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PUEDES ayudarme con las bebidas —dijo Maggie más tarde mientras esperaba que llegaran los primeros invitados. Habían colocado en una mesa larga todos los platos fríos y varias ensaladas. Todo ofrecía un aspecto estupendo. Maggie llevó a cabo con __________, lo que ella llamaba un «trabajo de rescate». Le cepilló bien el pelo y le maquilló el rostro. El apartamento estaba inmaculado y las muchachas se sintieron orgullosas al ver todo ordenado y limpio.
_________ se miró en el espejo y su aspecto atractivo la izo adoptar una expresión burlona. Exteriormente estaba bien. Nadie adivinaría lo que sentía en su interior, ya se encargaría ella de eso.
Se oyó el timbre de la puerta y Maggie sonrió:
— ¡Comenzó la guerra!
_________ conocía a los recién llegados y hubo ruidosas exclamaciones de sorpresa y placer. Hizo un breve resumen de su vida, durante los últimos dos años, pero no mencionó el aborto y se esforzó por parecer alegre y feliz.
Una hora después la habitación estaba llena, el ambiente estaba cargado por el humo y animado por las voces y la música. _________ circulaba con alimentos y bebidas, sonreía, charlaba. Había repetido varias veces lo mismo y su charla tenía una brillantez que disfrazaba las verdades ocultas. Las personas preguntaban lo mismo y aceptaban las mismas respuestas. Todo comenzaba a sonar tan bien, que ella misma lo creyó.
Entró a la pequeña cocina en busca de nuevas provisiones y hurgaba en un armario con la cabeza en el interior, cuando unas manos le rodearon la cintura y la hicieron gritar.

— ¡Te pesqué! —dijo una voz tan familiar que el corazón le dio un vuelco.
Se volvió con los ojos abiertos de par en par, riendo. -¡Liam!
— Rata asquerosa — le dijo con su voz de pato y le apretó la cintura con las manos.
— ¡Liam! —volvía a repetir y no encontró nada más que decir porque su expresión de alegría no precisaba palabras. Ver a Maggie fue maravilloso, pero a pesar de que ella y Maggie se llevaban muy bien, Liam había sido su amigo más íntimo y su aliado en todas las ocasiones.
—¿Te casarías con Freddie, verdad? —Le preguntó y ella le miró asombrada, pero luego rió, porque recordó que era un fragmento de Pigmalion—. Planeaba volar de regreso de Estados Unidos y cometer un silencioso asesinato, pero decidí sonreír y aguantarme si a quien realmente querías era a William Tomlinson
—Llegaste a la cima, Liam —dijo felicitándolo.
—A la cima del mundo, ¡bah! -dijo con ligereza. Siempre le apasionó Liam Cagney. Pasaron muchas veladas en el National Film Theatre viendo viejas películas y comiendo palomitas y cacahuetes. Louis jamás hubiera resistido ver el tipo de cintas que a ella y Liam le gustaban. A él, le gustaban las cosas intelectuales, Chejov, Ibsen. Eso le recordó algo y miró a Liam.
—Diste mucho que hablar con tu actuación en «Un mes en el campo».
—Alabanzas —dijo de buen humor—. Me encantan.
—Siempre te gustaron.
—Como un baño de agua hirviendo.
Le sonrió con un peculiar gesto lleno de vida. Ella pensó que era una cara memorable: los huesos grandes y angulosos, el cabello castaño oscuro desordenado con un estilo muy personal y atractivo, los ojos tan brillantes como vidrio azul debajo de las cómicas cejas, espesas, y negras, que hicieron inconfundible su rostro. Los caricaturistas las aprovechaban. Ahora eran su firma personal.
—¿Qué se siente al hacer una película? - le preguntó ella.
—Un aburrimiento terrible. Me puse a leer algunos libros. Esperas, esperas... Me dio tiempo de leer «Guerra y Paz». -nota de la adaptadora jeje ósea yo: un muy buen libro.

—Debes haber estado desesperado.
— Pensé en ti —dijo de pronto y la miró a la cara.
—¿Con todas esas muchachas hermosas a tu alrededor? El mundo del cine está lleno de ellas -dijo incrédula.
— ¡Muchachas hermosas! -comentó con desdén. —¿Vas a decirme que pudieron resistir tu encanto juvenil? —No lo diré —la miraba de forma insolente.
— Me imagino que podías elegir lo que quisieras. — ¿Celosa? —la sonrisa de Liam fue irónica. —Locamente.
Él le puso un dedo en la mejilla y despacio lo llevó a la comisura de la boca.
-Te extrañé.
_________ asintió, sin contestar y sin discutir. Ella también lo extrañó. Durante tres años fueron parte uno del otro y Louis los separó. Pensó en el telegrama que Liam mandó para la boda y suspiró.
—Nunca conociste a Louis.
La boca grande y fuerte se endureció.
—Mas vale así.
—¿Porqué?
—Le hubiera roto su hermosa nariz.
Ella no tomó en serio sus celos. Jamás hubo nada romántico entre ellos, sólo una perfecta camaradería. En los viejos tiempos, Liam la usó para mantener a raya a otras muchachas. La abierta adoración que le profesaba fue un arma útil en contra de otras mujeres y ella lo permitió sin discusión. Liam la levantó y la sentó sobre la mesa de la cocina con tanta facilidad como si fuera una criatura. Ella lo miró de arriba abajo y por primera vez lo inspeccionó bien.
—Cambiaste —comentó.
—Tú también —le dijo mirándole con los ojos entreabiertos. La última vez que te vi no tenías ese cuerpo -puso una cara picara-. El matrimonio mejoró tu figura.
—Gracias —dijo con risa nerviosa. Jamás lo había notado hasta ese momento, pero se dio cuenta que su cuerpo cambió durante los dos años con Louis.
—Cuando nos conocimos, eras una pequeña monstruosidad, muy flaca. Maduraste de forma interesante.

—Ambos maduramos —dijo mirándolo de reojo. Desde la última vez que se vieron, los hombros se habían ensanchado, lo que le daba una esbeltez que imaginaba que lo hacía irresistible para las mujeres que conocía. Las columnas de chismes publicaban sus aventuras amorosas—. Tienes una gran reputación en Estados Unidos. Las mujeres te persiguen por todas partes.
La miró con burla y añadió cínicamente:
—No desperdicié las oportunidades que se me presentaron.
— ¡Vil criatura!
—¿Y tú? ¿El matrimonio resultó tal como esperabas? - los brillantes ojos la recorrieron de nuevo-. Lo que sí puedo decir, es que te dio algo. ¿Siempre fuiste tan atractiva?
—¿Quieres decir que nunca lo notaste?
Volvieron a caer en la antigua forma de hablar burlona, como si nunca se hubieran separado.
— Yo sí lo noté, la que no lo hizo fuiste tú —se puso serio de pronto—. ¿Por qué desapareciste, _________? ¿Demasiado absorta por tu esposo?
— Algo así —desvió la mirada para ocultar su expresión.
—Dos años —dijo suavemente—. Dos malditos años... no vuelvas a hacerme eso.
Maggie entró al cuarto y se los quedó mirando.


—¿Os divertís?
—Nos estamos poniendo al día —contestó Liam—. Hay muchas cosas que recordar.
—Tú eres la estrella de la velada -murmuró Maggie-. ¿Podría esperar hasta más tarde? La gente está esperando hablar contigo, conocerte.
—Que esperen —se encogió de hombros con una arrogancia nueva y ________ lo miró con agudeza.
Maggie suspiró.
-Vamos, Liam. ¡Con nosotros no te portes como estrella!
Se le endureció el rostro y los ojos azules mostraron frialdad.
—¿Qué dices?
El rostro de Maggie enrojeció.
—Todos sabemos que eres un genio en el teatro, pero te agradecería que accedieses a bajar del pedestal por una noche.
Los ojos de Liam brillaron y ________ le puso una mano sobre el brazo. Los músculos se estiraron bajo sus dedos, volvió la cabeza y la miró.
—Maggie tiene razón... podemos hablar después. -________ lo miró suplicante y su rostro adquirió una expresión curiosa. Frunció las cejas y se quedó sentado observándola.
Inconscientemente, había usado la voz humilde y de súplica que se había acostumbrado a emplear con Louis. Su carácter lo hacía necesario y el cambio en ella fue tan gradual, que sólo lo notó bajo la astuta mirada de Liam.
La bajó de la mesa sin apartar las manos de su cintura.
—¿Piensas marcharte temprano?
Al pensar en volver a la fría y vacía elegancia de su hogar, su rostro se puso rígido como una máscara.
—No, no tengo prisa en irme.
—Quédate aquí esta noche -dijo Maggie al observarla-. Hay un cuarto de huéspedes.
—Gracias, me gustaría.
— Entonces, tenemos una cita para más tarde —le dijo Liam y se dirigió a Maggie—. Llévame a la boca del lobo.
— Sinvergüenza presumido —dijo Maggie burlona.
Él se rió y la siguió a la fiesta. ________ se quedó buscando los alimentos que trató de encontrar antes. Después, regresó a la fiesta y vio a Liam rodeado de chicas. Observó como flirteaba abiertamente con una bonita rubia. La chica no ocultaba su fascinación y ________ imaginó que eso era algo que se repetía a menudo. ¡Era cierto que Liam había llegado a la cima!
Maggie se le acercó y mordisqueó un pedazo de apio.
— Su actuación es estupenda —dijo con sequedad.
—Trata de hacerte honor -aceptó ________ y ambas sonrieron. -Es un buen actor -admitió Maggie como para borrar la sospecha de celos profesionales—. Merece el éxito que tiene.
— Sin embargo, es curioso —murmuró ________—. ¿Recuerdas lo tonto que era en la escuela de arte dramático? Nunca ponía atención y yo nunca creí que realmente quisiera actuar.
— Tal vez es mejor actor de lo que pensarnos, tanto fuera como dentro del escenario —dijo Maggie y la miró de forma curiosa.

________ vació los ceniceros, recogió un montón de vasos sucios y se dirigió a la cocina a lavarlos. Un hombre joven con pantalones de pana y suéter blanco, la siguió. — ¿Necesita ayuda? —Gracias —contestó sonriendo. Trabajaron un rato juntos. —¿Actriz? —dijo mirándola de arriba abajo. —No —contestó ligeramente desconsolada. —¿Amiga de Maggie? -puso cara de sorpresa. Maggie no conocía a nadie fuera de ese ambiente.
¡Si.
-¿Modelo?
Ella sonrió moviendo la cabeza.
— Debía serlo —dijo con tono insinuante—. Podría tener mucho éxito. ¿Quiere algunas presentaciones? Podría conseguirle trabajo. ________ lo miró con frialdad. —No, gracias, soy casada.
Él se echó para atrás como si lo hubiera abofeteado. —Bueno, encantado de servirla en cualquier momento —desapareció como si temiera por su vida y ella sonrió para sus adentros. Pensó que el muchacho trató de usar el viejo truco del empleo y pensó que hacía mucho tiempo que alguien había intentado conseguir una cita con ella con el mismo pretexto. Era divertido. Maggie entró y le hizo una mueca. —Deja de esconderte aquí y únete al resto... viniste a divertirte, no
a trabajar.
________ se dejó llevar de nuevo a donde estaban todos y le sonrió a la gente, habló y escuchó hablar de teatro. En un momento dado se encontró espalda con espalda con Liam. Se tocaron y giraron para verse. Él le hizo un guiño. La rubia seguía colgada de su brazo y él no hacía ningún esfuerzo para zafarse. Los ojos de ________ contemplaron a ambos y sonrió antes de apartarse.
Comenzó a sentir que jamás se había ido. Al principio le fue difícil poner a un lado el recuerdo de Louis con otra mujer en los brazos, pero ahora lo hacía sin esfuerzo. Cada vez que el pequeño cuadro surgía en su cabeza, lo apartaba y sonreía más.
La fiesta comenzó a desanimarse a las dos. La gente se iba, el aire aclaró y la música se oyó más suave. Unos cuantos invitados bailaban adormilados ahora que había lugar para moverse. Liam se apartó de la rubia y se le acercó.
—¿Bailamos?
Ella lo miró sorprendida, notó que la rubia la miraba sin disimular los celos.
—No quiero que me saquen los ojos. Regresa con Rizos de Oro.
Liam no contestó. Le rodeó la cintura con un brazo y la empujó. Ella lo siguió alrededor del cuarto con la mano sobre el hombro.
Él puso la mejilla sobre el cabello femenino.
—Maggie me ha dicho que tu matrimonio está a punto de naufragar.
________ se puso rígida, se tropezó.
—No tiene ningún derecho...
Él la miró serio, a los ojos.
—Maggie y yo somos tus amigos más antiguos. Tiene todo el derecho. Estamos preocupados.
— ¡No es asunto vuestro! —el dolor hizo que su voz pareciera brusca.
—Por lo que Maggie me dijo, William Tomlinson es un desgraciado. —No debí decirle nada. No creí que le contaría a todo el mundo lo que le dije.
Liam le apretó el brazo y la lastimó. —¿Tratas de insultarme, ________?
— Lo siento — se disculpó al verlo enfadado. —Eso espero.
—Pero mi matrimonio es asunto privado.
—Se lo contaste a Maggie ¿por qué me excluyes a mí?
Su mirada la hizo ruborizar.
—Cuando hablé con Maggie estaba aturdida. Supongo que necesitaba un hombro para poder llorar.
—Usa el mío.
—Es distinto.
—Siempre nos llevamos mejor que Maggie y tú. ¿Ya no somos amigos, ________?
A Louis no le gustaba Maggie, pero sabía que menos le agradaría Liam si lo conocía. Sonrió con tristeza.
—Causaste a Louis una mala impresión con ese telegrama.
—¿Se puso celoso?
Algo en su voz hizo que lo mirara con más cuidado.
— ¡Liam! ¿Lo hiciste deliberadamente? —jamás se le había ocurrido antes. Lo tomó como una de las bromas de Liam. Louis se había puesto furioso, pero ambos lo olvidaron durante los embriagadores días de la luna de miel.
-Quise darle algo en que pensar -se encogió de hombros-. ¿Por qué te casaste con un extraño, ________? Lo hiciste de repente, mientras yo estaba en el otro lado del mundo.
-Si te lo dijera, no comprenderías.
-¿Y por qué diablos no?
—Por amor. Me enamoré de el Liam.
—¿Y ahora?
Ella cerró los ojos y se estremeció.
—Dios sabe —contestó estremeciéndose.
—Estás fuera de tus casillas —dijo Liam—. Maggie piensa que debías dejarlo y volver con nosotros.
— ¡Maggie piensa! -dijo molesta-. ¡Quisiera que mantuviera sus pensamientos para sí!
—Perteneces al teatro. Eras una actriz muy buena.
—Nunca llegué a nada.
—Desististe muy pronto. Cuando me fui, tenías un buen papel.
—No era malo -admitió al recordar la excitación y embriaguez de esos días.
—¿Por qué no lo intentas de nuevo? Es tu mundo tanto como el mío. Maggie y yo te ayudaríamos. Ahora conozco a mucha gente. Podría recomendarte a gente importante.
— ¡Dios mío!, no me di cuenta que contaba con amigos influyentes.
El sonrió y se relajó.
—Bueno, date cuenta ahora. Sé franca, ________, ¿quieres regresar al teatro o no?
Pensó en Louis con la mujer en sus brazos. Él quería terminar con el matrimonio. Lo consideraba como un error y tal vez tenía razón. Hacía un año que ya no eran felices juntos y el nerviosismo con que lo trataba no contribuía a mejorar sus relaciones.

Liam la observaba tratando de leer sus pensamientos y ella le miró llena de emociones confusas.
— No sé.
— Piénsalo —le dijo con sonrisa satisfecha—. Te veré mañana temprano. Se me ocurre que podrías hacer una prueba para una pequeña parte en una serie de televisión.
—¿Ah, sí? —su pulso latió más de prisa al oír las palabras dichas con indiferencia. Se ruborizó y él le sonrió divertido. -Esto te serviría como venganza, ¿verdad? —¿Qué papel es? -preguntó ansiosa.
— Estoy haciendo una serie sobre Napoleón. Buscan a una Josefina. Por la forma en que está escrita la serie, sólo son unas cuantas líneas... el énfasis está en el aspecto militar de su carácter. Ni siquiera puedo prometer que te tomarán en cuenta para el papel, pero podrías probar.
— Si tú insistes —dijo observándolo con calma.
Su nombre pesaba ahora. Podría manipular cosas así. Tal vez no pudiera garantizar el papel, pero sí podría hacer que la recibieran.
Liam le levantó la barbilla.
—¿Quieres que te consiga la entrevista?
________ buscó una respuesta sin estar segura de cuál debía ser. Si Louis quería el divorcio, ella tendría que buscarse un futuro, una vida sin él. Había extrañado a sus amistades, su charla familiar acerca del teatro, todo el obsesivo mundo de la farándula.
— Sí -dijo impulsivamente de pronto-. ¡Gracias, Liam! El rostro de él adquirió un curioso aspecto triunfal.
—De acuerdo —miró a la rubia que lo esperaba malhumorada—. Será mejor que regrese a su lado antes que pierda la paciencia y me abandone.
— ¡Hazlo! —rió ________.
—Nos veremos —dijo y se acercó a la otra muchacha. El rostro se le iluminó cuando lo vio acercarse y una sonrisa asomó a su boca. ________ los observó con divertida ironía. Liam había triunfado, una mirada y todas caían. No lo recordaba como mujeriego, pero era evidente que ahora le divertía el papel.

Esa noche, Maggie la acomodó en la alcoba vacía, y le prestó un camisón negro con encaje rojo entretejido en el escote.

- ¡Oh, tengo que llamar a Louis! -exclamó ________ asustada al darse cuenta que no lo había recordado antes.
—¿A las tres de la mañana? Yo no te aconsejaría hacerlo, cariño. No te lo agradecerá si tiene que levantarse temprano para ir al juzgado.
— No —________ se mordió el labio—. Tal vez tienes razón, - luego palideció—. Me pregunto lo que creerá que estoy haciendo...
—Déjalo para mañana — le dijo su amiga y apagó la luz.


Se durmió casi enseguida, pero antes del, amanecer despertó sobresaltada con lágrimas en los ojos por el sueño que había tenido. Todavía podía verlos, la cabeza de la mujer levantada, Louis inclinado sobre ella y oyó el murmullo de su voz al decir: «Dios, ya no resisto más»
No sabía con exactitud en qué momento se habían alejado el uno del otro. No dudaba que Louis le había amado un tiempo aunque pertenecían a mundos diferentes y eran opuestos en todo. Louis se ganaba la vida con el cerebro duro y frío; en el juzgado era un adversario peligroso, de lengua cruel y mirada afilada como el acero. Una vez fue a verle trabajar y fue como una pesadilla ver a ese hombre alto con peluca blanca. Le asustó y perturbó. Se dio cuenta que después de eso comenzó a tenerle miedo. Él empezó a hablarle con la voz que usaba en el juzgado, fría y clara y a mirarle con ojos penetrantes. Esa actitud le hizo apartarse de él.
Maggie tenía razón. La pérdida de su hijo fue la gota que derramó el vaso. Louis y ella ya estaban bastante alejados antes de eso.
Sin embargo, hasta la tragedia de su aborto, habían estado en un terreno de igualdad segura... se atraían. Continuaba existiendo parte de su amor. Louis siempre fue un amante apasionado. Cerró los ojos y parpadeó. Hacía mucho tiempo desde la última vez que la tuvo en sus brazos.
Comprendió que ambos se hicieron mucho daño. Louis había tomado su vivaz y extrovertida personalidad y la había cambiado de acuerdo con su mentalidad, pero al hacerlo, destruyó todo lo real y vivo de su persona. Ella se volvió callada y tranquila, hasta que al final se alejó por completo de la vida.
También ella causó daño a Louis. Se dio cuenta de cuando esa mañana oyó el tono angustiado de su voz. Lo había herido sin querer y ahora se sentía invadida por la amargura.
Sólo quedaba algo que hacer al respecto.
—Tengo que divorciarme de él —pensó en voz alta y temblorosa. Cerró los ojos agotada y volvió a dormirse.

Cuando despertó era de día y Maggie le traía una bandeja con el desayuno.
—Té y pan tostado. Me voy a ensayar. ¿Nos veremos más tarde?
—¿Temes que me convierta en huésped permanente de tu cuarto de visitas, ángel? -usó la palabra cariñosa con ligereza. En un tiempo usaban esos nombres para todo. Cariño, ángel, querida... que no significaban nada y sin embargo estaban llenos de significado.
—Es tuyo mientras lo quieras. Un cambio te haría bien.
—Liam mencionó algo acerca de una entrevista.
-¿Para ti?
-Posiblemente.
—¿Y aceptaste? —Maggie sonrió de oreja a oreja.
—Creo que sí. Cuando me lo dijo estaba un poco indecisa pero fue muy persuasivo.
-Me lo contarás cuando regrese -dijo Maggie mirando el reloj—. Es tarde y Baldy Longword se disgustará conmigo.
—¿El productor? —a ________ le dio envidia. Era una persona respetada en el ambiente artístico—. ¡Qué suerte tienes!
—No si llego tarde -dijo Maggie apesadumbrada.
Cuando se fue, ________ mordisqueó la tostada y tomó un poco de té. Luego, miró el reloj y se salió de la cama al darse cuenta que todavía no había llamado a Louis,
Pensó que ya no estaría en casa, sino en el juzgado. Llamó a su despacho y Withers contestó.
— ¡Oh, señora Fox! —dijo con alivio, siempre la llamaba así—. El señor William ha estado muy preocupado por usted...
—Me quedé en casa de una amiga después de una fiesta. Temo que me olvidé de la hora. Ya sabe cómo es eso... no quise despertar a mi esposo a una hora avanzada.
— No durmió —dijo Withers con reproche—. Estaba preocupadísimo por usted... Llamó a la policía, a los hospitales...
Ella palideció.
— ¡Oh, no! —¿por qué no se le ocurrió que Louis podía estar tan preocupado? Se portó de forma irresponsable al desaparecer sin decir palabra—. ¿Está ahora en el juzgado?
—No, está en casa esperándola.
________ colgó enseguida y llamó a Louis. El auricular se levantó antes de que terminara el primer timbrazo.
—¿Louis?-murmuró nerviosa.
Hubo un silencio que le pareció durar para siempre.
—¿Dónde diablos estabas? -la pregunta quemó su oreja y ella saltó.
Habló con palabras incoherentes.
—Siento no haber llamado. Fui a una fiesta... me olvidé de la hora y era tan tarde que me quedé a pasar la noche.
—¿Dónde? ¿Con quién? -preguntó con brusquedad-. ¿Dónde estabas?
Titubeó, temerosa de mencionar el nombre de Maggie para que no se enojara más.
—Yo... donde la... amiga que dio la fiesta... fue más fácil que tomar un taxi hasta casa y despertarte a esas horas.
—¿Cuál es la dirección?
Ella se la dio automáticamente.
-Louis, pido disculpas. Me doy cuenta que debe haberte preocupado, pero estoy bien. Fue una imprudencia no avisarte.
—¿Ah, te diste cuenta? -dijo sarcástico-. Quédate allí, iré por ti.
—No —dijo a toda prisa-. Yo... pensé quedarme unos días. Tú, estás muy ocupado y no tengo gran cosa que hacer en casa. ¿No te importará que me ausente por un tiempo, ¿verdad?
De nuevo el silencio, pero podía oírlo respirar en forma irregular.
—Será mejor que te vayas a trabajar —añadió con rapidez—. El pobre Withers está frenético. Siento haber causado tantos problemas.
—¿De veras? —Dijo con voz helada-. Es una lástima que no hayas pensado en eso antes. Adiós, ________.
El sonido al colgar el auricular la hizo cerrar los ojos y suspiró estremecida.
— ¡Adiós, William! — dijo como despedida.

Todo terminó con facilidad. Dos palabras. Adiós, ________, parecía tener eco en el aire y ella apretó las manos. Dos años de felicidad, incomprensión y anhelos compartidos que se habían terminado en unos minutos. Tal vez Liam todavía no lo sabía, pero lo entendería después de un tiempo. Ella no quería tener una ruptura dramática, cargarlo con más culpa, más infelicidad. Que pensara que había vuelto de nuevo al teatro. No tenía que aceptar que lo había visto con la otra mujer. Eso facilitaría mucho las cosas.
Oyó el timbre de la puerta y fue abrir. Liam la miró con divertida ironía cuando entró en el apartamento.
— Muy atractiva —murmuró.
Se rió y miró la bata de seda amarilla que cogió del armario de Maggie.
—No es exactamente mi color.
—No sé -dijo burlándose-. Te queda bien. Sobre todo el estilo.
Era de solapas bajas, dejaba ver el atrevido camisón negro y ella se ruborizó.
—Me iré a cambiar.
—No puedo quedarme, espera un minuto... Hablé con mis amigos de la televisión y logré que te concedan una entrevista.
— ¡Eso es maravilloso!
—Llámame señor Arréglalo Todo —dijo con modestia.
—¿Cuándo?
—¿Cuándo puedes ir?
—No tengo gran cosa que hacer por el momento —dijo y desvió la mirada.
Liam se metió las manos a los bolsillos del pantalón.
—¿Hay café? No he desayunado.
—Haré un poco —entró en la cocina e hizo un gesto al ver el caos que había. Tendría trabajo para rato. Preparó el café y sacó dos tazas. Liam entró, vio el desorden y exclamó:
— ¡Dios Todopoderoso! —Ella se rió.
—Lo arreglaré más tarde.
Él se quitó el suéter que era del mismo color que el pantalón. —¿Tienes un delantal? Estos pantalones cuestan una fortuna y no quiero ensuciarlos.
— ¡No tienes necesidad de hacer nada!
—¿Oíste alguna vez la frase «el trabajo se aligera con muchas manos»?
— ¡Liam, en serio, no hagas nada!
Él buscó detrás de la puerta y sacó un delantal de plástico azul brillante estampado con chillonas flores rosadas, dos corazones enlazados y el romántico mensaje de ¡hola, marinero!
Liam lo miró con disgusto.
— ¡No soy yo! —pero se lo metió por encima de la cabeza. La hizo reír y él le dio una palmada cariñosa.
-Nada de bromas... estoy aquí para trabajar —comenzó a apilar los platos y ella siguió preparando el café. Cuando estuvo listo, sirvió dos tazas.
Se sentaron a tomar el café y charlaron acerca de la obra de televisión. Él le explicó el tema.
—Tu papel es una parte pequeñísima, pero podría servirte de mucho. Ayuda bastante el que lo vean a uno en la pantalla.
Le hizo una serie de preguntas y escuchó absorta cuando se las contestó, con los codos sobre la mesa y la cabeza apoyada entre las manos. Su ocupación favorita siempre había sido hablar de teatro y así seguía siendo.
Él miró el reloj.
— ¡Dios, se me hizo tarde!
—Lo siento, es mi culpa. No debí entretenerte.
—¿Y para qué son los amigos?
—Antes decías que para pedirles dinero prestado.
— Y para dormir con ellos —agregó mirándola de soslayo de forma maliciosa.
________ rió y él añadió:
—Aunque por más insinuaciones que hacía, jamás me demostraste tanta amistad.
— Nunca insinuaste nada —dijo con franqueza. -¿No? ¿Estás segura?

Se oyó un insistente timbrazo en la puerta. -Maggie —dijo él-. Le abriré al irme.
Salió y ella se rió, dándose cuenta que se le había olvidado quitarse el ridículo delantal. Oyó que se abría la puerta y luego la nota violenta de la voz de Liam. El color abandonó su rostro. Se puso de pie de un salto y abrió la puerta de la cocina.
Louis la miró por encima de Liam. Los grises ojos se fijaron en todos los detalles de su aspecto y ella se vio a través de sus ojos y se acobardó. Estaba desaliñada y vestida de forma provocativa. La bata de seda medio abierta, mostraba el blanco cuello y el comienzo de los senos. Estaba descalza como si acabara de levantarse y tenía el cabello despeinado.

Las facciones de su marido se endurecieron al observarla con más detenimiento. Miró con lentitud a Liam, quien lo estudiaba con una expresión peculiar y con labios ligeramente sonrientes.
________ no encontraba qué decirle. Esperaba que hablara y levantó la cara con desafío.
Louis recorrió la figura de Liam en mangas de camisa y con desdén se detuvo en el mandil.
— Vístete —le dijo con los labios apretados—. Voy a llevarte a casa.
—No, amigo -intervino Liam-. Ella se queda.
Louis le golpeó. Sucedió demasiado rápido para que ________ se diera cuenta... durante un minuto se miraron como perros salvajes, al siguiente, Liam volaba por el cuarto y caía con la cabeza sobre la pared.
Ella corrió y se arrodilló a su lado horrorizada.
—¿Liam, estás bien? ¿Estás herido?
Él se tocó la cabeza y gruñó.
—Por supuesto que estoy herido. Tal vez tenga la cabeza dura, pero si me doy contra un muro, maldito si no duele.
Ella se volvió para mirar a Louis.
—No había necesidad de hacer eso -dijo furiosa.
Louis no contestó. Estaba blanco y respiraba con dificultad. Apretaba y aflojaba las manos. Su cara estaba tensa por la furia.
—Eres una mujerzuela —dijo con respiración desacompasada, giró y salió cerrando la puerta a sus espaldas.
Sólo entonces se le ocurrió a ella lo que él pudo haber pensado. La cegó tanto el saber que amaba a otra mujer que no se le ocurrió que Louis pudiera dudar de su propia fidelidad. Si hubiera tenido algo de humor hubiera reído. En vez de eso, soltó una maldición y Liam soltó una risotada.
-Eso no lo hace una dama.
-Oh, Liam, siento que te haya golpeado. Me temo que sospechó...
-Sí, sospechó, ¿verdad? -observó Liam satisfecho.
-Liam, no tiene nada de gracia.
—Pero ya se fue y tú todavía estás aquí. ¿Ya se terminó, verdad, ________? ¿Se terminó para siempre?
Ella suspiró hondo.
-Sí —admitió. Louis estaba enojado con ella, pero no se engañaba imaginando que se sintió celoso o dolido. Por lo que ella había visto y oído, podía imaginar que se había comportado con propiedad y corrección, sin jamás hacerle el amor a la otra mujer, manteniendo su distancia. Eso le dolería ahora, porque mientras él mantenía lo que consideraba las reglas, podía pensar que ella las violó para tener una relación con otro hombre.
—No pongas esa cara triste. No lo vale. Es un tipo inflexible. Cuando abrí la puerta me miró de arriba abajo como si fuera una oruga que encontró en la ensalada.
—Seguramente se debió al delantal -observó ella.
Liam lo miró con un gesto divertido.
— ¡Dios, qué facha! Eso lo explica todo.
—Tengo que irme -dijo mientras se lo quitaba y se ponía el suéter-. Te llamaré.

Cuando se fue, ________ entró al baño y se desnudó. Dejó correr el agua y la regó con fragantes esencias seleccionadas de las muchas que Maggie tenía. Se hundió en el agua caliente y perfumada e inhaló el delicioso vapor, empezando a relajarse. ¿Qué podía hacer ahora? Después de lo que Louis pensó que había descubierto, tal vez planeara nombrar a Liam como el tercero en discordia en el juicio del divorcio y ella tenía que impedirlo. Podrían separarse sin ningún escándalo, pero si aparecía el nombre de Liam, la prensa no dejaría de aprovechar la oportunidad de dar publicidad al asunto y ella no quería perjudicar su carrera artística.
Una lágrima le rodó por el rostro, le llegó a la boca salada e inesperada. Ni siquiera se dio cuenta que lloraba. Se frotó los ojos con la mano, sollozando como una criatura.
—Oh, Louis — se lamentó. ¿A dónde se había ido el amor? ¿Cómo era posible que la dulce y cercana dicha de los primeros días de su matrimonio se convirtiera en la helada indiferencia de los últimos meses?
¿Cuándo dejó de amarla y comenzó a querer a Linda Blare? Se pasó los dedos mojados por el cabello y apretó los dientes. Tenía que convencerse, a pesar de lo mucho que la hería, de que Louis amaba a otra mujer. Tenía que enfrentarse a ello. Quizá no fue culpa de él.
¿No lo fue? Comenzó a acalorarse y a enojarse, los celos le quemaban. Pensó en la lejanía que desde hacía meses había entre ellos, la frialdad que él le demostró, las veces que le habló como si fuera una extraña. ¿Nada de eso era culpa suya? ¿Era ella la única culpable?

Celos que matan  -Louis TomlinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora