𝑪𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟑𝟖

1.4K 138 9
                                    

Se siente increíble despertarse a las doce de medio día y no a las seis dela mañana. Me estiro mientras sonrío, como en las películas, y vuelvo a acostarme mirando a Chris, quién duerme aún.
Ayer después de la playa, volvimos a casa y todos los chicos salieron de fiesta, menos Perrie y yo, así que supongo que todos tendrán un gran dolor de cabeza al despertar.

Sonrío con malicia y me levanto con cuidado de no despertarlo, cuando lo logro, salgo de la habitación y voy a la de Perrie a paso sigiloso.

Entro a la habitación y voy corriendo a su cama, ya se encuentra despierta mirando algo en su celular.

—Cosa con patas—la llamo, ella me fulmina con la mirada y yo sólo le sonrío.—sigueme

—¿A dónde vamos?

—Abajo, ¿Sabes donde está el botiquín?

—En la cocina hay uno, en el baño de invitados y la recamara principal donde nuestros padres duermen—asiento y salimos de la habitación.

Bajamos por el elevador y vamos a la cocina.

—¿Qué vas a hacer?

—Vamos a esconder todas las pastillas para el dolor—sonrío, ella me devuelve el gesto no muy convencida.

Ella saca el botiquín y lo abro para comenzar a buscar, hay como tres cajas de aspirinas y paracetamol, Después vamos al baño a hacer lo mismo y finalmente a la habitación de nuestros padres, quienes no están. Ya con todas las pastillas, vamos a su habitación para esconderlas, ya que sería demasiado obvio que yo las tuviera, o al menos eso me dijo ella. Después bajamos al sótano, que los chicos convirtieron en sala de juegos, en busca de algo que haga mucho ruido.

—Toma el megáfono y yo esta cosa—dice mostrándome una trompetilla roja, que sin querer presiona el botón sobresaltandonos a ambas.

—¡Tonta!

—¡Lo siento!

Volvemos arriba y nos separamos, yo voy a mí habitación con Chris, quién sigue dormido como todo un bebé. Me paro de su lado y es cuando logro verles bien el rostro, tiene un moretón en el ojo, el labio partido y un poco de sangre seca en la cabeza, de milagro llegó a casa. Decido no molestarlo a él e ir con mi hermano favorito, Paul.
Me adentro con cuidado en la habitación, voy hasta donde se encuentra dormido y sonrío, enciendo el megáfono.

—¡BUENOS DÍAS PAULINO!

—¡Ahaha la mierda!

Cae al suelo con todas las sábanas enredadas en su cuerpo, suelto una carcajada.

—¿¡QUÉ TE PASA MALDITA LOCA!?—se toca la cabeza con un gesto de dolor, sonrío felíz y salgo de ahí.—¡Traeme una pastilla!

Voy con Brandon ésta vez, ya que no lo he podido molestar desde que llegó.

—¡BUENOS DÍAS BRANDI!

Pero éste ni se mueve, resoplo y me acerco a su cama, preparo mi garganta para el segundo grito.

—¡BRANDIII!

—¡Hija de...!

Cae al suelo también, sólo se escucha un «auch» y después comienza a lloriquear como un pequeño.

—Mi cabecita...

—Llorón..

—¡Bruja, auch!

Suelto una carcajada y salgo de ahí, me paro en medio del pasillo para que todos logren escucharme.

—¡LEVANTEN SUS TRASEROS MALDITOS ALCOHLICOS!

Mis Hermanos y Yo [MISHYY #1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora