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LLEGARÁS tarde —dijo __________ mirando la esfera del reloj de la cocina. Louis levantó la cabeza y la miró por encima del The Times.
— Me iré dentro de cinco minutos —dijo usando el mismo tono de voz tajante que había empleado en los últimos meses.
Ella prefirió no discutir. Regresó a la cocina y se entretuvo fregando los cacharros del desayuno y poniendo todo en orden. Oyó los pasos en el suelo de mármol y puso la cara para que la besara. Los fríos ojos grises la estudiaron cuando le rozó la mejilla con los labios con un gesto mecánico.
—No soporto ese vestido. No te favorece. ¿Por qué no vas hoy a Londres y te compras ropa nueva?
— Muy bien -contestó mirándole inexpresiva.
— No fue una orden, sólo una sugerencia. Tal vez te alegre ir de compras. Dios sabe que te hace falta. Estoy harto de verte andar por la casa como un fantasma. Hasta vistes como tal -sonrió un poco burlón-. Supongo que eso se debe a la actriz que hay en ti todavía.
Eso le tocó una fibra sensible y palideció. Desvió la mirada.
— ¡Qué diablos! -murmuró él y se fue.

Después de seis meses, las cosas deberían estar mejor, pero a medida que pasaba el tiempo empeoraban: Vivían juntos como dos extraños: apenas si hablaban al encontrarse solos. Algunas veces ella despertaba por la noche y al darse cuenta de que estaba sola, los ojos se le llenaban de lágrimas. Durante esas horas era cuando se sentía más herida, Hacía seis meses jamás hubiera imaginado los terrores que podía traer consigo la noche. Al principio el médico le recetó pastillas para dormir y la ayudaron bastante, pero al mes Liam insistió en que las dejara de tomar. Dijo que no quería que dependiera de ellas. El médico estuvo de acuerdo con él y ella jamás le confesó a ninguno de los dos que nunca pudo volver a dormir una noche entera desde entonces. A veces se dormía enseguida para despertar en la madrugada sudorosa y llorando. Algunas veces se quedaba despierta hora tras hora, para dormirse al amanecer, agotada y con pesadillas. Interrumpió sus pensamientos para comenzar el trabajo del día aunque tenía poco que hacer, ya que Louis insistía en tener una asistenta diaria para hacer la limpieza de la pequeña y elegante casa de estilo georgiano. Mientras echaba una ojeada por la sala, sus ojos se fijaron en la fotografía del día de su boda que se exhibía en la consola. Allí estaba Louis, delgado y sonriente, sus facciones eran duras y los ojos claros y de mirada inteligente.
Su primer encuentro fue casual. Literalmente chocó con él y se cayó al suelo a causa del encontronazo. Lo que no fue casual fue que Louis la siguiera. La invitó a salir y ella aceptó. Al encontrarse con sus ojos grises sintió que una chispa saltaba entre ellos pero aún, entonces supo que pertenecían a mundos diferentes.
Tenía doce años más que ella, era abogado, su mundo eran los juzgados. Era un intelectual brillante e inteligente. Durante la primera cita, la cautivó con su ingenio y la sorprendió con las preguntas que le hizo acerca de ella. La velada pasó como un sueño; ella contó la historia de su vida y Louis escuchó y observó su enrojecida y sonriente cara, desde los ojos verdes hasta el abundante cabello dorado, para después detenerse en la boca.

