Parte 4

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-Idiota.-Le digo girándome. Él suelta una leve risa y comienza a lavar la lechuga. Veinte minutos después, Derek termina con una mano quemada al intentarme besar y por fin nos encontramos sentados en la mesa de la sala.

Ninguno habla y lo único que se escucha es el golpeteo de los cubiertos contra la vajilla de porcelana.

Introduzco una hoja de lechuga a mi boca y comienzo a masticarla sin separar mi vista de mi porción de ensalada.

-Está delicioso.-Menciona Derek, lo observo.

-Gracias.

-¿Quién te ha enseñado a cocinar?-Pregunta interesado.

-Aprendí sola.-Levanto mis hombros.

-¿Tu madre no te enseñó?-Me pregunta extrañado. Le sonrío levemente.

-No tuvo tiempo.

-¿Mujer ocupada?-Pregunta dándole un sorbo a su copa de vino.

-¿De qué es tu empresa?-Le corto cambiando de tema.

-Se encarga de financiar a otras compañías, empresas, locales y por el estilo.-Me dice, lo observo esperando a que me platique más pues me parece sumamente interesante.-La fundó mi papá pero hace dos años pasó a ser de mi propiedad.-Continúa.

-¿Cómo se llama tu padre?-le pregunto interesada.

-Richard G. Florey.-Dice.-Era un gran hombre, te hubiera agradado.-Finaliza con un tono de tristeza.

-¿Murió?-Le pregunto en un susurro observándolo, baja la mirada mientras su mandíbula se tensa.

-Cáncer de pulmón a los cincuenta y dos años. Sobrevivió algunos meses.-Dice seriamente, lo observo triste.

-¿Te gusta tu trabajo?-Intento cambiar de tema. Él me observa y una pequeña sonrisa aparece en sus labios.

-Me gusta lo que gano, me gusta darle órdenes a la gente, me gusta que todos me respeten pero honestamente el trabajo no me parece lo mejor.-Se explica.

-¿Por qué?-Le pregunto extrañada.

-Acepté la empresa por que si no iba a ser de mi hermano, me gustaría poder ayudar a compañías que de verdad desearan hacer un cambio en el mundo, aunque suene ridículo, pero me obligan a firmar para compañías que lo único que buscan es beneficiarse.-Dice observándome mientras acaba con su ensalada.

-Pero la empresa es tuya, no pueden obligarte a nada.-Le digo obvia.

-La empresa es mía, yo soy el que da las órdenes. Sin embargo, la mesa de asociados debe aprobar mis ideas y decisiones antes. Si doy una orden sin consultarles primero puedo perder mi puesto lo cual les conviene para que puedan tomar ellos el poder, pero no se los permitiré.-Me guiña un ojo y sonrío.

-¿Cómo funciona? Me refiero a que lo que haces es darle dinero a alguien, ¿tú qué ganas?-Él sonríe.

-Se les obliga a firmar un contrato en el cual se establece que recibiremos por dos años el cuarenta y cinco  por ciento de lo que ganen cada mes, al finalizar esos dos años, su empresa queda liberada y el dinero será de ellos. Nos van pagando con el tiempo lo que les prestamos más intereses extra.-Finaliza. Lo observo nerviosa debatiendo entre si hacerle mi última pregunta o esperar. Decido hacerla.

-¿Cómo has podido desaparecer el rastro de todos los actos ilegales que ha cometido George?-Le pregunto cansada de no tener aún una respuesta.

-Me acosté con la directora del departamento de policía.-Dice causando que me atragante con un pedazo de pollo.

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