Aplausos

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Se me hacía extraño que alguien se preocupara por mí de ese modo, escuchando mis tonterías y apoyándome cuando me sentía hundida, aunque no se lo pidiera. Y lo peor de todo es que ese alguien era Regina Mills.

Estaba intentando convencerme a mí misma de que no era real, pero cuanto más tiempo pasaba, menos recordaba cómo era mi vida sin Regina en ella. Llegué a considerar qué pasaría si no se rompiera el hechizo. Por supuesto sería injusto para todos, cuyas vidas no se habían visto afectadas más que para mis padres que ahora vivían en una mansión. Pero sería injusto para Regina, que solo estaba conmigo porque no le dieron la oportunidad de escoger. No, no podía hacerle eso y vivir con esa piedra en mi conciencia.

El día previo a las votaciones todos teníamos algo que hacer. Mary Margaret se dedicó a atender a la gente y responder a sus preguntas, David se ofreció a llevar a la gente mayor a votar en su coche, y yo acabé de repartir todos los folletos en el pabellón municipal. Todo estaba listo para el debate. Pero entonces me llegó un mensaje de Regina:

"Ven a buscarme, tengo que salir de aquí."

Durante unos segundos dudé, pero sabía que Zelena no era tonta, y seguro que había planeado que esto pudiera pasar.
Bajé las escaleras y me dediqué a buscar a Regina. No estaba donde tenía que estar, y empecé a preocuparme. Tal vez esta versión de ella tenía pánico escénico o algo parecido. Al final la encontré, en un pasillo debajo del escenario, entre cableado y muebles llenos de polvo. Me costó bastante llegar hasta ella, que estaba sentada sobre una viga con los ojos cerrados.

-¿Regina?- Me acerqué a ella.

-Emma...- Frunció el ceño, sin abrir los ojos e hiperventilando.

-¿Estás bien? ¿Por qué no bajas de ahí?- Sugerí.

-Está muy alto...-

-¿Y cómo has llegado ahí?-

-No pretendía bajar...- Intentó coger aire profundamente para calmar su respiración.

-Vale, yo te ayudo...- Me puse delante de ella y levanté los brazos para sujetarla.

-No quiero salir ahí...- Se echó hacia atrás, volviendo a cerrar los ojos y sacando el aire con fuerza.

-Tranquila, no pasa nada...- Sacudí la cabeza. -Pero baja para que podamos hablar...-

La morena se lo pensó unos segundos, y se agarró a mis brazos para que la ayudara a bajar. Fue demasiado incómodo, porque sus pechos se pegaron a mi cara y tuve aguantar la respiración. No podía simplemente soltarla, y no soportaba esa sensación, la misma que cuando me ponía su chaqueta, ese olor a casa... Salimos de allí con cuidado, pero no se atrevió a volver con los demás. Parecía asustada.

-Regina, ¿qué es lo que pasa?-

-No quiero hacerlo, no quiero salir ahí, delante de todos... No sé cómo va esto, ¿y si hago algo mal?-

-Zelena hace muchas cosas mal y es alcaldesa.-

-Si, pero eso a ella le da igual...- Cogió aire con dificultad. -A mí no. No puedo hacerlo, todos me estarán mirando...-

-¿Y qué quieres? Estás radiante.-

-Para, lo digo en serio...-

-Yo también. Y si te pones nerviosa, mirame a mí, ¿de acuerdo?-

-Vamos, salen en dos minutos.- Asomó un técnico.

-Emma...- Se tensó de nuevo.

-No pasa nada, lo harás genial.- Le cogí ambas manos. -Yo lo sé, y si no es así puedes echarme la culpa a mí. Solo tienes que hacerlo como lo ensayamos y ser tú misma, eso es todo.-

The Wicked CurseWhere stories live. Discover now