La besó esa misma noche y la emocionó. No era su primer beso, pero lo parecía por el efecto que le hizo. Tembló como una hoja, su corazón latió apresuradamente y Louis la estudió con ojos penetrantes como para valorar su reacción. __________ recordaba que se quedó mirando las largas y bien cuidadas manos cuando tomó su sonrojado rostro. Con timidez le miró a los ojos y acarició la dura línea de la boca. Le sintió estremecer cuando él se inclinó para besarla de nuevo y ella cerrando los ojos, le rodeó el cuello con los brazos.
Sabía por lógica que no simpatizarían. Eran personas muy diferentes, ella apasionada, Louis frío y reservado. No tenían nada en común.
Aventura, intriga y pasión.
Sin embargo, desde la primera vez que se vieron la atracción entre ellos fue algo casi tangible.
___________ nunca se había sentido así en toda la vida. Había salido con otros hombres antes, pero pocas horas después de conocer a Louis, se sentía atraída por él y ninguna palabra sensata hubiera impedido que se arrojara a sus brazos. A la semana de conocerle ya se había enamorado de él. Cuando la besaba, le era imposible pensar, sucumbía inmediatamente a su pasión. Conforme pasaba el tiempo, su mutua atracción se convertía en algo incontenible.
Cuando le pidió que se casaran, no dudó. La declaración fue hecha con tono tan cortante y reservado, que en ese momento la sorprendió, pero cuando aceptó, Louis suspiró profundamente, la abrazó y la besó con tal pasión que la hizo estremecer.
Durante la boda, fue consciente de las rápidas miradas de preocupación que algunas de sus amistades del teatro le dirigían a Louis. Sus amigas intuyeron el fuego debajo del hielo y __________ se sintió divertida y a la vez molesta por ello, pero eso no impidió que se sintiera feliz y emocionada esperando el momento en el que pudieran estar solos.
Trató de recordar las emociones que sintió ese día. Parecía que habían pasado cien años y no sólo dos. Ahora existía un abismo entre ellos; pero entonces, sólo tenía que rozar la mano de su marido para que el pulso se acelerara. Durante la ceremonia de bodas se dio cuenta de la mirada cálida con que la observaba a pesar de su fría e imperturbable apariencia.
La señora Cárter entró en la habitación arrastrando los pies.
—¿Hay algo especial que quiere que le haga?
—¿Qué? Oh, no, gracias señora Cárter.
— Parece un fantasma, ¿por qué no sale a tomar un poco de aire fresco? Vaya de compras —le aconsejó.
Recordó lo que Louis le dijo antes y contestó:
— Sí, creo que lo haré —suspiró al pensar en el viaje a Londres. Raras veces se sentía con ganas de hacer tal esfuerzo. Trató de recordar cuándo fue la última vez que viajó a la ciudad y no supo decirlo. Los últimos seis meses pasaron por su mente con rapidez.' Los recuerdos eran un torbellino en su cabeza atormentada.
—Creo que iré a la ciudad.
La señora Cárter se sorprendió y luego pareció complacida.
—Me parece lo mejor. Salga de aquí y así se librará de sí misma.

«Librarme de mí misma», pensó _________, cuando iba sentada en el tren a Londres y oía el golpeteo de las ruedas y el sonido de las puertas cada vez que se detenía. ¡Qué frases tan raras usa la gente! A menudo se encontraba examinando las banalidades que la gente decía en estos días, las pequeñas frases hechas que en los cócteles se expresaban como si fueran nuevas, con aire de sabiduría. ¿No sería maravilloso que uno pudiera salirse de sí misma? Recordó lo divertido que era tomar durante un rato otra identidad en la escuela de arte dramático y comportarse y hablar como otra persona, probando emociones y ambientes como si fueran sombreros.
Hizo un gesto. Si comenzaba a hacer eso ahora, la gente pensaría que estaba loca, se dijo a sí misma. Notó un movimiento en el lado opuesto y al volverse, encontró a un hombre joven mirándola con nerviosismo. Se dio cuenta de que la había visto haciendo gestos y especulaba acerca de su cordura. Se sintió tentada de aterrorizarlo con la imitación de un gorila que le salía muy bien, pero en vez de eso, sacó una libreta y añadió algunas cosas más a la lista de lo que quería comprar.
Sólo dos paradas después, cuando el joven bajó, se dio cuenta que hacía años que no había hecho la imitación del gorila. Imitar animales era uno de los ejercicios habituales en la escuela dramática. Podía ser muy divertido y una buena práctica. La representación del gorila la hizo popular entre los otros estudiantes.
—Cuidado o te quedarás así -le decía Liam.
—Lo que pasa es que estás celoso, Donald -se burlaba ella. Le llamaban así porque la habilidad de Liam estribaba en imitar al pato Donald. El maestro dijo una vez que esto no era muy original.
Sin embargo, fue Liam quien se convirtió en estrella internacional, mientras que _________ abandonaba el escenario después de dos años de representaciones y un breve año de gloria en Londres. Liam no fue a la boda. Le mandó un telegrama y un regalo. El telegrama hizo fruncir las cejas a Louis. A ella le causó risa, pero no a Louis. «Nunca te perdonaré, punto. Te amo. Punto. Liam». Louis hizo con él una pelota y lo arrojó al cesto de los papeles. ________ pensó rescatarlo más tarde, pero con la prisa y la excitación, lo olvidó.


Cuando llegó a la calle Oxford, se le ocurrió que no había pensado ni una sola vez en Liam en los últimos seis meses. Era curiosa la gran distancia que podía haber entre el pasado y el presente.
¿Cuál es tu historia? —Se preguntó a sí misma en voz alta—. No tengo historia -se contestó.
Observó la rápida mirada que le dirigió otro comprador y procuró poner una expresión de inocencia. Decididamente tenía que dejar de hablarse a sí misma. En los últimos meses la costumbre había aumentado. Pasaba mucho tiempo sola en la casa, salía raras veces, porque se negaba a acompañar a Louis a los muchos actos sociales a los que asistía y aunque al principio él trató de persuadirla, dejó de hacerlo poco a poco. Ahora, él seguía su camino y dejaba que ella siguiera el suyo. De pronto se estremeció al pensar en ello porque se dio cuenta de que su matrimonio se estaba deshaciendo. Centró sus pensamien-tos en el tema de la ropa y comenzó a mirar los escaparates maquinalmente.
Como una criatura subió y bajó por las escaleras eléctricas de los grandes almacenes de Londres y encontró estimulante el ruido y el ajetreo. Llevaba ya varias bolsas que contenían vestidos y tenía que hacer malabarismos para no tirarlas, pero al llegar al piso superior se tropezó con alguien y todo se le cayó.
— ¡Oh, cuidado! —dijo la otra mujer y su voz hizo dar un salto a __________.
Se reconocieron simultáneamente con alegría.
— ¡__________! -¡Maggie!
Por un momento se quedaron allí, riéndose, pero luego, Maggie dejó de hacerlo y se quedó mirando fijamente a ___________ y un gesto de disgusto se dibujó en su rostro.
— ¡Dios mío! ¿Qué te ha pasado? Si estos son los efectos que el matrimonio produce en una chica, doy gracias a Dios de estar soltera.
Por un momento __________ trató de mirarse en los ojos de Maggie. —Ya lo sé —dijo estremeciéndose—. Tengo mal aspecto. —Te quedas corta, querida. Estás demacrada y triste y muy enferma —le pasó una mano por el brazo—. Ven y cuéntame todo mientras tomamos algo.
__________ se encontró de pronto riendo de nuevo. Pensó que ése era el tipo de lenguaje que Louis detestaba y que hizo a Maggie persona no grata en su hogar. Hacía dos años que Louis le había prohibido ver a su amiga y sólo en ese momento se dio cuenta de cuánto la había extrañado.
—Conozco un lugar aquí a la vuelta -así era Maggie. Nadie conocía, como ella los «lugares» de Londres. Fueron allí y en cuanto entraron, Maggie llamó al camarero y pidió unas bebidas. Poco después, levantaba su copa y brindaba «por la vida en todos sus sentidos».
__________ recordó que antes de la boda, su amiga le dijo:
—¿Dejar el teatro? Estás loca.
Y se oyó murmurar soñadora:
— La vida ofrece gran variedad de papeles.
Maggie la estudió de nuevo de pies a cabeza por encima del borde de su copa.
—Vamos, «escupe», ¿cómo logró Louis convertirte en esto?
—No es culpa de Louis —exclamó __________ y se humedeció los labios. Tenía que decirlo -. Tuve un aborto hace seis meses - lo dijo a toda prisa porque si lo hacía con lentitud se pondría a llorar.
— ¡Oh, lo siento! ¡Pobre ________, qué mala suerte! —Hizo una seña al camarero y éste se acercó. ________ terminó su bebida y aceptó otra.

Maggie siempre fue el tipo de persona vivaz y brillante necesaria para animar una fiesta. Alta, muy delgada, con cabello negro y corto, peinado en rizos que rodeaban su rostro de mejillas hundidas, magnetizaba a las personas y aunque hablaba rápido y era graciosa y vivaracha sabía escuchar y hacer que la gente le contara sus más íntimos secretos.
__________ debió haber recordado la habilidad de Maggie para sacarle a uno los pensamientos más íntimos. Después de tres copas, le había contado toda su amarga historia.
—Fuimos felices el primer año. Fue perfecto. Teníamos una intensa vida social, pero también éramos felices estando solos y nos pasábamos los días dando los toques finales a nuestra casa.

Louis sabía lo que quería... tenía la visión del hogar perfecto, muy tranquilo, muy elegante. Y así es, Maggie, tienes que verlo.
— Esperaré a que me inviten — dijo con acritud porque sabía que no le era simpática a Louis. Fue una de las amistades que quiso que __________ dejara. La consideraba inculta, un poco vulgar y por lo tanto, indigna de contarse entre sus amistades.
__________ miró su vaso, movió el contenido con el dedo meñique y se lo llevó a la boca. Louis criticaba esa costumbre, así que instintivamente dejó de hacerlo.
—Pero comenzó a trabajar para conseguir mejorar su prestigio entre los abogados y eso significaba que cada vez pasaba menos tiempo en casa. Me llamaba todas las noches desde los juzgados, pero yo no podía ir con él, era aburrido y además, conmigo allí, no se podía concentrar. Así que decidí tener un... - se detuvo y se mordió el labio inferior— un hijo.
— Buena idea.
—Louis no lo creyó así. No quería hijos. Dijo que tal vez más adelante pero no en ese momento, porque desorganizarían todo —hablaba con rapidez, con frases cortadas y era la primera vez que se lo contaba a alguien. Respiró profundamente—. Pero yo quedé encinta —dijo con voz profunda.
—¿Deliberadamente? —preguntó Maggie.
—Oh, sí —sonrió __________—. Dejé de tomar precauciones.
—¿Qué dijo William (segundo nombre de Louis) cuando se lo contaste?
—Tuvimos un disgusto. Estaba furioso. Lo hice a sus espaldas a pesar de saber sus puntos de vista... debió haber sido una decisión mutua, yo no tenía derecho a forzarlo a tener un hijo que no deseaba.
— ¡Dios, qué sinvergüenza! —No, tenía razón. No debí hacerlo.
— ¡Qué diablos! Para entonces ya estaba hecho y él participó. Era su hijo.
— Lo perdí a los tres meses. En realidad, dos días después del disgusto. Aunque no fue por eso... me caí de las escaleras al resbalarme en la madera recién barnizada. Louis se portó muy bien, estaba muy preocupado.
Maggie la miró de arriba abajo.
—Alguien tiene que ayudarte —de pronto cambió de tema—. ¡Ven!
__________ dejó que la levantara para ponerla de pie y frunció la frente perpleja, un poco mareada por la bebida.
—¿A dónde vamos?
—Aquí y allá. Conozco un sitio justo a la vuelta.
__________ seguía riendo cuando entraron en la boutique donde la propietaria se la quedó mirando con extrañeza.
—Queremos un cambio de aspecto —le dijo Maggie.
—Lo voy a realizar con verdadero gusto —murmuró la propietaria. Quitó a __________ el sencillo vestido gris que la hacía parecer más pálida, sugiriéndole uno color turquesa, cuyo corte y color la favorecían notablemente. Cuando se miró en el espejo no podía creer que esa esbelta y elegante figura fuera la suya. En ese mismo estado de aturdimiento, __________ se encontró provista de zapatos y ropa interior. Cuando llegó el momento de ir a la peluquería vaciló.
— A Louis le gusta mi cabello como está —explicó y Maggie hizo una mueca.
—Te hace parecer una tímida mojigata. ¡Córtaselo!
__________ salió del salón de belleza con un peinado corto, que la favorecía extraordinariamente, haciendo resaltar sus bellos rasgos.
—A comer a mi apartamento -ordenó Maggie—. Tengo comida y necesitamos tener una conversación a solas antes que desaparezcas de nuevo.

Mientras comían dijo bruscamente:
—Te conseguí un exterior nuevo ¿y qué pasa con el interior? __________, no puedes seguir rumiando tu fracaso. Fue mala suerte, pero ya pasó y tienes que continuar tu vida. Nunca me agradó Louis, pero creí que te quería. ¿Qué ha hecho para ayudarte a salir de la de-presión?
—Lo intentó. No puedo explicar qué sentí, Maggie. El desaliento se apoderó de mí. No podía ver claro. Nos separamos -se quedó mirando su plato y picoteó la lechuga—. Desde que sucedió, hemos estado separados.
Maggie frunció los labios.
—No quiero hurgar en secretos íntimos, pero cuando dices separados te refieres a...
— Sí, no dormimos juntos. -¿Idea tuya o de él?
— Mía —aceptó __________ de mala gana—. Fue algo que sucedió. Yo no podía dormir después de perder al niño, así que comencé a dormir en mi propia alcoba y seguí haciéndolo.
—¿Louis no trató de impedirlo?
—Al principio no, luego hubo un tiempo... pero yo me puse histérica cuando me tocó. Tuvimos una discusión terrible y yo dije cosas muy amargas.
—¿Seguías culpándolo por lo del niño?
—Sí, aunque por lógica sabía que no era su culpa, pero no podía olvidar que él no le quería. Sentía... aunque parezca estúpido... que él lo había matado.
Maggie se sobresaltó al ver la palidez de su rostro.
— ¿Y eso le dijiste?
—Sí.
—Eso debió ser lo que acabó con todo.
— Fue horrible. — ¿Y desde entonces?
—Ha sido como vivir en la Antártida.
Maggie terminó de comer en silencio y apartó el plato.



—________, esto no puede seguir... tienes que pedirle a Louis que empecéis de nuevo. Háblale como me hablaste a mí, calmada, sin amargas recriminaciones.
—Sí, ya sé. He querido hacerlo, pero existe un enorme abismo entre nosotros y se hace más profundo cada vez que trato de hablarle.
Su amiga la miró pensativa.
—Tengo una idea. Esta noche doy una fiesta. ¿Por qué no vienes y traes a Louis? Ah, sí, se me olvidaba, ¡Liam asistirá! Cada vez que lo veo me pregunta por ti. Le encantaría volver a verte... vosotros dos siempre estabais juntos. ________, ¡tienes que venir!
—No sé —a Louis nunca le gustaron sus amigos del teatro.
—Te daría la oportunidad de salirte de tu círculo vicioso -señaló Maggie.
— Sí —se daba cuenta de ello. Seguramente sería diferente y ella necesitaba algo así en ese momento. Animación, color, ruido.
Lo supo al ir a Londres—. Lo intentaré, te prometo que lo intentaré. ¿A qué hora?
- A cualquier hora - Maggie le sonrió -. Ya sabes cómo es... una vez que nuestras fiestas comienzan siguen toda la noche y termina con el desayuno del día siguiente.
—Para los que pueden comer -aceptó ________, riendo también, sintiéndose contagiada por la alegría de Maggie. Había olvidado la habilidad que tenía su amiga de levantar los ánimos. Estar unas horas en su compañía había sido como un tónico. Miró el reloj-. Si encuentro a Louis en su despacho evitaré que vaya a casa, porque una vez que esté allí, será difícil sacarlo de nuevo —por las noches se quedaba en el estudio con la cabeza metida en montones de papeles y casi nunca pasaban juntos la velada. Él trabaja hasta tarde y ________ se acostaba temprano, después de unas palabras y rozar fríamente la mejilla de él con la suya.
—Es una buena idea —dijo Maggie—. Puedes llamarle desde aquí.
________ jugueteó con los dedos e inclinó la cabeza.
—Será mejor que vaya en persona. No funcionaría un mensaje telefónico, voy a tener que rogarle para que venga. —No se podía persuadir a Louis con facilidad.
Maggie dijo intencionadamente:
—Nunca entendí lo que os unió a vosotros. Reconozco que tiene atractivo, pero en su interior debe ser un bloque de piedra.
—Fue una de esas cosas que pasan -suspiró ________.
—¿Cómo os conocisteis? Nunca lo supe.
—Me tropecé con él... en la calle.
—¿Y te pidió una cita? No lo creo... ¿Hizo eso William Tomlinson?
________ se rió.
— Hizo que pareciera muy razonable. Me tiró al suelo e insistió en invitarme a una copa para que me repusiera del choque.
-Eso es propio de él. ¿Y una cosa llevó a otra?
-Nos casamos tan rápido que casi no supe lo que sucedía —confesó ________. Louis era un extraño, su mundo era completamente diferente para ella. Él a su vez no conocía nada del ambiente alegre y bohemio de ella, pero estaba tan loca por él que casi no se dio cuenta cuando tranquilamente la apartó de sus amistades. De todas maneras, durante mucho tiempo no necesitó a nadie más que a él. La luna de miel duró cuatro meses y su idílico aislamiento los hacía dichosos. ________ comenzó a sentirse sola y a darse cuenta que extrañaba a sus amigos cuando Louis volvió a su trabajo y se apartó de ella.
—La gente todavía se pregunta cómo te esfumaste. Desapareciste sin dejar huella.
— Eso es lo que hace el matrimonio.
—A mí me parece que tu depresión se debe a algo más que a la pérdida de tu hijo.
—Nunca supe estar sola.
—Cuando yo te conocí eras toda fuego -dijo Maggie cálidamente- Animada y vivaz. Nunca debiste dejar tu carrera.
-Eso fue lo que él quiso.
-¡Qué egoísta!
________ respiró y se levantó para marcharse.
—Tomaré un taxi hasta su despacho. Seguramente estará en el juzgado, pero veré a Withers.
-¿Withers?
— Su ayudante. Es una persona amable —________ miró a su alrededor—. ¿Puedo telefonear para que manden un taxi?
— Yo te conseguiré uno —dijo Maggie. ________ se despidió cuando llegó el taxi.
—No olvides... espero verte esta noche. Habrá personas que conoces y otras que no... Será una bonita fiesta.
En el taxi, ________ ensayó la forma de decírselo a Louis mientras se retorcía los dedos con nerviosismo. Pensó que le tenía miedo y eso la hizo acobardarse. Admitió que su sentimiento de temor aumentó con el tiempo.
El caos del tránsito de West End disminuyó cuando entró a la ciudad. Los bloques de oficinas y torres daban paso a la piedra gris del Lincoln Inn Fie Id, los árboles y flores de los jardines alegraban el cielo. El taxi se detuvo fuera del edificio donde Louis tenía el despacho. Pagó al chófer y alzó la vista hacia las ventanas.
Respiró hondo. Seguramente estaría en el juzgado, pero ella le dejaría una nota diciéndole que no fuera a casa sino que la esperara en el despacho.
Withers no estaba en su oficina. Una muchacha vestida de rojo escribía a máquina con cara malhumorada. Miró a ________ con mala cara.
-¿La puedo ayudar?
—Quiero hablar con el señor Withers.
— Regresará enseguida —le dijo la chica y volvió a su trabajo sin sonreír.
________ se quedó allí, mirando a su alrededor, luego, escuchó una voz familiar. ¡Louis! Se dio la vuelta y salió caminando a lo largo de uno de los corredores subiendo por un tramo de escalones. Se dio cuenta que no estaba en su despacho, el sonido de la voz llegaba de otro. Se detuvo ante una puerta y escuchó indecisa. ¿Debía llamar o esperar a que estuviera libre? Tal vez estaba con un cliente importante y ella no quería echar a perder la oportunidad de que fuera a la fiesta de Maggie, molestándolo con la interrupción.
Tratando de valorar la importancia de la conversación, apoyó la cabeza contra la puerta y escuchó:
Entonces le llegó con claridad la voz de Louis.
— ¡Nunca debí casarme con ella! —su voz era amarga, dura. Lo oyó-golpear el escritorio con la mano-. ¡Fue una locura!
—¿No podrías hablar con ella, Louis? -la otra voz era femenina, clara, segura y ________ no la reconoció.
—¿Cómo diablos puedo hacerlo en este momento? Sería cruel tratar de obligarle a discutir un asunto así.
— ¡Louis, hace seis meses que perdió al niño! Con seguridad ya estará recuperada.
—No - la voz de Louis sonó ahogada.
—¿Lo has intentado?
—Cada vez que quiero hacerlo me traicionan los nervios -se movió y ________ oyó cada paso que daba en la alfombra, como si arrastrara los pies. Pálida, se quedó mirando la puerta.
—Me estoy volviendo loco -dijo con aspereza-. Linda, ni siquiera puedo concentrarme en el trabajo con las cosas así entre nosotros... tiene que suceder algo o me derrumbaré.
—Louis...
El tono apasionado en la voz de la mujer hizo que ________ levantara la cabeza, abrió los ojos de par en par por la impresión.

—Encontraremos un camino, Louis —susurró la mujer. Te prometo que encontraremos un camino.
________ tenía que verla. Tenía que ver a ambos con sus propios ojos y enfrentarse a los hechos que saltaban a la vista. Decidida, abrió la puerta y entró.
Al otro lado de la habitación vio la espalda delgada de Louis con la cabeza inclinada. En sus brazos estaba una mujer. ________ no podía verle la cara, sólo los largos mechones de cabello castaño, pero no necesitó ver más. Vio la desesperación con la que esas manos blancas agarraban a Louis de los hombros, vio que levantaba la cabeza y oyó el beso.
Con un movimiento reflejo cerró la puerta y se apoyó sobre una esquina angustiada, con la cara entre las manos.
—Alguien entró —dijo Louis intranquilo.
—Lo imaginaste —la mujer lo tranquilizaba.
—No —dijo él con voz segura.
—¿Y qué importa? —la mujer parecía divertida-. Por Dios del cielo, Louis. No estamos haciendo nada indebido.
—Pudo haber dado la impresión... -se interrumpió Louis.
—Olvídalo.

________ luchó por contener el dolor que la invadía. Todavía no podía salir del edificio. Su rostro estaba demasiado trastornado y tal vez Withers hubiera regresado ya. Tenía que pasar por su lado para salir. Cuando se calmó, regresó al despacho y pasó silenciosamente por la puerta de Louis. La muchacha seguía escribiendo a máquina y ni la miró, pero no había señales de Withers.
Caminó por las nubladas calles durante horas, se sentía con el cuerpo agotado y la mente torturada. Ya había adivinado quién era la mujer, debió saberlo enseguida. Louis había mencionado a su nueva socia, Linda Blare y ella nunca puso mucha atención, pero ahora buscaba en la memoria huellas que pudieran indicar la relación.

«Es una mujer inteligente -había dicho Louis cuando la mencionó por primera vez—. Increíblemente brillante y capacitada. Tenemos suerte de tenerla.» ________ pareció recordar que los otros socios eran hombres. Linda estaba emparentada con el jefe del despacho... su tío. Pertenecía a la compañía desde hacía un año.
Un año... justo en la época en que su matrimonio comenzó a tambalearse. Cuando Louis se negó fríamente a tener un hijo. ¿Por qué no quería afianzar su matrimonio? —se preguntó en ese momento— . ¿O sólo porque sentía que casarse con ella fue un error?
Estaba en pie en el malecón y mirando hacia el Támesis.
Había comenzado a llover. Su brillante cabello dorado se oscureció y su rostro se mojó. Se quedó mirando el río y apretó las manos sobre la piedra gris de la barandilla.
Unos pasos se detuvieron a su lado y sintió una mano sobre el brazo.
—¿Está bien, señorita?
Se sobresaltó y al volver la cara se topó con la cara amable de un policía.
—Oh... sí, gracias.
—¿No se está mojando? —preguntó observándola.
—Un poco... qué mal tiempo —forzó una ligera sonrisa.
Un taxi pasaba y ________ se subió a él.
El instinto le hizo dar la dirección de Maggie. No podía pensar en ir a otro lugar. La idea de regresar a la casa que compartía con Louis le parecía odiosa.

Maggie abrió la puerta y se la quedó mirando con asombro.
— Regresaste rápido. Y empapada hasta los huesos - luego su voz cambió-. ¡Dios mío! ¿Qué te pasa?
________ sonrió con esfuerzo. —Estoy bien, muy bien, no te preocupes. Maggie le rodeó la cintura con un brazo y la llevó hacia una silla. Un momento más tarde le puso un vaso en la mano. —Toma esto, te hará bien. —No quiero... gracias.
— ¡Tómatelo!
________ bebió con desgana y sintió que el calor la reanimaba. Levantó un rostro pálido y sonrió a Maggie. —De veras, estoy bien. —Cuéntamelo -le ordenó Maggie. —No —dijo firmemente. No podía mencionarle nada. Maggie la miró y se mordió el labio inferior. —¿Estoy en lo cierto si imagino que William no vendrá a mi fiesta? ________ rió y dijo con una voz al borde de la histeria:
—Estás en lo cierto.
—Pero tú sí —dijo la amiga con firmeza.
Lo último que le apetecía a ________ era ir a una fiesta.
—Me encantaría Maggie, pero...
—Lo necesitas -le dijo decidida-. Cuando llegaste hace un momento estabas peor que cuando te vi por la mañana.... te fuiste de aquí tan alegre como nadie y regresaste con el aspecto de alguien que acaba de ser sometida a tortura. ¡Maldito William! Tú, querida mía, te quedarás a mi fiesta.

Celos que matan  -Louis TomlinsonWhere stories live. Discover now