Capítulo 23

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 Necesito hablar con ella, pensaba una y otra vez Dave. La había vuelto a ver después de todo lo ocurrido hace seis años, todo había sido un puto caos, pero ahora que se había resuelto la muerte de María, tenía más que claro que era hora de recurar lo que era suyo.

Salió de su habitación, deprisa, ansioso por encontrarse con esa muchacha que lo traía loco, sin embargo, antes de llegar a la puerta de la habitación se encontró con Victoria, una latina de lo más caliente, un cuerpo de escándalo y tenía claro que si no fuera porque era la amiga de Paola se la habría follado la primera vez que la conoció.

-¿Dónde vas?- le dijo la muchacha.

-Necesito hablar con Paola- dijo Dave con cara de pocos amigos- tenemos muchas cosas que solucionar.

-Esto... creo que no es el mejor momento ahora mismo, Paola está bastante jodida, además Hugo acaba de entrar y....

Dave dejo de escuchar todo lo que aquella pequeña mujer estaba diciendo. Hugo, ese hijo de puta estaba en la habitación de su mujer, técnicamente no era su mujer, era de él, pero desde el primer momento que la conoció supo que nadie podría evitar que estuvieran juntos, ni siquiera su supuesto hombre.

-Dave, por favor-suplico Victoria- no vayas a hacer ninguna locura, es la mujer de Hugo, tu no puedes hacer nada.

-Cierra la puta boca, zorra- dijo Dave acorralándola contra una pared- esa puta loca es mía desde el primer momento en que tuve el primer bocado de su coño, desde que me dijo que quería ser mi old lady, desde que por culpa de una zorra de un club pensó que yo había matado a María, así que cierra esa boquita de puta que tienes y vete a que te folle alguno de mi chicos sino tienes nada más que hacer que joderme la vida.

Victoria se quedó en el sitio, se iba a liar, ella lo sabía y todo el mundo que conociera la historia de los dos sabría que eso no iba a salir bien.

Dave salió corriendo hasta la habitación de Paola, iba a entrar, no pensaba llamar, era su jodido club, por amor de dios, pero de repente algo hizo que se estuviera quieto. Gemidos, gemidos que conocía demasiado bien.

-Por favor, más, necesito más.

No se podía mover, era consciente que dentro de esa habitación Paola estaba siendo follada por otra polla que no era la suya, no pudo moverse, ni para irse ni para abrir la puerta, estaba siendo un jodido masoquista, no debería escuchar esto, pero entre los gemidos de Paola pudo distinguir una palabra entre gemidos.

-Dave.

Así que esa pequeña zorra se estaba follando a otro mientras que pensaba en él, eso era bueno, muy bueno. Eso significaba que no lo había olvidado y que tenía el mismo efecto que ella tenía en él. Y tendría que hacer algo empezando por la terrible erección que le había provocado escuchar los dulce gemidos de placer de Paola.

Abandonó la puerta y se dirigió a buscar a una de las putas de su club. Necesitaba follar o alguien pagaría su jodido humor y eso no era bueno, no cuando quien lo había producido era Paola.

>>>>>>

-Te quiero, preciosa- dijo Hugo mientras acariciaba el pelo de Paola.

Paola se hizo la dormida, no podía devolverle las palabras que tanto quería oír, ¿lo quería? Claro, había sido su mayor apoyo en los momentos más difíciles de su vida, siempre que pensaba en un recuerdo bonito Hugo estaba allí, ¿lo amaba? No, por supuesto que no, era como su hermano, durante estos años había intentado verlo como su hombre, su amante incluso su mejor follada, pero no simplemente no podía y después de descubrir la verdad, estaba más que segura que jamás volvería a ver a Hugo con otros ojos. Lo que había tenido hoy iba a ser lo último que harían juntos en un modo íntimo. Lo quería, pero su corazón pertenecía a otro motero.

Riding the roadWhere stories live. Discover now