Parte 2

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Lo observo atónita.
Tiene que ser un juego.
-¿Me vendiste?-Le pregunto en un susurro y él asiente.-¡Me vendiste! -Le grito incrédula haciendo que se sobresalte.

-Escúchame Theresa, era la mejor opción. Faltaba poco para que el jefe de la policía diera con algo que pudiera mandarme a la cárcel.-Me dice apresuradamente.

-¡Ahí es donde mereces estar! ¡Joder, tú mataste!-le grito histéricamente mientras siento como lágrimas recorren mis mejillas.- Mereces pudrirte en la cárcel.- Digo asqueada levantándome pero él me detiene.

-¿Crees que estarían satisfechos con atraparme?- Me pregunta y lo observo- Esto va más allá Theresa. No se hubieran detenido conmigo, después te hubieran investigado.- Mi ceño se frunce.

-Yo no tengo nada que ocultar.

-¿Crees que vender drogas no es un delito?- Me pregunta y lo observo impresionada. ¿Cómo sabe?-Entiéndeme, era venderte a él o que nos pudriéramos los dos en la cárcel. ¿Sabes lo que le hacen a mujeres de tu edad? Eres carne fresca.-Me explica.

-Dime que hay alguna forma de evitarlo.- Le suplico y él niega lentamente.

"Era venderte a él o que nos pudriéramos los dos en la cárcel." Sus palabras resuenan fuertemente en mi cabeza. ¿Cuántos años podrían darme por vender droga? Diez, veinte a lo mucho. No yo no podría estar todo ese tiempo encerrada. ¿Qué pasaría con Matthew?

Observo a George el cual me mira preocupado.

-¿Qué quiere de mí?- le pregunto refiriéndome al bastardo que me ha comprado.

-Quiere hacerte su esposa.-Compromiso. Joder. No podría, no no y no.

Sin embargo es casarme con ese tío de buena pinta o ser encerrada en una pocilga por demasiado tiempo con la posibilidad de ser violada.

-Lo haré.-Le digo sin dudarlo. Él me observa agradecido.-No me mires así, no lo hago para salvar tu culo, lo hago para salvar el mío, ¿entendido?-George baja la mirada para después asentir.-¿Cuándo tendré la oportunidad de hablar con él?-le pregunto cansada por esa bomba.

-Hoy mismo, se ha ofrecido invitarte a una cena por la noche.- Me dice y asiento.- Va a pasar por ti a la casa. Sobre la cómoda de mi habitación hay una caja negra que él te ha mandado, usa eso y por favor ponte guapa.- Me pide y sin más salgo de su despacho.

Camino lentamente ignorando la mirada asesina de la secretaria y una vez que estoy en el estacionamiento, subo a mi coche. Entonces dejo caer mi cabeza sobre el volante haciendo que el claxon suene fuertemente.

-¿En qué mierda me he metido?-Me pregunto a mi misma.

Limpiando una simple lagrima, enciendo el automóvil y conduzco hacia mi casa.

Al llegar, bajo del coche con pesadez e introduzco la llave en el orificio de la puerta dándome paso a la enorme mansión. Subo los escalones y antes de dirigirme a mi habitación entro a la de George.

Enciendo la luz haciéndome pestañear y busco la caja.

Una larga caja con envoltorio negro descansa sobre la cómoda donde mi madre solía acomodar todas sus joyas y perfumes. Tomo con cuidado la caja la cual contiene una carta y salgo de la habitación dirigiéndome a la mía.

Al entrar, la silueta de un chico me hace saltar soltando la caja y haciendo que caiga al suelo.

-Joder.-Digo intentando calmar mi respiración y entonces esa peculiar risa delata al culpable de mi pseudo infarto. Mathew se gira a observarme y me ayuda a levantar la caja la cual coloca sobre mi cama.

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