II

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Diez días, diez días en que la rubia había estado en su ambiente natural, diez días en los que estaba algo insegura, diez días en que ni dormía bien por las noches y había acuñado hábitos nocturnos, diez días después de haber "rescatado" a las chicas de aquel lugar, diez días en que no había recibido llamada o visita de Skinny, Emerald o Jasper, diez días en que no había dejado de pensar en esa noche, diez días en los que no dejaba de mirar un listón azul ajeno a sus pertenencias, diez días en los que unos ojos azules llenos de miedo acechaban sus sueños.

No es que Peridot pensase mucho las cosas, por esa misma razón fue extraño cuando al llegar a casa hacia diez días se encontró a si misma pensando en el posible destino de varias de las chicas, ¿Cuál sería el mayor postor por la chica de rasgos latinos que había subido al auto de Skinny? ¿Cuánto darían por la chica albina y de ojos azules? ¿Qué pensaría la pelirroja que tenía marcas de golpes por todo su cuerpo? Pero la pregunta que le rondaba por la mente era ¿Quién sería el que se llevaría a casa a aquella chica de ojos azules como el cielo nocturno y aquella piel que la tentaba a pasar suavemente las yemas de los dedos para comprobar si de verdad el terciopelo palidecia ante ella? Y es que era estúpido y sinsentido, bien pudo dejarla ahí, pero lo mismo que la impulsaba a destruir los prostíbulos se lo impidió, aquel impulso de proteger al débil, aquel impulso de redimirse, aquel impulso que le atormentaba inclusive en sus sueños más profundos.

Si, parecía estúpido, porque las salvaba de trabajar en un prostíbulo para ponerlas a la venta como si fueran simples pedazos de carne, donde tenían que respetar y hacer lo que una persona que se media por sus bienes económicos para ejercer ese poder quería.

Sintió por primera vez en meses que iba a colapsar, su respiración se agitó y los recuerdos invadieron su mente, recuerdos llenos de gritos, súplicas, golpes y una persona que la protegió, misma a la que vio días después ser metida en una bolsa de basura para luego ser puesta en la calle, los recuerdos la hicieron correr al baño, necesitaba vomitar, necesitaba respirar, necesitaba olvidar, pero no podía, sólo podía vaciar su estómago en el baño, hasta que solamente salía un líquido lechoso con varias virutas rojas, sólo podía hiperventilarse tratando de respirar por la boca porque su nariz estaba llena de mucosidad y aquel líquido amargo y maloliente, no podía olvidar porque esos recuerdos se repetían como un filme de horror grabado a fuego en su memoria, y eso la mataba lentamente.

Sus ojos paseaban en la habitación, no distinguía nada, todo era borroso y se oía lejano, sabia que probablemente iba a ahogarse ahí, no había algo que la despertase de aquel trance, no había alguien que la ayudase a levantarse, no había nadie que la auxiliara.

Creía que era su perdición hasta que sintió una vibración que la dejó confundida, escuchó una canción relajante, a base de guitarra y ukulele, la reconocía, aquella que había grabado con el menor de la familia Quartz-Universe, aquella que le recordaba que no estaba sola y que aunque todos la abandonasen había esperanza para levantarse.

Sus hipidos cesaron, su visión seguía borrosa, pero era porque se le habían caído los lentes, ya no recordaba nada y por fin el aire llegaba a sus pulmones, se levantó y fue a lavarse la cara y los dientes, dejando que el sabor del dentifrico sustituyera aquel sabor amargo y garroso en sus dientes, al verse en el espejo ya no se vio de 19 años, se vio de 14, ya no se vio segura y fuerte, sino frágil y asustadiza, como un cachorro desamparado.

Cuando terminó revisó su celular, el cual comenzó a vibrar de nuevo.

—Aló—

—Peridot—

—Emerald, ¿Qué necesitas?—

—Es sobre lo del hace unos días—

Los Rescatistas (Terminada)Where stories live. Discover now