38. Harry.

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El moreno se acercó a ella con una sonrisa seductora en su rostro, para luego entregarle un vaso con bebida en sus manos. Vi dibujarse una sonrisa perfecta en el rostro de Becca. Desde lejos pude ver, también, cómo sus ojos se iluminaban al mirarlo y sus mejillas se pintaban de un adorable color rosa que combinaba a la perfección con su piel bronceada. Ella se veía absolutamente hermosa. Lástima su compañía, arruinado ese perfecto cuadro. Nada más y nada menos que el idiota de Malik. Pensé haberme deshecho de él en algún momento. Pero estaba equivocado, ellos estaban juntos, y por la forma en la cuál ella lo miraba, podía jurar que estaba completamente embobada ante él. Lo sé, porque alguna vez ella me miró así.

El desgraciado aprovechaba cada baile para apretar su cuerpo contra el de ella. Ella reía sin parar, ya un poco pasada de copas. Sin embargo, podía verse desde lejos que se estaba divirtiendo.

En cuanto a mí, me mantenía con la mirada fija en esos dos mientras tomaba algunos tragos que quemaban mi garganta. Mientras tanto, moría un poco por dentro.

-Al menos deberías disimular un poco, Haz- dijo la voz de Louis detrás de mí, entre algunas risas burlonas.

-¿Qué?- dije tratando de hacerme el tonto, mirando hacia otro lado.

-¿Acaso no era esto lo que querías? ¿Acaso no querías que ella se olvidara de ti y te dejara en paz?- se burló- Bien, lo conseguiste. Por fin, la has perdido. Sólo déjame decirte algo hermano, si no luchaste por lo que querías, entonces no llores por lo que has perdido.

Antes de que pudiera responder algo él ya no se encontraba junto a mí. Bufé, y dibujé en mi rostro una mueca de disgusto. Louis podía ser un maldito cursi a veces, y decir una estupidez tras otra. Pero ésta vez sabía que tenía razón. Por mucho que intentara esconderlo, él me conocía lo suficiente como para saber que yo estaba completamente loco por ella.

Pero, ¿qué diablos? No iba a dejar que eso me arruinara la noche, y mucho menos mi vida. Si ella era feliz ahora, entones yo también podía serlo. Rápidamente me repuse, parándome de mi lugar e ignorando completamente que el imbécil de Zayn coqueteaba con Becca, bailando a muy pocos centímetros de distancia. Busqué con la mirada alguna chica ardiente a la cuál pudiera llevarme a la habitación y divertirme un rato, tal y cómo solía hacer antes de conocerla.

Una canción más lenta empezó a sonar, era conocida y estaba de moda. Cada uno de los adolescentes ebrios comenzaba a buscar decesperadamente alguna chica para apretarse mientras la música sonaba, pues para eso se ponían esa clase de canciones en fiestas así. Por el contrario, para mí era mucho más sencillo: las chicas se acercaban a mí.

Terminé abrazado a la cintura de Charlotte. Estaba bastante linda ese día. No había exagerado como normalmente hacía con el maquillaje, aunque sí estaba vestida como una zorra. Pareció emocionarse bastante cuando elegí bailar con ella. No me sorprendió ni un poco.

Nos movíamos lentamente al ritmo de la música. Ella apoyó su mentón sobre mi hombro y siguió mis pasos. Aunque tenía una linda chica junto a mí no pude evitar volver mi vista hacía Becca.

Zayn la tenía tomada por la cintura con ambas manos. Becca apoyaba su cabeza en el pecho del moreno. Aún no borraba esa sonrisa de comercial que llevaba desde hace rato en su rostro.

Si hubiera sabido desde un principio que todo iba a ser tan difícil juro que ahora sería yo quién esté bailando con ella. Sin importar las consecuencias, sin importar nada más.

-Harry- me susurró la rubia en el oído.

-¿Sí?- contesté sin quitar mi vista de la castaña.

-Hay algo que quiero decirte, hace mucho tiempo.

Sin prestar mucha atención a lo que Charlotte susurraba provocadoramente en mi país, vi que Zayn comenzaba a bajar sus manos hasta el culo de Becca, mientras besaba su cuello haciéndola estremecerse por completo. Ella continuaba, embobada, aferrada a su cuello. Maldito pervertido. Se estaba aprovechando de que ella había tomado lo suficiente como para dejarse llevar fácilmente. Una parte de mí quería sair corriendo y golpear sin perdón a ese desgraciado, pero la parte sensata de mí decía que no debía importarme. Ella por su lado, yo por el mío.

RudeBoy |H.S|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora