• 4 | Cálido y frío

2K 300 286
                                    

Al pasar de los días, Evan se acostumbró de a poco a la aún inexplicable presencia de Connor

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Al pasar de los días, Evan se acostumbró de a poco a la aún inexplicable presencia de Connor. Ya no le importaba el porqué era el único que podía verlo y el porqué de cada vez que se enfadaba con él —aunque eso ya no ocurría de forma constante— simplemente desaparecía. Era como si él controlara las apariciones del fantasma.

Fue muy claro que, en un principio, no fue fácil procesar toda la extraña situación. Tampoco el saber que un ser iba a acompañarte por un tiempo indefinido y eso significaba poca privacidad. Para Evan le era incómodo no poder tener un espacio personal.

Pero eso no quería decir que estaba inconforme con la compañía de Connor. A pesar de no compartir gustos similares, uno que otro sueño o anhelo si lo hacían.

Sin embargo, el hijo mayor de los Murphy no era demasiado optimista y alegre por dentro como Evan siempre se imaginaba al escribir las cartas.

«Cartas...» Esa palabra resonó en su cabeza. Segundos después Connor observaba con extrañeza a Evan cuando se reincorporó en su cama, en su rostro se veía la sorpresa y un leve color rojo se posó en sus mejillas.

—¿Qué te pasa? —susurró un poco preocupado—. ¿Acaso tuviste una pesadilla?

Soltó una leve risita ante su propia suposición. No se le ocurría otra idea para que el de menor estatura se levantara en medio de la noche. Se inclinó más a ese pensamiento al ver su rostro asustado.

—No —habló por fin—. ¿Puedo preguntarte algo?

—¿Hm? Supongo que sí.

—¿Cuánto tiempo haz estado aquí?

Hubo un breve silencio en el que Evan reflexionó un poco más su pregunta y el ceño fruncido de Connor. Se apresuró en corregirse, entrando en ese estado de nerviosismo en el que sus palabras salían a una inesperada —y ya típica de él— velocidad.

—D-digo, ya sabes, no creo que tú apareciste cuando pude verte por primera vez porque, bueno, eso no tiene sentido y lo más próximo que pude imaginarme es que tú estuviste un tiempo antes de que yo pueda verte. Ya sabes, como un espíritu viviendo en una casa por muchos años. Aunque, en realidad, no estuviste años porque...te suicidaste hace sólo un mes.

Terminó por murmurar en un tono demasiado bajo pero comprensible para el fantasma de Murphy. El ambiente se puso tenso en una brevedad de minutos y ahora ninguno soltaba palabra alguna.

—Hablas demasiado rápido —susurró Connor tratando de reir, sin lograr ocultar su tono triste.

—¡D-discúlpame! Siempre tengo que terminar arruinándolo pero...

—No, no importa, en serio —Lo interrumpió con apresuro—. Sólo es que...no lo sé. No sé cuánto tiempo estuve aquí, siento que pasaron años o incluso una eternidad pero resulta que sólo fue un mes. Nada más que un mes.

Aún no 『Connevan』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora