Capítulo 32

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Débil. Abandonada. Triste. Observando aquel techo que, aquel sol y luna que estaban amándose...

—¿Ya te sientes un poco mejor? —Preguntó la señora en busca de una respuesta de su hija. La chica sólo asintió con la cabeza y cerró los ojos—, ya te he dicho que tengas tu medicina en la habitación...

—Es que hace mucho que no tenía un ataque...—Susurró débilmente, por suerte la mayor logró escucharle.

—Ah, pero quieres tener la cochina ventana abierta —Reprendió la mujer mientras cerraba aquella ventana abierta—... Sabes que el aire frío te hace daño, Andrea, y más en estas épocas del año... —Se quejó la señora al ver que su hija aún estaba débil.

—Estoy bien, mamá... Además, sólo fue un simple estúpido ataque...—Refunfuñó la chica mientras escuchaba las palabras molestas de su madre.

—¡Mija! ¡El asma no es ninguna estupidez! —De nuevo la mayor reprendió el comportamiento de la chica. Y era cierto, el asma no era ningún juego, podía hasta provocar la muerte, y eso ya estaba comprobado...

—¡Si lo es! —Contradijo las palabras de su madre mientras se daba la vuelta y miraba hacia la pared, dejando a su madre ahí, mirándola fijamente.

—Pero puede pasar lo mismo... —Susurró tristemente mientras miraba como su hija le daba la espalda.

—No porque Yery lo haya muerto por un estúpido ataque, significa que yo también lo haga...—La voz débil aún seguía en ella, pero ya no tanto por el ataque de hace rato, sino por recordar a su hermana fallecida.

—Sabes que si puedes... —Mencionó su madre mientras se ponía de pie, no sin antes acariciar la pantorrilla de la joven.

—Pero yo no soy Yery, mamá... —De nuevo negó el hecho de que tenía la posibilidad de sufrir otro ataque de aquella enfermedad.

—Bien, pero de todas formas te dejaré tu inhalador aquí en tu buró —La mayor dejó aquel aparato que Andrea odiaba en el buró que estaba al lado de su cama—... Es mejor que duermas, al parecer la señorita Juliet no vendrá a casa esta noche.

Fue ahí cuando Andrea recordó que la rubia tal vez estaba en aquella fiesta, disfrutando, bebiendo alcohol... Estando acompañada de aquella hermosa chica...

—Buenas noches...—La  mayor se despidió de su hija, dándole un beso en la frente para así salir de aquella habitación que ha Andrea le parecía enorme sin la presencia de la rubia.

  Sola. En aquella enorme habitación. Esperando a la llegada de la rubia, para abrazarla y besarla, también para ver una película hasta quedarse dormidas... Pero sabía que eso no llegaría. Intentó marcar varias veces, pero fue inútil, la chica no contestaba, ni siquiera la llamada entraba, decía que el teléfono estaba apagado...
Al día siguiente había clases, pero era obvio que la mitad de estudiantes no asistiría por la grandísima fiesta que había hecho la famosísima Berenice Morgado... Obviamente ningún estudiante se presenta con resaca. Y aunque Andrea no hubiese tenido resaca, era obvio que no iba a asistir, ya que eran las tres de la mañana cuando aún intentaba encontrar señales de vida de la rubia, pero no recibía alguna. Fue cuando recibió señal de vida, pero no de la persona que esperaba...

—¿Melissa? —Miró el nombre en la pantalla, pero cuando iba a contestar, automáticamente colgaron.
Andrea, confundida, volvió a marcar a aquel número.

—Eh, Andrea, pero que milagro recibir una llamada tuya, y más a estas horas...—Exclamó sorprendida, a través de la bocina se podía escuchar que algo se movía al fondo.

—Mm... Yo, bueno —Susurró la chica en el micrófono—... Tú fuiste la que me marcó.

—Oh... ¿En serio? —Un tono de inocencia mostraba su voz. Cuando en realidad en aquella mujer no había ni un poco de ésta.

El primer beso...© ▶Editando◀Where stories live. Discover now