Acaríciame

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Yuuri observaba en silencio al alfa que pasaba la fina cuerda roja alrededor de su cuerpo. Aunque debía estar avergonzado por la situación y por su vestimenta, lo único que realmente llenaba su mente, era lo atractivo y sensual que se veía su amo con algunos mechones de rubio cabello cayendo por su rostro; también se deleitaba con sus ojos verdes que miraban concentrados cada nuevo nudo que sus ágiles manos realizaban.

¿Cómo podía estar tan tranquilo aún sabiendo lo que ocurriría apenas el alfa terminara su labor? Porque confiaba en su amo, sólo por eso.

-Voltéate -ordenó Yura con voz neutral.

Yuuri obedeció, incluso colocó sus manos tras su espalda; una pequeña mordida en su hombro fue su recompensa por aquella acción voluntaria.

Mientras el rubio seguía amarrándolo, Yuuri cerró los ojos y se dejó llevar por la agradable sensación de ser tocado por su amo. Él no lo sabía, pero su perfume era suave y relajante, sólo el alfa que lo tocaba podía sentirlo y eso le gustaba.

- ¿Te lastima? -preguntó Yura al momento de apretar la cuerda alrededor de sus muñecas que estaban juntas.

-No, amo -contestó el omega con un susurro.

-Abre las piernas -fue la siguiente orden.

De nuevo, el omega obedeció, pero esta vez estremeciéndose al sentir las manos del rubio rozar su entrepierna. Yura lo notó, no podía esperar para hundirse en ese dulce cuerpo que temblaba y se mojaba ante su toque; oh, sí, el alfa veía la clara excitación del moreno gracias a que ahora pasaba las cuerdas en medio de sus piernas para separar un poco la exquisita piel de esos suaves glúteos que lo enloquecían.

Fingió rozar accidentalmente la erección de Yuuri sólo para deleitarse con su casi imperceptible quejido.

-La palabra, dime cuál es -le dijo el alfa a Yuuri contra su nuca.

-Yuratchka -gimió el moreno.

-Se obediente, cerdo -Yura palmeó con fuerza el trasero de Yuuri para que éste empezara a moverse-. Enséñame lo que tienes.

Yuuri asintió suavemente y empezó a caminar por la habitación del ruso. El rubio observaba la belleza de Yuuri; el omega estaba desnudo, sólo vestía unas medias rojas que le llegaban a mitad de los muslos. Por todo el pecho de Yuuri se apreciaban los rombos hechos con la cuerda, los dos más grandes eran los que oprimían y levantaban un poco los pechos de Yuuri. Sus pezones rosados llamaban al alfa.

-Muéstrame tu culo.

-Amo, mis manos… ¡Agg! -Yura azotó la piel de los glúteos del omega.

-Muéstrame tu culo -repitió el alfa.

Yuuri sentía aún el dolor que el látigo había causado en su piel, sin embargo, obedeció agachándose frente al ruso para mostrarle lo que pedía. Yura se acercó a él y después de una tortuosa y placentera examinación -dónde metió tres dedos sin previo aviso en su interior-, Yuuri sintió que algo frío y húmedo entraba en él. Un suave jadeo escapó de sus labios al sentir el butt plug en su trasero.

Satisfecho, Yuri le ordenó al omega que siguiera caminando frente a él. A medida que Yuuri se movía, la delgada y esponjosa cola negra del juguete sexual dentro del omega se tambaleaba al ritmo de sus caderas. El rubio veía excitado el sonrojo de Yuuri.

-Detente.

Yuuri obedeció en silencio. Sus castaños ojos miraron a los cristalinos ojos verdes de su amo. Yura le ordenó que se sentara sobre su cama con las piernas abiertas, lo que le dio al alfa total acceso a su húmedo sexo; pequeñas gotas de sus fluidos manchaban la cuerda roja que lo ataba.

¿Quién eres? Where stories live. Discover now