(agosto 3, 17)
quiero que seas feliz siempre.
yo quiero que no te vayas.
pero a veces las promesas nos llegan a la garganta. y presionan. y harías lo que fuera por sacarlas de ahí rápido, antes de que te comprometan mucho.
al final se rompen.
y nos dejamos romper también.
(y yo también quiero que seas feliz siempre, aunque no sea al lado mío, no como una premonición fatídica, pero con la idea de que tenés cosas mejores que yo entre tus dedos. o que las vas a encontrar. espero que algunas palabras mías estén dando vueltas por tu preconsciente, como las tuyas en el mío. que de vez en cuando rompan las barreras y te las acuerdes.
perdón, gracias, todavía a veces soy consciente de quererte. capaz algún día me olvide de extrañarte).
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400 KILÓMETROS
Romancesobre dos veranos remotos y cinco lunares en el cuello que nunca llegué a tocar fatidicos 17