se erizó.

- ¿Cass, estás bien? – oí su voz en un susurro y busqué su mirada... ¿Quién era? Alguien imposible de olvidar.

GRACIA ©Where stories live. Discover now