7 || "Vive"

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"Vive" //  OneShot

—✨—

La guerra aún no acababa y el trío Ino-Shika-Cho estaban en batalla, alrededor de ellos, esparcidos por el campo que ocupaba la división donde se situaban, yacían los cadáveres de aquellos compañeros caídos en batalla lo que provocaba una melancolía y unas ganas de desaparecer en esos instantes, correr implicaba salpicar en los charcos de sangre que se creaban alrededor de los cuerpos. Era jodidamente horroroso pero no podían rendirse, el mundo shinobi dependía de cada uno de los que aún podían estar de pie y mantenían su cordura.

Ino pasó su brazo por su frente para limpiar el sudor, tenía los nervios de punta y su corazón iba a mil por hora, podía imaginar que en cualquier momento estallaría y saldría de su cuerpo. Haber sellado a su maestro aún la tenía algo aturdida y trataba de concentrarse durante las peleas. «Tranquila Ino, para esto se supone que has vivido, para ser shinobi, y no cualquier shinobi, sino una kunoichi, vive... Por ti, por tu familia, por tus compañeros... por él» se decía, se animándose a no rendirse, porque así era ella.

Seguían apareciendo más y más Zetsus blancos, ayudaba a Shikamaru y Chouji a no ser tocados por ni uno, y ellos hacían lo mismo con ella.

Uno de los ninjas que se encontraban en un nivel más alto cayó herido por el abismo, Ino corrió y logró atraparlo.

— ¿Te encuentras bien? — preguntó Ino viendo la herida profunda del joven castaño.

— Me... Duele — dijo en un hilo de voz con dolor.

— Resiste ¡Chouji, Shikamaru cúbranme!

— Sí — dijeron al unísono los nombrados, Ino puso sus manos sobre el abdomen (dónde se encontraba la herida) del joven que no aparentaba más de diecinueve años y un chakra verde comenzó a brotar de éstas. La Yamanaka hacía lo posible para curarlo rápidamente, pues había sido herido en un punto vital y no permitiría que ese joven sufriera lo mismo que Asuma.

— Sabes... Creo que ya no hay nada que hacer, gracias de todos modos — murmuró débilmente, Ino gruñó aumentando la cantidad de chakra en sus manos y negó con la cabeza.

— ¡No! ¡No te rindas, te salvaré y seguiremos hasta el final! ¡Vive! Estoy segura que tienes a muchas personas importantes a las cuales quieres ver después de que acabe todo esto, así que ¡Resiste y vive, maldición! — exclamó Ino, alguna que otra lágrima escapó de sus orbes azules verdosos pero aún así no cedía, salvaría al joven y no le importaba lo que éste dijera para convencerla de lo contrario.

— ¿Crees que esto acabe?

— Sí.

Él sonrió débilmente y miles de imágenes invadieron su mente.

— Kotomi...

— ¿Qué? — murmuró Ino ante el repentino nombre que él había mencionado, el joven carraspeó.

— Iba a confesar mis sentimientos a ella, pero luego vino todo esto de la guerra, nos colocaron en divisiones diferentes y no pude decirle lo que sentía por ella. Quisiera... Volverla a ver, pero ni siquiera sé si sigue con vida...

Ino sintió compasión por los sentimientos de aquel desconocido que apreciaba como su compañero aunque fueran de aldeas distintas ¡y qué mas daba! Eran compañeros de todos modos.

— Entonces vive, no te rindas y sigue, sé que tus sentimientos llegarán a ella porque yo si creo que sigue viva aunque no sepa nada aún. Vive por ti... Por ella.

El castaño quedó impresionado por la veracidad de aquellas palabras, Ino estaba por terminar de tratarlo y aún seguía esforzándose al máximo para terminar rápidamente.

— Supongo que tú también tienes a alguien especial por quien vivir — dijo el shinobi sintiéndose mejor, gracias al tratamiento que Ino aún no terminaba pero se acercaba a su culminación.

La rubia recordó en ese instante a un pintor, azabache, misterioso y que había golpeado su corazón de manera extravagante con unas simples palabras. Era cierto, él era esa persona (además de sus familiares y amistades) por la que se esmeraba tanto a sobrevivir y a alentar a otros a vivir.

Porque sabía que si él moría, ella también.

¿Quién le aseguraba que él estuviese vivo en estos momentos? Nadie, pero por alguna intuición única, tal vez esa sensación de alma gemela o alguna otra cosa paranormal, Ino sentía el latir de él en ella, lo que le daba la esperanza a seguir luchando. Ella lo presentía, Sai aún estaba vivo y luchando.

— Sí — respondió mostrando una sonrisa de labios sellados.

— ¿Y tus sentimientos llegarán a él? — indagó con una sonrisa divertida al mismo tiempo que se levantaba, ya estaba curado.

— Eso espero.

Ella creía en eso y su corazón latía con rudeza al recordarlo, pensaba que sus sentimientos eran demasiado fuertes como para que, de alguna manera, él los pudiera sentir. Aún sabiendo, que Sai no sabía nada de sus sentimientos.

—✨—

En otro lugar, en otra división, en otro corazón...

Luchaba contra los sentimientos negativos que se querían apoderar de él. El sellado que Danzou le había enseñado era riesgoso y él lo sabía, sin embargo necesitaba realizarlo pero aquella oscuridad que lo atormentaba no dejaba que aquél enorme pincel se moviera en ese lienzo.

— Protegeré a Sai-kun cueste lo que cueste — seguía diciendo Rock lee mientras esquivaba los ataques de uno de los siete legendarios espadachines de la niebla.

Sai no podía concentrarse, aquellos sentimientos reprimidos eran negativos y estaban por consumirlo.

Pero al escuchar a Rock lee se dio cuenta que lo consideraba uno de sus compañeros, él siempre se había sentido como un bicho raro cuando conoció a los once de Konoha. ¿Era por que no tenía sentimientos? No, él los tenía. Lo que pasa era que no los comprendía del todo, era humano después de todo.

— Compañeros... — murmuró, recordando a Naruto, Sakura... Con quienes había formado lazos.

Y de repente ella, una alucinación total, una esperanza, alguien que sentía y sabía que él necesitaba comprensión.

Una imagen fugaz pasó por sus recuerdos, él día que la conoció no podía faltar en su memoria. Ingrato se sentía de haberla llamado "belleza" sintiendo lo opuesto al conocerla, porque más en esos instantes, sintió que en verdad, si era preciosa.

Un nudo se formó en su estómago, y reflexionó ¿por qué sentimientos negativos? ¿Por qué no los sentimientos nobles que tenía hacia sus compañeros?

Con la voluntad encendida Sai logró hacer el dibujo de un tigre, el sellado estaba listo y el lo hizo, selló al espadachín y un gran peso de encima sintió desvanecerse.

Su corazón latía y su pecho ardía de emoción, sentía que ella lo esperaba, él sonrió levemente, viviría para verla, porque quería ser su amigo, su compañero.

Y aún con aquel recuerdo en mente y la gratitud en su pecho, siguió luchando, para sobrevivir, para vivir.

Por él, por sus compañeros... Por ella.



Historias SaiInoWhere stories live. Discover now