(mayo 24, 17)
a veces todavía pienso en eso.
y mi cabeza vuelve a una madrugada de febrero cuando no podía dejar de pensar así es como se siente ser feliz.
nos hicimos promesas imposibles y escuchamos nuestros discos favoritos. juntas. kilómetros de distancia, de tu cama a mi auto. parecía increíblemente cerca. tan exigua la distancia.
tan insignificante.
y te veías tan linda desarreglada. tan linda cuando ya te daba igual porque sabías que te quería mucho. escondiéndote en la oscuridad intentabas que no te mirara de más, te tapabas los ojos con las yemas de los dedos y me dejabas tu boca a la vista. toda para mí.
(tal vez debería haber guardado una o dos fotos. podría intentar encontrar las respuestas que se me escapan entre las sombras de tus clavículas. sino, al menos tus ojos podrían hacer que las lágrimas valieran la pena).
estábamos destinadas a caer rápido y lo sabíamos. pero el pequeño instante entre la risa y el resbalón (durante el cual tal vez pensamos que podíamos evitarlo, saltarlo, esquivarlo, escapar de él a toda velocidad con piernas inestables) fue tan satisfactorio.
tan cautivante.
supongo que lo que quiero decir es gracias por hacerme feliz durante cuatrocientos kilómetros y una hora más. los cuatro meses comiéndome las uñas que vinieron luego podemos olvidarlos.
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400 KILÓMETROS
Romancesobre dos veranos remotos y cinco lunares en el cuello que nunca llegué a tocar fatidicos 17