Capítulo I

1.5K 135 27
                                    

El piso de madera se sentía incómodo y duro, pero mi cuerpo tenía una sensación suave por todos lados. Giré el rostro y me encontré con el cuerpo de alguien más, podía oler cierto aroma de menta y cuero, algo que no había notando antes, y me di cuenta cuánto me gustaba. El cabello rubio cenizo de Dean estaba despeinado y los recuerdos de lo que acababa de pasar me hicieron sonrojar. Por Dios. ¡Me acababa de acostar con mi profesor de tango! Ni siquiera habíamos tenido nada parecido a una cita y nosotros ya habíamos...

- Te ves lindo cuando tienes una crisis.

- ¿Disculpa?- susurré viendo unos dulces ojos verdes.

- Es obvio que estás pensando demasiado las cosas, he visto esa mirada antes.- dijo con una ligera sonrisa en sus labios.

- ¿Te refieres a...?

- Cuando enseño pasos nuevos siempre tienes esa mirada, te le quedas viendo a todos y después bailas. Es un poco extraño, pero si funciona para ti, está bien.- Dean había comenzado a acariciar mi espalda y ésta vez su toque me dio un poco más de pánico. Esto estaba mal.

- Tengo que irme.- dije de la nada.

- ¿Qué? No, espera.- se levantó y comenzó a ponerse ropa.- Te llevo a tu casa Cas.

- No me llames así. Yo no... Escucha Dean, ambos sabemos que esto no debió pasar. Soy un alumno en este estudio de baile y tú un profesor. Fue realmente asombroso pero estuvo mal, fue un error.- al instante que dije esas palabras, Dean cuadró los hombros, alzó la mandíbula y sus ojos se convirtieron en piedras frías.

- ¿Error?

- Dean.- susurré sin saber qué quería decir.

- Bien. Creo que es hora de que te vayas, Novak.

Su postura no me dio mucha opción. Me puse la ropa rápidamente y salí sin decir una palabra más. Lo último que vi fue la espalda de mi profesor de tango.

//////////////////////////////////////

La clase del día siguiente fue confusa. Dean no me miró una sola vez y evitaba acercarse a menos de siete pasos de mí. No sabía qué había hecho mal, aparte de decir que lo que pasó fue un error. Me di un golpe mental. Había arruinado algo que pudo haber funcionado, y ahora no tenía ninguna oportunidad. Vi cómo sonreía complacido cuando mis compañeros hacían algo bien y mi concentración seguía estancada en lo que había dicho la noche anterior.

- Dios, Castiel. ¿Qué diablos te pasa hoy?- dijo Meg con un leve congestionamiento en la voz.

- Lo siento, no lo sé.

- Descúbrelo ¡y arréglalo!

Tomé su cintura una vez más y justo cuando mis pies estaban haciendo una vuelta, los ojos de Dean me enfocaron y su mirada me bloqueó al instante, Meg seguía girando y la inercia me hizo trastabillar hacia enfrente, Megan logró estabilizarme antes que cayera por completo y cuando volví a mirar, Dean me estaba viendo con el ceño fruncido y la comisura de sus labios hacia arriba. ¿Se estaba burlando de mí?

- ¿Estás bien, Castiel?- dijo Meg con un tono de genuina preocupación.

- No lo sé

- De acuerdo, ¿podemos seguir?

- Claro.

Volví a abrazarla y comenzamos a bailar, dejé de concentrarme en la ausencia de atención por parte de mi profesor y la clase pasó más rápido de lo que me hubiera gustado, porque antes de que me diera cuenta todos estábamos tomando el descanso final y Dean hablaba de lo que habíamos hecho durante el día.

- Fue un buen día, chicos, estoy muy contento del progreso de hoy. Me preocupa la concentración de algunos,- dijo lanzándome una obvia mirada en mi dirección, que Meg también notó,- pero por lo demás estamos avanzando muy bien.- se giró para pausar la música y todos nos preparamos para irnos, pero el profesor habló de nuevo.- ¿Lisa? Me gustaría que te quedaras para unas clases avanzadas.- mi estómago cayó al suelo, mi mente recordando lo que me había dicho a mí la noche anterior para tenerme a solas.

Vi la sonrisa de Lisa, con su cabello castaño suelto con ondas por el peinado anterior, su cuerpo de bailarina profesional y su mirada sugestiva. Mis manos comenzaron a arder, mi cuerpo reaccionó a algo que no había sentido antes y mi mente se nubló por lo que pensé era pura rabia irracional. Con la poca de paciencia que me quedaba, tomé mi maleta y salí del salón.

Entre espejos y cancionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora