Tercera Prueba. El Regreso de la Oscuridad

3.4K 226 53
                                    

El desayuno fue muy bullicioso en la mesa de Gryffindor la mañana de la tercera prueba. Las lechuzas llevaron a Harry una tarjeta de Sirius para desearle buena suerte. No era más que un trozo de pergamino doblado con la huella de una pata de perro, pero Harry la agradeció de todas maneras. Llegó una lechuza para Hermione llevándole su acostumbrado ejemplar de El Profeta. Lo desplegó, miró la primera página y escupió sin querer el jugo de calabaza que tenía en la boca.

— ¿Qué...? —preguntaron al mismo tiempo Harry y Ron, mirándola.

—Nada —se apresuró a contestar ella, intentando retirar el periódico de la vista.

Pero Ron lo cogió. Miró el titular, y dijo:

—No puede ser. Hoy no. Esa vieja rata...

— ¿Qué? —Preguntó Harry—. ¿Otra vez Rita Skeeter?

—No —dijo Ron, e, igual que había hecho Hermione, intentó retirar el periódico.

—Es sobre mí, ¿verdad?

—No —contestó Ron, en un tono nada convincente.

Pero, antes de que Harry pudiera pedirles el periódico, Draco Malfoy gritó desde la mesa de Slytherin:

— ¡Eh, Potter! ¿Qué tal te encuentras? ¿Te sientes bien? ¿Estás seguro de que no te vas a poner furioso con nosotros?

También Malfoy tenía en la mano un ejemplar de El Profeta. A lo largo de la mesa, los de Slytherin se reían y se volvían en las sillas para ver cómo reaccionaba Harry.

—Déjame verlo —le dijo Harry a Ron—. Dámelo.

A regañadientes, Ron le entregó el periódico. Harry le dio la vuelta y vio su propia fotografía bajo un titular muy destacado:

HARRY POTTER, «TRASTORNADO Y PELIGROSO»

En todo el artículo hablaba lo que le había pasado a Harry durante la clase de Adivinación respecto al dolor de la cicatriz, había varias aseveraciones de algunos Medimagos, decían que sólo eran inventos del chico con tal de llamar la atención. Y para rematar, había una «entrevista en exclusiva» de los Slytherin delatando la habilidad de Harry de hablar pársel.

— ¿Por qué esto no me sorprende? —comentó Alex con sarcasmo

—Ya no me tiene tanto cariño, ¿verdad? —dijo Harry sin darle importancia y doblando el periódico.

En la mesa de Slytherin, Malfoy, Crabbe y Goyle se reían de él, atornillándose el dedo en la sien, poniendo grotescas caras de loco y moviendo la lengua como las serpientes.

— ¿Cómo ha sabido que te dolió la cicatriz en clase de Adivinación? —preguntó Ron—; Ella no podía encontrarse allí, y es imposible que pudiera oír...

—La ventana estaba abierta. La abrí para poder respirar.

— ¡Estabas en lo alto de la torre norte! —objetó Hermione—. ¡Tu voz no pudo llegar hasta abajo!

—Bueno, eres tú la que se supone que está investigando métodos mágicos de escucha —dijo Harry—. ¡Dinos tú cómo lo hace!

—Es lo que intento averiguar —admitió Hermione—. Pero... pero...

De repente, la cara de Hermione adquirió una expresión extraña y absorta. Levantó una mano lentamente y se pasó los dedos por el cabello.

— ¿Te encuentras bien? —le preguntó Ron, frunciendo el entrecejo.

—Sí —musitó Hermione. Volvió a pasarse los dedos por el cabello y luego se llevó la mano a la boca, como si hablara por un walkie-talkie invisible. Harry y Ron se miraron sin comprender. —Se me acaba de ocurrir algo —explicó Hermione, mirando al vacío—. Creo que sé... porque entonces nadie se daría cuenta... ni siquiera Moody... y ella podría haber llegado al alféizar de la ventana... Pero no puede hacerlo... lo tiene tajantemente prohibido... ¡Creo que la descubrí! Necesito ir dos segundos a la biblioteca... ¡Sólo para asegurarme!

La Serpiente se enamoró de la LeonaWhere stories live. Discover now