Búsqueda

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Un ruido sordo.

Un pequeño eco.

Un grito ahogado.

Un último suspiro.

Los fríos y azules ojos del alfa miraron por última vez al hombre que acababa de expirar, el mismo tipo que minutos antes le había dado una respuesta negativa. Apretó el gatillo del arma que sostenía y sin más observó el cráneo destrozado de aquel imbécil que se encontraba tirado en el suelo del almacén en el puerto.

Pequeñas gotas de sangre habían manchado los zapatos de Viktor.

Furioso, frenético, violento y harto de todo y todos ordenó que la búsqueda siguiera; sus subordinados contestaron con un movimiento mudo y afirmativo antes de verlo marcharse en silencio arma en mano.

—Hijo de puta…

El alfa dejó el aquel sucio y oscuro lugar donde una vez más había torturado hasta el cansancio a uno de los tipos que trabajaban para Yuri Plisetsky, odiando que pese a la brutalidad por la que era conocido su enemigo, sus hombres le fueran absurdamente leales, tanto como para no temer morir por él.

Todas estas acciones no solo lograban enfurecerlo sino que además le dificultaban enormemente la búsqueda que inició desde aquella noche sangrienta en que el rubio le demostró lo poco que lo conocía, ya que una vez más, reaccionaba como menos lo esperaba, superando ampliamente sus expectativas.

¿Cuánto tiempo más le iba a tomar ubicarlo para acabar de una vez por todas con él? Su paciencia se había extinto hace mucho tiempo, ahora solo añoraba encontrarlo para tener el placer de regresarle con creces cada una de las ofensas de las que había sido objeto sin descanso alguno.

¡Ah! Yuri Plisetsky, el tigre de Moscú, seguía golpeándolo sin piedad a pesar que su paradero era desconocido.

Era increíblemente jodido que nadie soltara prenda alguna respecto al escondite del mocoso de mierda, sobre todo teniendo en cuenta que la última vez que fue visto causó un gran destrozo en la ciudad, caos que apenas la policía logró controlar.

Y no fue para menos, Yuri Plisetsky no sólo había acabado de una manera morbosa y sangrienta con JJ, sino que en el proceso también aprovechó para aplastar los tratos que las sociedades Nikiforov y Felstman sostenían en el extranjero, exponiendo de paso las oscuras asociaciones que mantenían con varios empresarios y políticos, dejando en claro que nada le importaba ya que quedaba expuesto también.

Gracias a aquel inesperado movimiento creyó que el bastardo se había hundido también, sin embargo, su sorpresa fue mayúscula cuando se enteró de la estrecha relación que sus hermanos y él mantenían con los altos mandos de la esfera política, los cuales pese a cualquier escenario los mantendrían a salvo sin importar que circularan todo tipo de rumores sobre la ilegalidad de sus negocios, por lo que probablemente nadie podría demostrar que Yuri Plisetsky tenía las manos tan manchadas como Viktor y Yakov.

Este tipo de contactos y vínculos había logrado que las cosas se volvieran más jodidas aún, esa estúpida habilidad de esconderse era la causa de todos los males del ruso mayor, pues los bastardos de sus socios lo presionaban para que de una vez por todas eliminara al que era su mayor enemigo antes que fueran devorados por sus fauces; no obstante, Viktor no contaba con la ayuda de nadie, todos eran demasiado cobardes como para hacerle frente al hijo de puta de Yuri, enviándolo a él con la pobre excusa que era tan fuerte y listo como su adversario.

¿Pero, en realidad lo era? A estas alturas, y considerado todo lo acontecido en los últimos meses, el platinado tenía serias dudas al respecto.

Al ser tan fuerte e inteligente como siempre lo había imaginado, se había anticipado a todos los golpes que el alfa menor podría haber devuelto con creces, ya que supuso que si su oponente se encontraba en desventaja, herido, solo y acorralado, nada podría hacer para contra atacar.

Pero ¿Qué tipo de monstruo podía resistir meses y meses de asedio con paciencia, con la única intención de morder el cuello de su agresor para desangrarlo? ¿Podría ser que Yura simplemente hubiese muerto y él estuviese a la expectativa de absolutamente nada?

Era una posibilidad clara, una que se le antojaba más que nada.

Viktor estaba al tanto que los pocos testigos que estuvieron la noche en la que Yuri barrió con Leroy, indicaron ver a un joven rubio bastante herido y sangrante salir de la propiedad que quedó reducida a prácticamente nada; de esa manera, teniendo en cuenta que solo sobrevivieron los despojos del orgulloso alfa, era inevitable volver a cuestionarse si en verdad existía un ser humano capaz de recibir estoicamente todas estas heridas sólo para tenderle una trampa.

Definitivamente no.

Nadie en su sano juicio lo haría.

Un hombre no podría, solo un animal toleraría esa situación...

Y él conocía a ese animal sediento de venganza.

Yuri era un tigre agazapado que utilizaría su tamaño y fuerza para golpear a su presa y abatirla, consiente que solo necesitaría una rápida mordida en el cuello y la caza sería un éxito. Un golpe rápido para terminar con todo.

Por un segundo, sintiendo los fríos ojos ojos de la bestia sobre él, Viktor creyó ver una sombra pasar cerca así que giró rápidamente sobre sus pies mirando alrededor y sintiéndose repentinamente acorralado; aguantó unos segundos la respiración al sentir un pequeño escozor en su cuello y apuró el paso hacia el vehículo que esperaba por él para regresar a su oficina principal en Moscú. Sintiéndose ridículo, se dijo que el stress y toda la situación lograban activar la paranoia en su cerebro.

Poco después Viktor bebía el segundo trago de vodka mientras se recostaba en su cómodo sillón y miraba hacia la nada. Sus pensamientos eran un caos gracias a que se le acababan los posibles lugares donde encontrar a su enemigo, irritándolo tanto como para desear terminar con todo ese lío de una vez por todas.

¿Dónde diablos estaba Yuri Plisetsky? ¿En qué maldito agujero se escondía esa rata infame?

Mientras Yuri siguiera con vida la guerra que sostenía con él no acabaría y ya se había prolongado más tiempo del necesario, causándole más pérdidas de las que también había anticipado, tanto en personal como en recursos monetarios.

¿Cómo pudo Yuri, aún moribundo y sangrante, deshacerse de Leroy de tan espectacular manera? ¿Cuál fue el método que utilizó para hundir todos sus negocios en el extranjero sin que Yakov y él se dieran cuenta? ¿Tan amplias eran sus conexiones y alcance? De ser así corrían más peligro del que imaginaban y por ello debían actuar cuanto antes.

Obviamente el rubio no se escondería en ningún hospital público o privado de la ciudad ni en algún lugar dentro de su territorio porque de ser el caso, ya hubiera podido hallarlo, sin embargo, tenía la certeza que tampoco había regresado a alguna de sus propiedades y que ninguna figura política lo protegía, era casi como si la tierra se lo hubiera tragado, lo cual no podía ni debía ser posible ya que habían intervenido todos los bunkers detallados en los radares y satélites hackeados; a menos que estuviera dentro del volcán Klyuchevskaya Sopka, era imposible dar con él.

Como si las cosas no estuvieran peor, había comprobado que Otabek y Seung no tenían mayor contacto con su hermano y lo sabía gracias a que por meses había vigilado cada uno de sus pasos, notando que no solo no lo veían tiempo atrás, sino que el mismo Yuri se había encargado de alejarlos metiendo mano a la Babicheva y causando destrozos en el negocio del chico tailandés.

—De saber dónde está tampoco darán señas de ello —había dicho Yakov desde la cómoda cama en la que se recuperaba—. Hay que ser más listos que él.

Claro, el viejo inútil se podía dar el lujo de dar su opinión porque desde su casa no se enfrentaba realmente a toda la presión con la que él lidiaba, así que tampoco servía de nada escuchar lo que tuviera que decir.

¡Además, Viktor sabía perfectamente que debía ser más listo que Plisetsky!

Si el tigre se estaba preparando para atacar, él estaría listo para hacerle frente.

No estaba dispuesto a darle la espalda, se haría más grande y estaría listo respondiendo la agresión con más agresión.

O también podría intimidarlo para hacerlo salir de su escondite.

El problema era que tampoco había rastro alguno de Yuuri, la única debilidad que el hijo de perra tenía y con la cual pensó acorralarlo.

—Yuuri...

Debía encontrarlo también para asegurarse de tener una carta bajo la manga, una que haría al bastardo salir de su escondite en medio de la desesperación que le causaría saber que debería defenderlo.

Sí, buscaría y encontraría a Yuuri para hacerle saber a Plisetsky que de no ceder ante él lo mataría con sus propias manos, regocijandose al acabar de una vez por todas con el juego donde solo uno podía salir victorioso.


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⏰ Última actualización: Sep 02, 2019 ⏰

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