La muerte siempre llega. Para algunos de forma inesperada pero, para otros, no.
Hay veces en las que los espíritus no pueden irse del mundo humano cuando aún tienen algo que cumplir. Un deseo que satisfacer.
Y, en el caso de Connor Murphy, su deseo...
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Un nuevo día había comenzado. Y eso significaba que las clases comenzarían dentro de horas.
—¿Evan? —Tocó la puerta Cynthia, tratando así de despertarlo.
Sin embargo Evan no escuchaba. Estaba tan sumido en sus sueños debido a las pocas horas de descanso que tuvo esa noche.
—Evan, despierta —intentó de nuevo—. Hice el desayuno.
Con un golpe con mayor fuerza en la puerta fue capaz de hacerlo abrir los ojos. Evan se levantó con susto y un poco de confusión, con la sensación de haber despertado de una pesadilla.
«¿Qué sucedió?» Fue su primer pensamiento del día. «Todo fue tan real...¿fue real?» Pensó recordando todos los sucesos extraños que le tocó soportar hace tan sólo unas horas.
Fue a desayunar y notó que Zoe lo miraba extrañada. Eso lo hacía inclinarse más a sus sospechas.
—¿Haz dormido bien? —La voz un poco preocupada de Cynthia lo hizo apartar su atención de la jóven.
—Sí, perfectamente.
¿En verdad todo había sido un sueño?
Agradeció que ninguna pregunta relacionada con la noche anterior salió de los labios de Zoe. Pero en verdad quería sacar sus dudas con la única persona testigo de sus raros sucesos. Recordó que ella lo escuchó llamar a Connor y se avergonzó.
Luego de desayunar fue directo a la escuela; le había pedido el pequeño favor a su madre de alcanzarle todos los materiales necesarios y ella lo hizo, un poco molesta y triste a decir verdad.
Llegó temprano a la institución, como siempre. Dejó su mochila en su asiento correspondiente y salió del aula. Tenía una diminuta tarea diaria que realizar: regar un pequeño árbol en el patio de la escuela.
Observaba feliz a la planta y estaba a punto de tararear cuando sintió la voz de Jared a sus espaldas.
—¡Hey, Evan! —Lo llamó con alegría. Cuando volteó se dio cuenta que también estaba junto a Alana.
—Jared, hola. —saludó desde su ubicación.
Aunque no estaban tan lejos entre ellos continuaron hablando de esa forma.
—¿Qué haces? —preguntó esta vez la morena, siendo la primera en acercarse a Evan. Jared la siguió.
—Pues, sólo estoy regando esta plantita. —contestó tímido.
—Veo que es el único arbolito de aquí.
—Sí, este creció de la nada, en este hueco. —aseguró señalando la abertura en el suelo de cemento.
Inmediatamente relacionó sus últimas palabras con Connor, muy raro para él. Pero no fue sólo eso, los recuerdos otra vez lo invadieron al igual que las dudas junto con su necesidad de confirmar sus suposiciones.
