Chapter 1. let go.

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Alguna vez se te cruzó por la cabeza qué pasa con una persona después de que mueren? Se van al cielo? Se van al infierno? Simplemente desaparecen, estando en este mundo un segundo solo para dejar de existir al siguiente? Nos quedamos en el mismo lugar solo que como espíritus, con solo un porcentaje de la sociedad con la capacidad de vernos, escucharnos o sentirnos? O reencarnamos, teniendo una nueva oportunidad de vivir?

Se que muchas personas divagan sobre el tema, inclusive algunas se obsesionan sobre el. Pero no en mi caso. Jamás me detuve a pensar en las posibilidades de que sucede después de la muerte. Bueno, nunca lo pensé hasta que me encontré en esa situación.

Sip, eso quiero decir, que me morí... y entonces... Reencarne en otro cuerpo. Pero no sabia que eso era lo que me estaba pasando hasta mucho tiempo después.

Imagínense despertar un dia como un bebé. Y aunque no sabes bien porque, algo en vos te dice que no es como las cosas deberían ser. Que algo está mal.

Era un bebé que aprendía rápido, eso seguro. Cuando tenía solamente tres meses ya sabía hacer lo que la mayoría de bebés aprenden al año. Para cuando cumpli un año ya sabia caminar, hablar, y comer sola. A los tres años ya sabía como escribir mi nombre, contar hasta 100 y todo tipo de cosas por el estilo.

En un principio mis padres, con el resto del mundo, creyeron que era un bebé superdotado. Eso fue antes de que comience a hablar sobre mis recuerdos.

La primera vez que recordé algo puntual tenía dos años, los recuerdos iban y venían y no eran concretos, eran simples cosas que sentía pero no lograba entender. Cuando les decía a mis padres que mi verdadero nombre era Ashley, que extrañaba a mis padres, o que queria saber donde Sparkle mi perro estaba (incluso cuando nunca habíamos tenido una mascota en esa casa) ellos decidieron pensar que era mi imaginación, un juego de una nena pequeña. Sueños incluso.

Pero con el paso del tiempo ellos empezaron a preocuparse, cuestionando se si realmente había algo mal conmigo. Y hay es donde Julian, mi terapista, entra en la historia. Si, mis papas mandaron a una nena de cuatro años a un psicologo solo porque contaba historias, porque afrontemoslo para ellos eran solo historias, divagaciones de un chico. Pero eso fue nada comparado con lo que paso despues, esto recién empieza a ponerse interesante cuando estuve en un accidente automovilístico a la edad de siete.

Estaba sentada en la parte de atrás del auto con mi mamá manejando hacia WallMart. Le pedí que pusiera el cd de barney, pero ella no me escuchaba estando muy ocupada hablando por teléfono. Comencé a gritar y patear el asiento para llamar su atención, entonces ella se dio vuelta pero no para preguntarme que quería sino para gritarme que me calle y deje de golpear el asiento. Después volvió su atención a su celular. No se que paso exactamente después de eso. Solo recuerdo escuchar gritos, y el ruido de metales chocando entre sí. Luego un dolor punzante en mi brazo, seguido por todo volviéndose negro.

Desperté en la cama de un hospital, con mi mama llorando y mi papá gritandole. Fue en ese momento que recordé la primera vez que estuve en esa situación, excepto que no había padres gritando en la habitación la última vez. No, solo había silencio.

Estaba con mis padres sentados en un auto. Pero no era el auto que mi familia tenía en la actualidad, ni tampoco eran los padres que tengo en la actualidad.

Iba sentada en la parte de atras del auto, estabamos hablando y riendonos de nada en particular, y entonces mi mama grito. Lo próximo que sé es que caiamos por el costado del puente. Recuerdo la desesperación, el sentimiento de que era el final. El dolor en el costado de mi cabeza, lo cual había golpeado contra la puerta del auto, seguido por golpes y dolor en todo el cuerpo. Nuevamente quedando todo en negro a mi alrededor.

Deja vuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora