Encerrada

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—Areu...—murmuré,entre sueños.

—Areu no está aquí, hermana—Recibí como respuesta

¿Hermana?Yo no tenía hermanos.Rotundamente no,por supuesto que no.

—Hermana, despierta, son casi las doce.

—¿Quién eres?—dije, mientras abría lentamente los ojos.Pude distinguir una figura masculina, que a decir verdad, me sonaba mucho, pero ya sabéis cómo soy yo con estas cosas...penosa.

—Soy Orión. Orión Garrido Hennish, y tu hermano mayor

—¿Cuántos años tienes?—Dije, desperezándome.

— 18

Después del cuestionario, me digné a mirarle a la cara y levantarme de una vez.Le fulminé con la mirada, y tras dos minutos de eterno silencio, pregunté.

—¿Y Areu?

—Abajo, en el salón.

—En cristiano, por favor—anoté con cierto sarcasmo

—Baja las escaleras y ve todo recto a la izquierda—Cuando había terminado le abracé y seguí con cuidado sus instrucciones, para no perderme.Mi padre tenía una mansión en toda regla, y era tan grande que recuerdo que una vez me perdí, cuando era más pequeña.Se podría decir que es mi único buen recuerdo de este lugar.

Al llegar, me encontré a Francisco, solo,viendo el telediario, como cualquier mañana. En el momento que se percató de mi presencia,me obligó a sentarme junto a él pero le ignoré, porque escuché la dulce voz, del que me alegraba cada día.

—¡MACEY!—Gritó

—Ni se te ocurra ir con ese vándalo—Me anunció, frío y severo, mi padre

—Ni se te ocurra retenerme—Le contesté, triunfadora.

Hice una carrera hasta la puerta, para llegar a los jardines.Escuchaba el eco de la voz de Francisco, que me llamaba a alaridos, para que volviese al salón, pero, me daba igual.Me lancé a los brazos de Areu mientras reía de felicidad.Creí que no lo vería nunca más, pero solo era una paranoia, le besé cómo si llevásemos años sin vernos.

—Te quiero♥—Susurré

—Ya lo sé, dijiste que éramos oficialmente novios ayer... eso es algo nuevo—Añadió—Además, pensé que nunca lo admitirá pero me has hecho sufrir esperando, tanto tiempo a esto.

—¿A qué? 

—A que admitieses que realmente,estás enamorada de mi♥—Farfulló mientras me lanzó un fugaz beso.De repente, noté que me faltaba algo.Me miré en los bolsillos y me di cuenta de lo que me faltaba.

Mi móvil.

—¡¡AREU!!


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