XLIV (2/2)

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—Peri... peri, despierta— sus ojos se abrieron de golpe, quien la había despertado había sido Emerald, quien la veía con preocupación y los ojos algo irritados.

—¿Qué pasa Emerald?— preguntó la rubia viendo con desgano su alrededor.

—Es sobre Lapis— y fue cuando la rubia puso toda su atención sobre el de ojos verdes que se encontraba parado frente a ella.

—¿Qué pasa?— la voz le tembló.

—Esta...—

Despertó de golpe, era de noche, tal vez de madrugada, no lo sabía con exactitud, sólo sabía que los demás (exceptuando a Steven) se habían ido, dejándola parcialmente sola, con preocupación, ya que según sabía, faltaba una semana para que la de cabellos azules diera a luz, así que no imaginaba que demonios había podido pasar.

...

—Malditos, todos— murmuraba Amatista, viendo con desdén sus piernas, no las sentía, en absoluto, odiaba verlas ahí y no poder moverlas.

»—Peridot, seamos realistas, nadie te va a querer, ¿Cómo puedes querer a alguien incompleto?— lo había dicho sólo por lastimar, era un hecho, le fue difícil reprimir una risa al ver el rostro sin color o expresiones de la rubia, quien apretaba los labios hasta que estos eran una sola linea.

—Dijiste que me amabas amatista... ¡Lo juraste!— aquellos ojos verdes estaban llenos de lágrimas y sus dientes rechinaban de impotencia y rabia, no podía creer lo que le había dicho la morena.

—Peridot, estas destinada a estar como tu pierna... sola— sonrió antes de darse la vuelta y largarse de ahí, dejando a la rubia al borde del llanto.«

—Maldito Emerald, maldito Jasper... Joder, ¿A quién quiero engañar? Fue mi maldita culpa, desde un inicio, jamás debí hacerle tanta mierda a Peri... jamás debí haber aceptado ese maldito trato y sin dudas... jamás debí haber jugado con ella— la de cabellos lilas soltó un bufido antes de ponerse a llorar como lo había hecho todo el rato que había estado ahí en un estado consciente.

Vio una sombra cerca de la puerta, que estaba ahí, parada, no quería visitas, de nadie, no estaba de humor, y no quería que la vieran como la llorona que siempre está lamentando toda la mierda que hizo en lugar de hacer algo para arreglar el problema.

—Topaz, si me vas a tirar más mierda entonces lárgate o hazlo sin entrar— la puerta se abrió, dejando ver a la misma chica que habían ido por los doctores cuando había despertado.

—¿Qué pasa?—  preguntó la recién llegada mientras veía a Amatista, quien había volteado el rostro hacia otra dirección, se sentía estúpida y débil.

—Nada— trato de hacer la mejor imitación de si misma que pudo, pero el resultado fue deplorable.

—Las personas no lloran por nada— señaló objetivamente aquella chica larguirucha, Amatista quería detallarla o algo, pero no, no iba a hacerlo en ese instante en el que se sentía como la mierda.

—Si digo nada, es nada— la molestia era algo que se sentía en sus palabras, eso y su voz se oía como la de quien ha estado llorando por horas (que es lo que ha hecho Amatista).

—Se que debe ser muy difícil, e inclusive un asco, pero ve el lado positivo, hay gente que está peor—

—Claro, porque debo sentirme mejor por el sufrimiento ajeno— sonrió sarcástica.

—Es inevitable, todos se sienten mejor en diferente medida por la desgracia ajena, eso es algo humano, viene incluido en ti— explicó.

—Vaya, gracias señorita pasante que no debería estar a estas horas en mi habitación— dijo con acidez y molestia.

Los Rescatistas (Terminada)Where stories live. Discover now